Junto a representantes de Cepudo y Liga Contra el Cáncer

“La vida me ha permitido agradecer, perdonar y amar”

Por Daisy Bonilla

Cuando conocimos a Ester Marlene Amaya, en ese entonces ella daba sus primeros pasos en el periodismo, lo hacía con mucho ímpetu y perseverancia en sus propósitos, ahora después del transcurrir de algunos años encontramos a Ester con la serenidad y la sabiduría que sólo lo dan la experiencia de vida. Una periodista que ha combinado su profesión con el voluntariado, mérito que ha sido reconocido por quienes le conocemos, y hasta podríamos afirmar, que el servicio del voluntariado es su segunda pasión, después de su familia, claro está.

Son muchos los aspectos de su personalidad que podríamos resaltar, de esta sampedrana que sí, ha sabido ser profeta en su tierra, pero lo haremos a través de lo que ella, muy bien sabe hacer, ayudar a los demás. Les invito a que a través de las siguientes líneas conozcan más de su trayectoria de vida.

¿Cómo fueron sus inicios en el tema del voluntariado?

Bueno el voluntariado va de la mano de la familia, desde niñas salíamos con mi madre y hermanas a visitar enfermos, rezar el rosario, dar catequesis, llevamos comida y ropa a la iglesia, a los proyectos del padre Antonio Quetglas, a quien siempre amare y admirare, Luego en mis años de estudio en Tegucigalpa con los grupos juveniles Jufra y VaticanoII hacíamos voluntariado, con los programas de apoyo a las personas con VIH.

¿Qué la impulsa y cuantos años lleva haciéndolo?

Ya los años no sé, pero gracias a Dios por darme la familia que tengo, mis padres Salvador Amaya (QDDG) y Alba Argentina Gómez, me enseñaron a dar más, que a recibir, Benditos Padres.

En fundaciones comienzo cuando creamos con Rosa Gonzales y Allan Dunaway “LLAVES”, luego en “Amor y Vida” con doña María Elena Micheletti, iniciamos como colaboradores, junto con mis hijos pequeños apoyando a mi gran amiga y comadre Idalia Pinto (un ángel en el cielo)  luego continuo con el proyecto de Monseñor Rómulo Emiliani “Unidos por la Vida”.

En el año 2,000 siempre en San Pedro Sula, participe en la fundación de la Escuela de Bomberos infantiles, más tarde me involucre en el  Comité de Prevención de Cáncer de Mama. Y diría que desde siempre, he aportado mis conocimientos y esfuerzos al trabajo tan hermoso que realizan desde de la Fundación Amigos de Guarderías Infantiles, La Liga Contra el Cáncer, y “Don de Jesús” de las Hermanas de la Caridad. En 1986 realmente inicio mi trabajo solidario en tema VIH.

¿Cuáles son sus mejores recuerdos de las múltiples causas que ha participado?

Es difícil, son muchos, participar en crear fundaciones nos hace sentir felices porque estamos dejando huellas, y somos parte de un propósito… “pero lo más grande es saber que somos capaces de ayudar a cambiar una vida, a aminorar el dolor ajeno, cuando a veces todo se ve perdido.”

Con sus hijos Luis y Wilmer Suazo Amaya, durante el acto de graduación.

¿Por qué decidió estudiar periodismo?

Me encanta la comunicación, pero la verdad quería ser trabajadora social y para lograrlo tenía que dejar de trabajar, y no era posible, mi padre me apoyo hasta graduarme de maestra y aunque yo quería seguir estudiando, no había recursos…entonces, ingrese a la carrera que seguía y era periodismo y cuanto he podido dar, más que recibir con esta labor.   “Puedo decir “DIOS me mostro el camino y mi propósito”

¿Cuál es su mayor logro?

Imagínense. Que Dios me haya integrado al hogar de Alba y Salvador. Que años más tarde me convirtiera en madre de gemelos, Luis Salvador y Wilmer Eduardo Suazo Amaya, que el 6 de agosto cumplieron 24 años.

Después de mi relación con Dios, la familia, y de un propósito de vida definido para servir y nunca hacer daño a nadie, lo demás es añadido. Vivir en paz y con la conciencia tranquila, es imperativo.

Resumo, agradecida con Dios, porque no puedo dejar a mis hijos el mejor país, pero si puedo decir que le estoy dando a mi país dos seres humanos, que saben hacer el bien, nobles y sobre todo solidarios, hombres de fe.

El hecho de ser mujer, ¿ha sido una limitante en su accionar, en beneficio de los demás?

No nunca, solo que a veces sentimos impotencia es normal, Dios provee siempre.

Hay muchas mujeres en Honduras que sufren violencia, ¿cuál es su mensaje para ellas?

Amarnos ante todo. Y fortalecer nuestra autoestima, la fe y el amor a nosotras mismas. Todas tenemos dones que ofrecer, siempre digo, que somos piedras preciosas que Dios pule cada día.

Buscar ayuda, nunca el silencio, somos únicas como nuestro ADN.

¿Qué significa para usted la familia?

Después de Dios lo mas grande, insustituible, es el semillero de la vida.

Allí nacen los valores, y el más grande, el amor, seguido de la gratitud y la solidaridad,

¿Falta fe y esperanza en el pueblo hondureño?

Creo que falta DIOS, si tenemos a Dios no falta nada.

Lo demás es accesorio, y lo vemos al momento que hay que partir al encuentro con Dios, la venida al mundo y el retorno es sin nada, gran mensaje de Dios. No nos llevaremos nada… nada, pero si dejamos una huella del propósito de esta vida.

Durante la conducción del Programa Sal y Pimienta

¿Cuáles son sus metas a corto plazo?

Quisiera trabajar en mi voluntariado más tiempo, pero necesito mi sustento. Pero si quiero dar más tiempo a lo que me gusta hoy enfocado más a las familias, a través del apoyo a mujeres, que son el corazón de la familia. y sé que solo al independizarme, podre darme más satisfacciones, en Dios he confiado mi vida.

¿Cómo se define Ester Amaya?

Una mujer privilegiada, porque Dios me ha permitido servir, agradecer, perdonar, amar. La mayor riqueza, ser madre, y tener una familia unida a la que amo y respeto. Bellas hermanas, como madres para mis hijos, fieles hermanos como padres para ellos y para mí. Hasta el cielo los amo Papá, Roberto y Edgardo.

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