Icono del sitio Las ultimas noticias de Honduras y el mundo

Cuando la tierra enferma: Choluteca lucha contra la sequía y el abandono

El departamento de Choluteca, en Honduras, vive como un paciente enfermo: la sequía, el cambio climático y la falta de acción han debilitado la tierra y las comunidades, dejando a la región en estado crítico.

Centroamérica en tiempos de Cambio Climático

Créditos: Carlos Villalvir (Periodista) –  Suchit Chávez – (Mentora).

En El Triunfo, Choluteca, un ganadero expresa con preocupación que las lluvias no han llegado como esperaba en este 2025. Y el maíz que plantó se ha secado en el campo. “No me quedó de otra que cortar toda la manzana de tierra donde había sembrado maíz. Me tocó dárselo a las vacas. Ya no habrá cosecha.”, dice reflejando una realidad que se repite en miles de hogares de esta zona.

El testimonio fue recopilado por Germán Chirinos, director técnico del Movimiento Ambientalista Social por la Sustentabilidad y la Vida (MASS VIDA), y evidencia el contexto crítico de la región.

Choluteca es uno de los 18 departamentos de Honduras y se ubica en el sur del país, limitando con Nicaragua y el Océano Pacífico, en la zona del Golfo de Fonseca. Su territorio es parte del Corredor Seco Centroamericano, una de las zonas más vulnerables al cambio climático del mundo; caracterizado por su extrema susceptibilidad a las sequías, fenómenos meteorológicos y la degradación ambiental.

El Índice de Riesgo Climático Global a largo plazo (1998-2017) sitúa a Honduras en la tercera posición como uno de los países con mayor exposición y vulnerabilidad frente a los efectos de la variabilidad y el cambio climático. 

Mientras que el Índice Regional de Sequía de Palmer (PDSI, en inglés) detalla que entre 2018 y 2023 las áreas con sequía extrema en Honduras crecieron de 384 mil a más de 460 mil hectáreas. Las condiciones han deteriorado la fertilidad del suelo, reducido la presencia de animales y plantas; y alterado el paisaje y el uso del terreno.

El índice es una metodología desarrollada en los años sesenta que analiza indicadores como la cantidad de lluvia mensual, así como la capacidad de infiltración y retención de los suelos, para tratar de calificar la severidad de las sequías.

Wilfredo Hernández, exdirector de MASS VIDA, explica que la economía de Choluteca se sostiene principalmente del cultivo de maíz, frijol, sorgo, sandía, melón y caña de azúcar; además de frutas como papaya y mango. Señala también que la ganadería, en especial la crianza de bovinos para carne y leche, representan una actividad clave, mientras que en la zona costera destaca la industria camaronera, con una fuerte presencia en el territorio.

La producción de cultivos en Choluteca enfrenta serias dificultades como consecuencia de la sequía, la pérdida de fertilidad del suelo y los efectos del cambio climático; según el PDSI. Además, sus pobladores se enfrentan a la desidia estatal, según cuentan activistas locales.

Los impactos de la sequía y la degradación del suelo no solo ocurren en Choluteca. El fenómeno es parte de un patrón que se extiende por más de 146 municipios de 13 departamentos del país, que conforman una parte del Corredor Seco Centroamericano, una región que abarca desde Panamá hasta la zona sur de México.

Según el documento “Estudio de Caracterización del Corredor Seco Centroamericano”, realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esta porción abarca una extensión significativa de áreas naturales terrestres, con un total aproximado de 6.7 millones de hectáreas. De estas, 1.5 millones corresponden a bosques de coníferas, que incluyen especies como pino, ciprés, huito y pinabete.

Hernández explica que actualmente muchas tierras en Choluteca han quedado abandonadas, por infertilidad y migración climática; y ya no pueden sostener la diversidad de plantas, convirtiéndose en monocultivos.

Comenta con preocupación que para las comunidades de esta zona no es viable depender únicamente del ajonjolí, la sandía, el melón, la okra o la caña de azúcar, ya que su economía necesita más tipos de cultivos para sobrevivir.

El activista advierte que esta región enfrenta, en ocasiones, temporadas secas que pueden extenderse de seis a siete meses, y lluvias irregulares que han alterado los tiempos tradicionales de siembra.

En 2015 el Plan de Acción de Seguridad Alimentaria por Sequía, elaborado por la Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales (COPECO), advertía que en algunas comunidades de Choluteca la sequía había devastado la producción agrícola del departamento, incluyendo granos básicos, melón, huertas y otros cultivos, generando un riesgo inminente de hambruna. En ciertas zonas, la situación llegó al extremo de que la única cosecha disponible para los pobladores eran mangos verdes y guayabas.

Entre 2014 y 2015, la región se vio azotada por el fenómeno de El Niño con particular severidad: los cálculos para el Corredor Seco en Honduras fue la pérdida del 80% de cultivos y fue calificada como la sequía más grave de las últimas seis décadas.

Según Hernández, las consecuencias persisten hasta hoy: la tierra, que antes podía sostener dos cosechas anuales de diversos cultivos, muestra ahora claros signos de desgaste, con menor diversidad de plantas y animales, reducción en su capacidad productiva y un impacto directo sobre campesinos y ganaderos.

Mapa elaborado por la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), obtenido mediante una solicitud de acceso a la información pública.

En 2014 Honduras desarrolló el Plan Nacional de Lucha Contra la Desertificación (PAN-LCD), una estrategia que tiene como fin proteger la tierra y frenar su deterioro; y que constituye un documento guía y de actualización periódica dentro de la Convención de las Naciones Unidas contra la Desertificación (UNCCD) de todos los Estados parte.

El informe PAN-LCD, vigente para los años 2014-2022, estableció que la reducción en la producción de granos básicos fue mayor al 70% para la región sur y occidental de Honduras, lo cual generó un efecto dominó donde el 75% de los hogares quedaron sin una reserva de alimentos, los ingresos familiares se redujeron en un 42%, incrementándose el nivel de desempleo y pobreza.

El mismo documento   detalla que casi la mitad del territorio nacional, un 44.5%, ha perdido una parte importante de plantas y animales, y muchas zonas como la región del Golfo de Fonseca, donde está ubicado Choluteca, sufren por suelos compactados y pérdida de vegetación. Una de sus conclusiones, además, es que la máxima amenaza para Choluteca es la variabilidad en su cobertura vegetal, que apenas rebasaba el 30% del territorio al momento del análisis.

Las siembras en el departamento de Choluteca solían iniciar en el mes de mayo, en la temporada de primavera; y se cosechaban en agosto. Después de la primera temporada de lluvias, se sembraba en agosto y se cosechaba en noviembre, según German Chirinos, director técnico de MASS VIDA.

Sin embargo, debido a las fuertes sequías que se han presentado, y que ya llevan prácticamente unos 15 años de ser más frecuentes; el tiempo de siembra de primavera se ha perdido, logrando que dicho ciclo de producción ya no se realice como era de costumbre, añadió el técnico.

“Se perdió porque antes se sembraba en mayo, pero ahora ya no llueve en ese mes. Si acaso, llueve en los últimos días de mayo. Algunos, que quieren sembrar como dicen aquí, para los elotes, lo hacen a finales de mayo o inicios de junio. Luego viene el tiempo más cálido y seco del año, que es fijo y se presenta del 15 de julio al 15 de agosto”, detalló Chirinos.

El clima seco y la irregularidad en las lluvias han transformado los ciclos agrícolas en Choluteca, generando un impacto directo en la subsistencia de sus comunidades.

Donde la lluvia es la medicina ausente

El Instituto de Conservación Forestal de Honduras (ICF) define la sequía, en sus informes oficiales, como la ausencia o reducción prolongada de lluvia que afecta la producción agrícola, la flora y la fauna. Esta se identifica cuando la precipitación anual baja de los promedios normales, dando lugar a períodos de aridez que varían en intensidad y nivel de afectación.

Los efectos dentro del Corredor Seco de Honduras implican que unos 3 millones de hectáreas de bosques de pinos, árboles de hojas anchas y mixtos han sufrido un deterioro progresivo y, como consecuencia, ha habido un debilitamiento de la capacidad de la tierra para retener agua y regular el clima, según el estudio de la FAO.

Pese a ser el evento más grave en los últimos 60 años, la sequía de 2015 no fue un suceso inédito para Honduras. Según el PAN-LCD – 2014,  el país experimentó sequías meteorológicas e hidrológicas extremas en los años 1980, 1997, 2014-2015, 2018 y 2019. Todas tuvieron como factor detonante un déficit de lluvia, generando un escenario de riesgo que afectó a la población y provocó un incremento sustancial en pobreza, inseguridad alimentaria y pérdidas en flora y fauna.

Carlos Roberto Irías, ingeniero del Laboratorio de Suelos de la Universidad Nacional de Agricultura (UNAG), afirma que los suelos del Corredor Seco y particularmente en Choluteca, son extremadamente variables, con texturas que van desde arcillosas hasta arenosas, y un predominio de suelos ácidos con pH por debajo de seis; una condición que en sí misma dificulta la presencia y prosperidad de la vegetación de acuerdo con la FAO.

Para Francisco Argeñal, director del Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicosde Honduras (CENAOS) destacado en Choluteca, la variabilidad climática ha incrementado por el cambio climático en ese departamento.

“Ahora estamos viendo un aumento en la frecuencia de sequías, así como de lluvias extremas, lluvias fuertes y olas de calor, que están asociadas al cambio climático. Por eso, en todo el mundo se reconoce y afirma el impacto de la variabilidad climática debido al cambio climático global”, dijo Argeñal.

Irías, por su parte, explica que “el clima en esta zona no ayuda mucho, ya que a veces tenemos altas temperaturas o periodos prolongados sin lluvia. Por eso, los procesos de formación del suelo y los ciclos biogeoquímicos se vuelven más lentos, al igual que la descomposición de la materia orgánica. Esto crea un ambiente ideal para que la degradación del suelo se acelere y empeore aún más”.

En 2022 el gobierno hondureño realizó el “Protocolo Nacional del Sistema de Alerta Temprana y Respuesta a la Inseguridad Alimentaria ante Sequías en el Corredor Seco de Honduras”, al cual se tuvo acceso a través de una solicitud de Acceso a la Información Pública. En este se detalla que entre 1975 y 2012 se registraron 35 eventos de sequía asociados a 18 episodios del fenómeno de El Niño. Durante estos periodos, las sequías se volvieron más prolongadas, intensas y marcadas, especialmente cuando El Niño estaba presente. 10 años antes de la realización del informe gubernamental, en 2012, un estudio de la FAO advertía exactamente lo mismo.

El fenómeno de El Niño, cuyo nombre técnico es oscilación ENOS, constituye una de las máximas amenazas precisamente para la región sur de Honduras, según informes oficiales de la COPECO. El Protocolo Nacional de Sistema de Alerta Temprana en Honduras coincide con lo planteado por la COPECO, ya que señala que la probabilidad de eventos de sequía severa y extrema en el Corredor Seco puede llegar con una alta frecuencia en presencia de El Niño.

Datos históricos de las últimas tres décadas de la plataforma estadística de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPALSTAT) arrojan que unas 2,150,000 personas han sido afectadas por la sequía en ese período, y las pérdidas agrícolas y pecuarias alcanzaron los 3,001 millones de dólares, según un informe obtenido a través de una solicitud de acceso a la Información Pública. 

En el ciclo 2018-2019, expertos en clima del ICF, calificaron el período como “extremadamente seco” debido al fortalecimiento del fenómeno ENOS. La escasez de granos básicos impactó a 1,480,000 personas, producto de la pérdida de la primera cosecha y daños severos en el segundo ciclo agrícola del año.

El ingeniero Irías señala un problema extra del Corredor Seco, y de Choluteca en específico: se trata de una región que, debido a su posición geográfica y al movimiento de los vientos, recibe poca lluvia.

“Los problemas que enfrentamos se deben en gran parte a la topografía del lugar, especialmente en zonas altas con pendientes muy pronunciadas. Por el simple hecho de ser áreas con esas pendientes, los suelos están expuestos a procesos de degradación, principalmente física. Estos suelos son muy propensos a la erosión cuando llueve, un fenómeno común dado el tipo de terreno”, afirmó el ingeniero.

Sequía y deterioro: los síntomas más crueles

Claudia Fortín, técnica de MASS VIDA, explica que “Choluteca es un corredor seco, y en este municipio nos preocupa mucho la disminución de la tierra fértil. Somos una zona muy seca; antes las lluvias caían durante tres o cuatro horas, pero ahora llueve solo una hora, y la tierra no está absorbiendo el agua”.

Fortín sabe de lo que habla. Desde 2011, un estudio sobre sequías realizado por el Instituto Hondureño de Ciencias de la Tierra, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, indicó que mientras el 60% del territorio mantiene condiciones estables de precipitación, un 40% presenta déficit pronunciado de lluvia.

En contraste, el Plan Nacional de Reducción de Riesgos por Sequía” (2020 – 2038) de Honduras establece que la disponibilidad promedio de agua a nivel nacional es del 76%. El documento fue obtenido a través de una solicitud de acceso a la Información Pública.

“Los efectos son cada vez más intensos y afectan profundamente a las comunidades rurales, es el caso de los periodos de sequías prolongadas y la ausencia de fuentes generadoras de agua para riego, luego se presentan lluvias erráticas y ocasionalmente lluvias torrenciales que dañan cultivos y viviendas. Esto ha provocado una reducción drástica en la producción agrícola, especialmente de maíz y frijol, que son básicos para la alimentación familiar”, afirmó Sabas Portillo, ingeniero perteneciente a Cáritas Honduras.

Desde el 2013, el estudio de la FAO sobre el Corredor Seco advirtió que en ese momento la sequía afectó de manera severa el 3.9% del territorio hondureño, impactando a 34 municipios pertenecientes al Corredor Seco, desde La Venta, Alauca y Liure, hasta municipios como Amapala y Duyure, entre otros de la zona sur de Honduras. Esta afectación severa implicó una gran vulnerabilidad para las comunidades y los ecosistemas que habitan en estas zonas.

Estas condiciones variables muestran la complejidad del fenómeno y la necesidad de estrategias adaptativas según el grado de afectación.

Para el Programa de Gobierno de Desarrollo Rural y Resiliencia Climáticaen Honduras, referenciado dentro del Plan Nacional de Reducción de Riesgos por Sequía” 2020 – 2038, el Corredor Seco es una de las zonas más pobres y económicamente deprimidas: un 65% de los hogares viven por debajo de la línea de pobreza, y un 48% viven en pobreza extrema.

La determinación del riesgo y la vulnerabilidad por sequía en Choluteca, al igual que en la Región Centroamericana, es compleja en vista de que no hay información actualizada para sacar conclusiones. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), afirmó dentro de un informe del año 2015, que los análisis nacionales de riesgo por sequía, y/o estudios – evaluaciones de sus impactos a nivel nacional son exiguos, y sus resultados se asocian a: uno, los efectos negativos directos en la gestión del agua; dos, los daños causados sobre la agricultura; y tres, sobre el medio ambiente, en los recursos naturales, hábitats y ecosistemas.

Un paciente desatendido bajo el sol implacable

La Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente de Honduras (SERNA) calcula que el país posee una riqueza natural significativa, alberga aproximadamente el 2.6% de la diversidad florística mundial, equivalente a cerca de 300,000 especies de plantas vasculares, según el PAN-LCD de 2014.

Pero, en contraste, la institución ha determinado también que los recursos hídricos enfrentan serios desafíos, especialmente en las zonas Central y Sur; donde el nivel del agua subterránea desciende entre noviembre y abril, afectando el rendimiento de pozos. En las zonas costeras, la sobreexplotación provoca la intrusión salina, deteriorando la disponibilidad de agua dulce para las comunidades.

Fuentes locales de Choluteca, así como multiplicidad de estudios e informes coinciden en que las necesidades para atender adecuadamente los desafíos de la zona son altas y apremiantes.

Honduras ha recibido durante los últimos años importantes recursos internacionales para combatir los efectos del cambio climático, la desertificación y mejorar el acceso al agua, especialmente en el Corredor Seco y Choluteca. O incluso, para atender emergencias meteorológicas.

Como por ejemplo, a finales de 2021  las tormentas tropicales Eta-Iota implicaron una movilización millonaria de fondos internacionales.

El documento “Evaluación de daños y pérdidas huracanes ETA e IOTA”, realizado por un equipo multidisciplinario que incluyó al Banco Mundial, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), FAO, gobierno hondureño, entre otros; estableció que el 84% de las pérdidas del sector agrícola fue de 4 235 millones de lempiras; y estas estuvieron concentradas en los departamentos de Yoro, Cortés, Colón, El Paraíso, Choluteca y Atlántida.

Mapa elaborado por la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), obtenido mediante una solicitud de acceso a la información pública.

El PAN-LCD más reciente trabajado por el gobierno hondureño, “Actualización del Diagnóstico” 2025-2030, indica que entre 2018 y 2023, se movilizaron millones de dólares provenientes de organizaciones internacionales, europeas y multilaterales, destinados a financiar proyectos de adaptación y mitigación en las zonas más vulnerables.

Sin embargo, el propio diagnóstico reconoce que estos recursos han sido insuficientes para cubrir todas las necesidades, particularmente en las comunidades rurales más afectadas. Limitaciones técnicas, educativas y la falta de transferencia efectiva de tecnología dificultan la implementación y el impacto real de estos fondos.

En el mes de junio de 2025, el director del Instituto de Conservación Forestal (ICF), Luis Solís, afirmó en un medio de comunicación oficial que su gestión sí ha impulsado proyectos con impacto social y ambiental, en relación con un gran proyecto de renovación de fincas cafetaleras y establecimiento de sistemas agroforestales.

Afirmó que, “llegamos a quienes siempre fueron desposeídos, abandonados y excluidos del desarrollo rural. Establecemos sistemas agroforestales con café en el corazón de cada parcela, integrando árboles nativos, sombra, biodiversidad y sostenibilidad”.

Mientras que en el año 2024 Lucky Medina, ministro de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA), señaló en una entrevista televisiva que, “todo lo que se ha aprobado de inversión pública y privada, que supera ya los 53 mil millones de lempiras que ha pasado por proceso de licenciamiento ambiental, no ha generado ni un solo conflicto social, esa es la responsabilidad del Gobierno, esos son los procesos de socialización sobre los que hay que avanzar”.

Sin embargo, según testimonios de actores locales como Claudia Fortín y Wilfredo Hernández, la distribución y el uso de estos recursos no llegan efectivamente a las comunidades más vulnerables.

Ellos afirman que, en muchas ocasiones, los fondos quedan en la burocracia o se asignan según afinidades políticas, lo que reduce el impacto real de los programas y compromete la confianza en las instituciones encargadas.

Se buscó reiteradamente obtener entrevistas con el ministro de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA) y con el Instituto de Conservación Forestal (ICF) para verificar la información oficial presentada en sus informes frente a la realidad que viven las comunidades del Corredor Seco. Sin embargo, ninguna de las instituciones brindó respuesta. Los relatos de las personas evidencian que, en el terreno, la situación de la sequía y la degradación de la tierra está muy lejos de lo que reflejan los informes oficiales.

Wilfredo Hernández expresa que la presidenta Xiomara Castro, el personal del Consejo Nacional de Desarrollo Forestal (CONADEFOR), el jefe de operaciones de la 101 Brigada, el jefe de la Policía, las Unidades Municipales Ambientales Sostenibles (UMAS), SERNA y el ICF, son personas de oficina, sin compromiso real en terreno.

Desde años atrás, MASS VIDA promueve procesos de formación orientados a fortalecer liderazgos locales y a construir resiliencia comunitaria; así como herramientas de veeduría ciudadana.

En una lucha constante, MASS VIDA se ha consolidado como la fuerza que resiste en primera línea, enfrentando los desafíos que impone el cambio climático en la región. La organización acompaña a campesinos y campesinas en la defensa de sus tierras frente al avance de proyectos que destruyen bosques, se apropian de fuentes de agua y limitan el acceso de las comunidades a este recurso vital, profundizando la vulnerabilidad ambiental. Líderes de la organización incluso han sufrido persecución por su activismo ambiental.

“Quedó un compromiso de seguimiento, pero eso no cala; ya suena vacío y es difícil creer en las autoridades. En teoría, sus planes son muy buenos, pero en la práctica hay muchos compromisos pendientes, especialmente porque la comercialización del bosque pesa económicamente, y eso se refleja en la gestión del gobierno, afirmó Hernández.

Salir de la versión móvil