Reproducido por el  DOCTOR HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

En el mes de la Patria reproduzco estas publicaciones de la autoría del Magister(UNAH) en Historia y Abogado ISMAEL ZEPEDA ORDÓÑEZ que a la letra dicen: Entre los partidarios del General Cabañas se ha construido sobre su personalidad el mito del desprendimiento ciudadano, de una integridad fraguada en los campos del sacrificio personal y colocado en el altar cívico de la Patria como el “Caballero sin Tacha y sin Miedo” se presenta con una conducta ejemplar, ideal e imagen para todos sus compatriotas. Y como todo mito tiene raíces históricas, pues no hay mito sin historia ni historia sin mitos y utopías. En tal sentido se ha institucionalizado una figura de Cabañas como un ser representativo de la absoluta renuncia a todos los privilegios, gracias y beneficios, concedidos en nombre del estado de Honduras por razón de su carácter de expresidente de la República y militar de alta graduación; colocándolo más allá de lo terrenal. Y el caso de la renuncia a la pensión vitalicia, al cual tenía derecho, ha servido de fundamento a ese constructo del santoral cívico, de un ciudadano nada extraordinario. Es solamente un hombre con sus propios miedos, grandezas, fantasmas y esperanzas. Pero la pregunta crucial es: Cómo nació ese mito?; pues, creo, que la necesidad de forjar una ciudadanía, una identidad y conciencia histórica nacional nos hacen edificar un panteón cívico para darle sentido a nuestra nacionalidad. Sin héroes y próceres no hay civismo, sin civismo no hay ciudadanía. Esa es la ecuación histórica. Ya en el Suplemento Anales Históricos de LA TRIBUNA del 12 de agosto de 2012, habíamos explicado parte de los pagos recibidos por el General Cabañas durante la administración del Capitán General José María Medina, y algunas razones porque la familia Cabañas Fiallos había abandonado Tegucigalpa.

Y por otro lado, el asesinato del General Santos Guardiola marca el final del período formativo del Estado Nacional de Honduras, 1821-1862; y el breve gobierno de Victoriano Castellanos, 1862, inicia un período de amnistías e indultos a los involucrados en delitos políticos y militares, promoviendo el perdón y olvido como una política nacional. Es así como muchos exiliados, entre ellos el General Cabañas Fiallos, regresan al suelo patrio. Aprovechando esa coyuntura se presentan solicitudes al Poder Ejecutivo para recuperar derechos políticos y rehabilitar  su estatus de ciudadanos; entre esas iniciativas hay una solicitud a favor de José  Trinidad Francisco Cabañas Fiallos para recuperar los sueldos de General de División bajo la denominación de “Soldado Ilustre de la Patria” concedidos por el Congreso Nacional el 31 de mayo de 1851: “Sello de dos reales. Supremo Poder Ejecutivo. José María Fiallos, apoderado del señor General don Trinidad Cabañas según consta del respectivo poder que exhibo, ante vos Señor con todo respeto exponga: Que por decreto de Suprema Cámara Legislativa emitido en 31 de mayo de 851, se agració a mi constituyente en remunerar a los servicios que en distintas épocas ha prestado a la causa de la libertad e independencia, con el goce del sueldo de su grado ruante su existencia;  que aunque cuando le fue comunicada por el Estado aquella disposición, hizo renuncia de dicha gracia, el propio Ejecutivo contestó en 17 de julio del mismo año, que siendo el Supremo Poder Legislativo el que había concedido aquella gracia, a él solamente  correspondía declararla inmeritente, y en virtud de la renuncia que  de ella se hacía; que no habiendo el Poder Legislativo posteriormente alterado ni derogado el supremo decreto ya referido, y fuera de toda duda que mi constituyente está en el pleno goce de aquella gracia, y en tal concepto. Al Supremo Gobierno pido y suplico se sirva prevenir u ordenar a la Tesorería General, procesa a formar la liquidación de lo que se adeuda a  mi representado por aquel respecto, desde la fecha en que se le declaró en el goce de aquella gracia, hasta el mes último del año económico próximo anterior. Es justicia que  pido y juro sin malicia. Comayagua, diciembre 28 de 1862. (F). José María Fiallos.

El gobierno acuerda se oiga al Fiscal de Hacienda. Comayagua, diciembre 31/862. (f). Alvarado. Sello del Ministerio de Hacienda del Supremo Gobierno”.

“Señor Ministro de Hacienda del Supremo Gobierno, Comayagua enero 5 de 1862. Sello de la Tesorería General del Estado de Honduras. Con mi parecer fiscal devuelvo al Señor Ministro la solicitud de don José María Fiallos, en representación del señor General Cabañas. Del Señor Ministro atento servidor. (F) Céleo Arias” (Legajo de documentos del año 1862. Archivo Nacional).

Sin reproducir, por ser de notorio conocimiento, los documentos del otorgamiento de la pensión de la Cámara Legislativa del Estado de Honduras del 31 de mayo de 1851, la carta de renuncia desde El Salvador  del 30 de junio de ese mismo año por el General Cabañas y la toma de razón del Ministerio de Guerra del Supremo Gobierno del 17 de julio; podemos concluir que el General Cabañas si solicitó el pago de la pensión acordado por el Congreso de Honduras de mayo de 1851 en la administración de Juan Lindo. El documento descrito nos presenta claramente un Cabañas  con reales necesidades humanas, dejando atrás la soberbia del poder; “de que los enemigos del orden, que siempre están en asedio de cuantos pasos dan los defensores de los derechos populares, para desvirtuarlos, no dejarían de levantar el grito… ya calumniando mis intenciones” (Carta de Renuncia. San Salvador, 30 de junio de 1851). Y sin lugar a dudas, el General si necesitó de la pensión para hacer frente a sus necesidades materiales.

Y concluyó manifestando, que el comerciante José María Fiallos, natural de Comayagua, presentó, además, una solicitud en nombre de Onisefora y Petronila Barrios, esposa del General Cabañas, por valor de cinco mil pesos plata de la mortual del ciudadano Mariano Vela de Nacaome. Esa petición fue aprobada por el licenciado Céleo Arias, ferviente admirador de la personalidad del Benemérito General Soldado Ilustre de la Patria, José Trinidad Francisco Cabañas Fiallos. Ambas solicitudes fueron canceladas, una parte en la administración de José María Medina y en la de Marco Aurelio Soto. Por tanto, en honor a la diosa Clío, k el General José Trinidad Cabañas sí solicitó el pago de su pensión acordada el 31 de mayo de 1851, pese a haber renunciado a ella, provisionalmente.

POR QUÉ LOS CABAÑAS FIALLOS SE FUERON DE TEGUCIGALPA. Y ALGO MÁS 12 agosto, 2012 – 1:03 AM Ismael Zepeda Ordóñez

Una de las debilidades de la Historia como discurso de justificación es cuando se contrasta con la documentación o evidencia del hecho histórico toda su construcción se derrumba y cae hecha añicos. Es una suerte de castillo de naipes ante la fuerza de prueba del documento. Y, eso sucede entre nosotros, cuando revisamos los escasos trabajos biográficos de protagonistas de la historia política nacional. Muchos eventos que destacamos y los consideramos relevantes para resaltar su papel de actores en el escenario nacional, entran en el terreno de la ficción cuando se cotejan con los documentos. La mayoría de los historiadores sabemos que la familia del general José Trinidad Francisco Cabañas Fiallos se marchó de Tegucigalpa hacia Comayagua en 1811. Algunos aseguran que era para estudiar en el Colegio Tridentino (Félix Salgado, 1927)¹, otros, (Alvarado Ordóñez, 1971)², para acogerse al beneficio de amigos verdaderos y gozaba de la estimación de las altas autoridades coloniales. Antes de proseguir, es justo reconocer que algunos de nuestros compatriotas, honrados como próceres y héroes de nuestra nacionalidad y que ocupan un alto sitial en el altar cívico de la Patria; los hemos tratado con mucha delicadeza.

Sentimos vergüenza y un tanto apenados, por no decir desconsiderados, si hablamos sobre la conducta inapropiada de Dionisio de Herrera en el manejo de fondos públicos, sobre las contratas de maderas y la máquina del cuño que Morazán contrató con el Estado hondureño, el peculado de Marco Aurelio Soto o Luis Bográn, o los reconocimientos escandalosos por pérdidas de guerra a Policarpo Bonilla y Manuel Bonilla. Pero algunos hondureños que tienen méritos para figurar en el altar de la Patria son tratados como bandidos. A ellos, Francisco Ferrera y Santos Guardiola, entre otros, los reprochamos inmediatamente sus tropelías y son estigmatizados como enemigos de la Patria Grande o los declaramos antimorazanistas para enfatizar nuestro menosprecio. El mismo José María Medina no ha sido suficientemente valorado en su gestión gubernamental. La primera victoria frente a tropas salvadoreñas en junio de 1845 en el gobierno de Coronado Chávez, no es reconocida en términos militares o políticos en la versión de la historia manejada por pensadores afines al liberalismo como doctrina filosófica, e interpretarse como un intento de darle al Estado nación su configuración territorial. Aun cuando se emitió un decreto legislativo en junio de 1846 que declaró Fiesta Cívica esa efemérides. Igualmente, sucede con el incendio a una parte de la ciudad de Comayagua por tropas salvadoreñas comandadas por el General Trinidad Cabañas Fiallos el año de 1845. No hay comentarios. Solo justificaciones.

Entonces, respondamos: por qué se fueron los Cabañas-Fiallos de Tegucigalpa. Con la documentación revisada podemos concluir: don José María Cabañas se declaró en quiebra, agobiado por las deudas y la persecución de los acreedores. Esta es la razón por la cual esa familia abandonó Tegucigalpa. El historiador don Juan Bautista de la Cruz Valladares Rodríguez, comenta: “Probablemente, a fines del año de 1810 don José María Cabañas se trasladó con su familia a Comayagua, buscando la protección o llamado por el Dr. Fiallos, hermano legítimo de su esposa doña Juana María Fiallos. Estando cerca de tan poderoso protector y pariente, la familia Cabañas-Fiallos debe de haber subsistido con algún desahogo. Prueba de ello es que no hay constancia de que regresaron a vivir de nuevo a Tegucigalpa”³. Quién era ese famoso pariente. Nada menos que el Doctor en Teología Juan Miguel Fiallos, Dignidad de Deán de la Santa Iglesia Catedral, Comisario del Santo Oficio, Juez de Capellanía y Obras Pías, Provisor, Vicario General y Gobernador Apostólico de Comayagua?.

En 1817 don José María Cabañas es requerido por el Alcalde Mayor interino Teniente Coronel Simón Gutiérrez para responder por 6,877 pesos y 7 reales del ramo de diezmos de la Parroquia de Cantarranas durante el trienio (1813-1814 y 1815)?. El padre Comendador de La Merced, Fray Manuel Ignacio González, le reclama pagos de los réditos sobre la Hacienda de Río Hondo por dos hipotecas registradas en 1816, cuyos valores son de 1050 y 1470 pesos. Los réditos por 5 años, entre 1816-1820, eran 400 pesos: “la mencionada Hacienda Río Hondo haya padecido muchos quebrantos y ruinas, que la han hecho disminuir de su valor notablemente”?. En el acta del 25 de septiembre de 1829 de la Municipalidad de Tegucigalpa, se lee: “Los Cabañas Fiallos deben al gobierno 600 pesos por impuestos”. En las listas de deudores de la Real Hacienda de diezmos en 1818 el nombre de José María Cabañas, figura entre ellos. Estas fueron las razones poderosísimas porque la familia Cabañas-Fiallos emigró de Tegucigalpa a Comayagua. Deudas mayores de 10,000 pesos más intereses en las primeras décadas del siglo XIX le quitan el sueño a cualquier, y para evadir la acción de los acreedores la mejor vía era acogerse a la protección del Vicario General Fiallos.

Y lo algo más, es un tema muy espinoso. Está relacionado con la pensión otorgada en mayo de 1851. Muchos comentaristas han llegado al extremo de aprenderse de memoria la carta del General Cabañas rechazando ese beneficio. Que no es nuevo para esa época, considerando sobre todo su rango militar de General de División. Pero negar que no recibiera ese beneficio después de dejar el cargo de presidente, derrocado, es ir contra la prueba documental. Es una especie de oda a la antihistoria. En tal sentido, hay que reconocer que el Capitán General José María Medina le dispensó un trato especial al General Cabañas; ¿para compensar su traición en la defensa de Omoa?, se preguntarán algunos. El 22 de marzo de 1866, Cabañas empezó a recibir los pagos por concepto de pensión conforme al decreto del 31 de mayo de 1851?. En septiembre de ese mismo año recibió 1683 pesos con bonos de Primera Clase, correspondiente al año 1865?. Magín Serra, administrador de la Aduana de Omoa, certifica que ha entregado a cuenta del General Cabañas la cantidad de 303.47 pesos el 3 de julio de 1869, según el decreto de 1851. El trato especial del Presidente Medina al General Cabañas se extendió a su familia. Doña Petronila Barrios de Cabañas y su hermana Onesifora Barrios, viuda de don Mariano Vela, reciben una sentencia favorable a un reclamo de 5,000 pesos y réditos?.

La mano del presidente Medina no es extraña en la resolución a favor de doña Petronila y su hermana. Por eso es explicable, incluso justificado, que la esposa de Cabañas le haya entregado a Medina algunas insignias militares del General¹?. Para 1867 el General Cabañas fue nombrado Tesorero de la Junta Itinerante de Trujillo¹¹. Y finalmente en 1874, el Estado de Honduras liquidó todo lo atrasado por valor de 7,360 pesos, honrando el decreto de 1851. Para 1880, el licenciado Abelardo Zelaya, Ministro de Hacienda, autorizó la liquidación final a favor de la viuda del General Cabañas¹². Por otro lado, la Asamblea Nacional Constituyente de El Salvador también autorizó una pensión a la viuda doña Petronila Barrios de Cabañas Fiallos en 1871¹³. En la liquidación de los beneficios a la familia Cabañas-Barrios, intervinieron como apoderados: Ramón Valenzuela, Adolfo Zúniga, Julio Lozano y Abelardo Zelaya. Concluimos diciendo, que el Estado de Honduras cumplió su deber con el “Soldado Ilustre de La Patria” por los servicios prestados, y hacer honor a la Representación Nacional que emitió el decreto del 31 de mayo de 1851.

Finalmente, no afecta ni se cuestiona la integridad de la persona del General Cabañas el haber recibido una pensión que autorizó el Congreso Nacional en 1851. Ni demerita en toda la profundidad su compromiso por la honestidad, buen gobierno y probidad administrativa; sino que nos hace comprender a un hombre cuya integridad está amparada en la ley. No queremos héroes de oropel ni de juegos pirotécnicos. Queremos hombres que nos enseñen todas las vicisitudes que enfrentamos como mortales en nuestras vidas. Esa debe ser la lección. Los héroes y próceres inventados por el fundamentalismo histórico, tarde o temprano, empiezan a presentar fisuras en sus estatuas: Debemos apostar a hombres que conquistan su papel en la historia a base de integridad, lealtad, sacrificio y lucha. Estos parámetros deben ser para elevarlos al sitial de la Patria. Y entre esos esta, indudablemente, José Trinidad Cabañas. Porque esa debe ser la fuente de nuestra identidad nacional y nuestra conciencia histórica. ¡Saludos, General!

REFERENCIAS:

  • Salgado, Félix. Compendio de Historia de Honduras. (1927), p.111
  • Alvarado Ordoñez, Miguel Antonio. Revista de la Academia Hondureña de Geografía e Historia. Tomo LIV. Enero-marzo de 1971. No. 3. P. 18
  • Valladares Rodríguez, Juan. Raíces hondureñas del General Cabañas. Revista Extra. Año XI. Junio de 1971. páginas 15-17. Tegucigalpa. Reproducido en “Anales Históricos”. La Tribuna. 19 de junio de 2011.
  • Caja 134. Documento No. 4692. 1817. Archivo Nacional.
  • Caja 116. Documento 3750. Folio 52. Archivo Nacional.
  • Caja 147. Documento 5438. 1820. Archivo Nacional.
  • Carpeta 147. Libros Copiadores de la Contaduría Mayor del estado. 1865-1866. Archivo Nacional.
  • Ídem, Folio 326, V
  • Caja 151, Folio 298. 8 de junio de 1867. Libro Copiador del Supremo Gobierno. A.N.H.
  • Morán, John. José María Medina. Capitán-General y Presidente de Honduras. Esclarecimiento de su personalidad. (2002). Centro Editorial. San Pedro Sula. P, 39.
  • Caja 158. Libro de Alcabala de Trujillo. Libros Copiadores. A.N.H.
  • Carpeta 3. Libro 17-1880/17. Correspondencia de Hacienda. Libros Copiadores del Supremo Gobierno. A.N.H.
  • Anales del Archivo Nacional. No. 4. Año II. Octubre, 1968. P.64

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