DOCTOR HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

 

Jesús R. Mercader Uguina Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Carlos III de Madrid continua  declarando: El economista Vassily Leontief  (premio Nobel de Economía y famoso por su paradoja) afirmó que “el papel de los seres humanos como factores más importantes de la producción queda disminuido de la misma forma que inicialmente el papel de los caballos en la industria agrícola luego de ser eliminados por la introducción de los tractores”.

Pero los seres humanos, por fortuna, no son los caballos, por lo que seguirán siendo una parte importante de la economía. Incluso si el trabajo humano se convierte en menos necesario, los seres humanos, a diferencia de los caballos, podrán impedir llegar a ser económicamente irrelevantes. Por ello, concluía, que “alegar que los trabajadores desplazados por las máquinas encontrarán necesariamente empleo en la construcción de dichas máquinas no es mucho más sensato que considerar que los caballos desplazados por los vehículos mecánicos pueden ser empleados directa o indirectamente en distintos sectores de la industria automotriz”.

Schumpeter señalaba con acierto que la innovación y la tecnología juegan un papel primordial como motores del crecimiento económico. Clásicamente,  la innovación se asocia a la tecnología y aunque la innovación va mucho más allá, lo cierto es que en estos momentos el progreso tecnológico posee un indudable protagonismo. Desde una perspectiva económica, la innovación puede proyectarse sobre los productos o sobre los procesos operativos o comerciales o, incluso, podemos hablar de innovaciones organizativas. Los estudios empíricos indican en general que la innovación en productos genera empleo mientras que la innovación en procesos destruye empleo. La industrialización –siendo un proceso de innovación de proceso– ha generado en los países más avanzados un aumento importante de la productividad y, por ende, ha permitido en estos países un nivel de vida antes impensable. Pero este aumento de productividad ha conllevado de forma ineludible un efecto negativo sobre la cantidad de empleo en los sectores donde se aplican estas innovaciones de proceso.

Con la opinión favorable de Schumpeter aunque subyacente hacia los robots el Caballero Comendador de la Orden de San Gregorio Magno título otorgado por el Papa Juan Pablo II al líder sindical a nivel mundial, sin la menor duda que él se levantaría de la tumba con el propósito de arengar negativamente a sus compañeros de lucha por la indolencia frente al impacto que la tecnología está causando en la clase trabajadora que eufemísticamente los llaman “un nuevo instrumente de producción”.

Contrapesos a los robots Peter Woolford, presidente de Clairmark Consulting, dijo que actualmente hay puntos de trabajo en donde la figura del empleador está desapareciendo, como es el caso de plataformas como Uber o Airbnb, lo que hace necesario que los sindicatos cambien sus formas tradicionales. En respuesta, Philip Jennings, secretario general de la anteriormente Union Network International federación sindical mundial de habilidades y servicios, que reúne a sindicatos nacionales y regionales. Sus más de 900 sindicatos afiliados en 140 países tienen 20 millones de miembros. La oficina central se encuentra en Nyon, cerca de Ginebra, Suiza. (Wikipedia) reconoció que la tasa de sindicalización mundial es alrededor de siete por ciento en promedio y algunos humanoides como “Pepper” están siendo empleados en bancos o para vender cerveza.

La anterior dinámica ha generado dos líneas de pensamiento. En un primer grupo se encontrarían los tecnoptimistas que considerarían la robotización como un “gran bluff ”. Para ellos, el resultado neto entre destrucción de empleo y creación de nuevos empleos de las tres revoluciones industriales pasadas es que al tiempo que creció la productividad creció el empleo. El progreso técnico ha provocado un cambio estructural masivo: en 1900 el 41% de empleo en EE.UU. y el 63,6% en España estaba en la agricultura. Cien años más tarde estos porcentajes habían caído al 2% y al 6,9% respectivamente. Sin embargo, con menos empleo la producción es mucho mayor gracias a las máquinas y al progreso técnico. El efecto final durante buena parte del S.XX fue un aumento de la productividad y de los salarios reales, sobre todo, tras la segunda revolución industrial, sin que aumentara el desempleo. Al contrario, la evidencia para muchos países es que cuanto más rápido crece la productividad tendencialmente menor es la tasa de desempleo como, por ejemplo, en EE.UU o España en los años 60 y 70. Lo más probable es que esto siga sucediendo, es decir que la economía dinámicamente genere nuevos empleos y nuevas necesidades a medida que hay exceso de trabajadores en algunos segmentos. Además, muchos empleos simplemente nunca se automatizarán: bomberos, fisioterapeutas, ortodoncistas. La garantía del tiempo libre: desempleo, robotización y reducción de la jornada laboral, consultado en:  El impacto de la robótica y el futuro del trabajo otros nuevos: científico de datos, programadores, diversos perfiles del campo de la ciberseguridad, consultor de sistemas de big data, desarrolladores, etc. De este modo se afirma que cada trabajo creado en sectores high-tech (alta tecnología) crea 4,9 empleos en sectores de bienes no comercializables y que el futuro contiene ocupaciones que nos parecerán tan extrañas como muchas de las actuales a nuestros abuelos. Así el Conseil d’Orientation pour l’Emploi (concejo de orientación laboral) ha señalado que las estimaciones de los riesgos de la automatización y digitalización no tienen en cuenta que los empleos actuales van a cambiar, ni la creación de empleo directa e indirecta derivada del cambio tecnológico del sistema de mercado libre en el que las posiciones temporales son comunes (“gigeconomy”) nuestra falta de imaginación es en gran parte responsable del pesimismo actual. En suma, lo que ha hecho el progreso técnico no ha sido reducir el empleo, sino cambiar su composición, pero la gran cuestión es si estos nuevos puestos de trabajo se crean con la suficiente rapidez para reemplazar los puestos de trabajo perdidos. Por ello, un segundo grupo lo integrarían los tecnopesimistas, para quienes si bien históricamente la incorporación de la máquina ha sustituido más que destruido el empleo, el cambio al que nos enfrentamos esta vez sí va en serio y puede producir una destrucción masiva de puestos de trabajo.

Tanto Jeremy Rifkin como Martin Ford dan cifras escalofriantes: están en riesgo 90 de 124 millones de empleos a escala global; el desempleo tecnológico en los países industrializados podría llegar hasta el 75%. Otros informes también se sitúan en esta línea, en algunas industrias llegarán hasta un 40% de robotización. Se ganará en productividad de manera impresionante y el concepto de competitividad cambiará. El Foro Económico Mundial sobre el futuro del trabajo advierte de que, entre los años 2015 y 2020, la digitalización de la industria puede conllevar la desaparición de 7,1 millones de puestos de trabajo y la creación de 2,1 millones de nuevos empleos. Los expertos de Caixa Bank Research pronos Bentolila, S. y Jimeno, J. F., ¿Nos van a quitar las máquinas de trabajar?, consultado en: Jesús R. Mercader Uguina tican que “un 43 % de los puestos de trabajo actuales en España tienen un riesgo elevado de ser automatizados a medio plazo”. A medida que la economía lentamente se reactiva, este componente de desempleo tecnológico puede pesar más de la cuenta: muchos puestos de trabajo que se destruyeron ya no volverán jamás; serán sustituidos por máquinas más eficientes. El informe “A future that works” elaborado por Mckinsey Global Institute alcanza unas soluciones más moderadas pero que, no por ello, generan menos incertidumbre. Dicho informe, estima en términos generales, que el 49% de las actividades que son remuneradas en la economía global tienen el potencial de ser automatizadas si se adaptan las tecnologías probadas en la actualidad. Aunque menos del 5% de las profesiones pueden ser totalmente automatizadas, cerca del 60% tienen por lo menos un 30% de actividades automatizables. La incorporación de nuevos procesos tecnológicos lleva no solo a una pérdida de empleo sino también produce un segundo efecto: la “polarización de la ocupación”. Esto es, la pérdida progresiva de puestos de trabajo en los sectores con salarios medios. Una de las principales teorías para explicarlo viene, precisamente, de la mano de la incorporación de las nuevas tecnologías. Las mismas han disminuido la demanda de trabajadores que realizan tareas rutinarias que pueden ser mecanizadas fácilmente, a la vez que ha incrementado la demanda relativa de los puestos de trabajo que mantienen una cierta ventaja sobre la tecnología, ya sea porque precisan de mayor creatividad o porque requieren habilidades manuales o interpersonales. Pero la polarización podría llegar más lejos e incluir a sectores altamente cualificados. Buen ejemplo es el robot Watson. Este sistema de tecnología cognitiva que ha construido IBM permite que el robot pueda entender y responder preguntas complejas, planteadas en lenguaje natural, con suficiente precisión y velocidad para competir contra algunos Al respecto, CES, Informe sobre competencias profesionales y empleabilidad, Madrid, CES, 2015, p. 24-30. El impacto de la robótica y el futuro del trabajo de los humanos con más conocimientos del mundo. Además, se adapta al individuo que lo usa, con capacidad de relación y razonamiento y también de aprender de la experiencia. Watson es el primer uso de un robot cuyo cerebro no es otro que Watson y podría convertirse en un sustituto a largo plazo de los abogados y a medio y corto plazo en una eficaz herramienta de control del razonamiento jurídico.

 

Watson es ahora un robot: así es el primer cuerpo del superordenador más famoso del mundo

 

La idea puede resumirse pragmáticamente: “Every minute you spend on legal research is time you can’t bill for”. (cada minuto que dedica a la investigación legal es tiempo que no puede facturar)

En esta misma línea el 5 de enero de 2017 el diario El País informaba que la aseguradora japonesa Fukoku Mutual Life ha reemplazado a 34 empleados de oficinas, los denominados de cuello blanco, por un sistema de inteligencia artificial basado en el IBM Watson Explorer, capaz de calcular los pagos a los asegurados el software instalado leerá decenas de miles de certificados médicos, duración de las estancias en el hospital, las historias médicas y cualquier procedimiento quirúrgico antes de calcular los pagos sin perjuicio de que las sumas no se pagarán hasta que sean aprobadas por un miembro del personal. Añade la noticia que “este no es un caso aislado. Según un informe del de 2015 el Instituto de Investigación del Nomura Holdings, Inc. que es un holding financiero japonés y un miembro principal del Grupo Nomura, cerca de la mitad de los trabajos en Japón podrán ser realizados por robots en 2035”. En todo caso, tenemos ya la oportunidad de calcular la probabilidad de automatización de nuestras actividades a día de hoy. La página web Will robots take my job?, lo permite. Para saber si un puesto de trabajo corre peligro, el usuario tiene que escribir el nombre de su profesión y seleccionarla en una lista de trabajos relacionados. Seamos tecno-pesimistas o tecno-optimistas el ser humano deberá diferenciarse de un robot en las tareas tanto personales como intelectuales que desarrolla. La cualificación profesional resulta, en este escenario, un factor fundamental. De enorme interés son los resultados del “Informe ADECCO (2016) sobre el futuro del trabajo en España”) pone de manifiesto la impresión mayoritaria de que los nuevos tiempos van a reparar menos en la experiencia del candidato a ocupar un determinado puesto de trabajo y que se valorarán, por encima de otras circunstancias, las habilidades y capacidades emocionales de un candidato específicamente preparado para un puesto concreto.

De acuerdo con el mismo, los expertos en recursos humanos encuestados, entre los que se encuentran responsables de Recursos Humanos de diferentes compañías nacionales e internacionales, creen que las cualidades que deberán reunir los trabajadores en 2025 estarán enfocadas a habilidades transversales que compartan todos los perfiles, independientemente de rangos o de formación concreta. Los criterios de selección del personal más relevantes serán, principalmente, las habilidades personales y las actitudes, les seguirán las competencias transversales resultando cada vez menos relevante la formación académica y la experiencia previa. ¿Soportará nuestro modelo de trabajo la disrupción digital?: Las soluciones para abordar estas nuevas necesidades son diversas pero para plantear respuestas efectivas es necesario partir de una visión real de la situación. En relación con el mercado de trabajo, se vierten con cierto desenfado algunas afirmaciones cuestionables desde la perspectiva económica: “El progreso tecnológico destruye empleo, si las máquinas hacen el trabajo, habrá menos trabajadores ocupados”. “Solo reduciendo la jornada de trabajo, mejorarán las oportunidades de empleo de los parados”. Detrás de las anteriores afirmaciones está la denominada falacia de la cantidad fija de trabajo. Las falacias constituyen argumentos incorrectos, defectuosos y engañosos, es decir, argumentos de los que ya Aristóteles aseguraba que solo tienen la “apariencia” de tales. Pero es, precisamente, su condición de “argumentos aparentes” lo que los convierte en temibles fuentes de confusión. “Las reducciones forzadas de la oferta de mano de obra para combatir el paro”, (Cuadernos de Ciencias Económicas y Empresariales, núm. 5, 1979, págs. 199-230. En el blog “Nada es gratis” la entrada, Aprendiendo a sumar (I): La falacia de la cantidad fija de trabajo). El impacto de la robótica y el futuro del trabajo determinada exógenamente constituye una de las falacias más conocidas en Economía y, sin embargo, más repetidas en muchas de las propuestas de políticas de empleo. Otro nombre para la falacia en cuestión es “falacia de suma cero”. En la teoría de juegos, un juego suma cero es aquel en el cual la suma del bien ganable de todos los jugadores permanece constante. En otras palabras, todo lo que un jugador gana, es perdido por otro u otros jugadores. El error es creer que la cantidad de trabajo es fija, como un pastel y que, por tanto, de lo que se trata es de repartir bien el pastel para que haya para todos. El error estriba en que no hay tal cosa como una cantidad de trabajo establecida de antemano y los empleos son creados por la inversión en función de la productividad. Si fuera así, bastaría con reducir por ley las horas de trabajo para acabar totalmente con el paro. Implantar medidas como los fines de semana de tres días se convierte, en una solución a corto plazo, en algo esencial para que la vida sea viable en unas condiciones económicas diferentes, pero probablemente los problemas en el futuro lleven consigo retos más profundos. Hacen falta más respuestas pero lo cierto es que las preguntas también han cambiado.

 

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