Por: Elsa Ramírez

La enciclopedia Wikipedia describe el secuestro exprés, “como una modalidad de secuestro extorsivo. Aunque es premeditado, se realiza de forma aleatoria, sin conocimiento de a quien se secuestra.”

Se caracteriza por un secuestro de corta duración, con el fin de obtener de la víctima todo el dinero posible, ya sea de sus cuentas bancarias o del dinero disponible en efectivo que porte al momento del secuestro.

Es fácil confundirlo con un asalto normal. La poca confianza en las autoridades y la participación de las mismas en este delito influye en el ánimo de la víctima para denunciarlo.

A diferencia del secuestro normal, está enfocada a cualquier persona que no tenga medios para pagar por la seguridad privada para protegerse.

Yo había escuchado a algunas personas decir que les había ocurrido el llamado secuestro exprés, pero jamás me imaginé que esto me podía pasar a mí, y así fue, un nefasto día, me dirigía hacia mi lugar de residencia, cuando abordé un taxi colectivo en un punto de la ciudad, me sucedió lo del llamado paseo millonario, un caso particular de secuestro exprés. Fui privada de mi libertad en el momento en que abordaba dicho medio de locomoción, el conductor del vehículo se detuvo más adelante y subió a un pasajero en el asiento trasero, quien ocupó el espacio disponible justo a mi derecha, luego este sujeto con  una arma de fuego, nos intimidó y obligó al conductor a que girara a su izquierda y nos obligó a la señora que iba adelante y a mí, (porque la dama que venía a mi izquierda,  era cómplice junto con el conductor y el delincuente que en ese instante nos estaba amenazando: siga leyendo, amiga o amigo,  que más adelante se dará cuenta porqué).

Pues bien, inmediatamente el conductor gira a la izquierda y el delincuente nos obliga a que bajemos la cabeza y que cuidadito lo miramos porque sino quien sabe cómo nos va, enseguida coloqué mi cabeza en posición baja pero orando en silencio y pidiéndole a Dios que por favor éste hombre no fuera a atentar contra mi vida, mientras él coloca el cinturón a la persona que va en el asiento delantero y pone el seguro en la puerta, para evitar que la persona huya, procediendo a despojarla de todas sus pertenencias; hasta ese instante no tenemos idea por donde vamos.

Luego siento que coloca sus manos sobre las mías. En ese instante alcé mi cabeza y lo miré fijamente, de pronto recordé sus palabras amenazantes “cuidadito me miran, agachen la cabeza” y de inmediato dejo de mirarlo y le entrego todas mis pertenencias, las que para mí eran de gran valor, como los anillos, el reloj, el teléfono y unos aretes muy lindos que me obsequió una amiga a la que guardo singular aprecio.

Se pueden imaginar que este individuo me devolvió los aretes porque consideró que no tenían ningún valor, luego no convencido empezó a buscar dentro de mi cartera, yo asustada, por supuesto y temblando del miedo, en vos suave le dije “por favor llévese todo, pero déjeme los documentos personales y dinero para regresar a mi casa”, él a gritos me dice “pero ¿cómo es posible que no andes dinero” y esta tarjeta… donde está el pin…? Por un instante mi respiración se detuvo, pensé que moría… solo recuerdo que le dije, allí no hay nada, no estás viendo la tarjeta que está en cero… _yo camino una tarjeta de débito que es donde me depositan mi jubilación_ acto seguido revisa mi teléfono móvil le saca la batería y me entrega el chip…

Para finalizar, le da orden al taxista que se detenga y grita “bájense las dos que acabo de registrar”, mi respiración se detiene de nuevo y estoy como en shock, luego observo a la mujer que está a mi lado, muy tranquila, a la cual él no registró y reacciono inmediatamente y me bajo, después este sujeto tomó del cabello a la señora que iba al lado del conductor y la arrojó sobre la grama; en ese instante yo sentí que nos disparaba, pero no, por la gracia de Dios,  el  delincuente se subió al taxi y arrancó junto con la mujer que iba a mi lado a la cual no registró,  o sea que los tres eran cómplices.

A diario se registran secuestros exprés, sin que la policía tome cartas en el asunto, los que viajamos en bus o taxi, ya no hayamos que hacer porque al igual si andamos a pie, también corremos el riesgo de que nos asalten, tampoco tenemos dinero para pagar guarda espaldas que es lo que están haciendo los poderosos para su protección.

Nota de la edición:

Diariamente las mujeres son víctimas de éstos delitos, algunas además del asalto sufren violación seguida de asesinato o torturas, ante la cultura de miedo que tiene sometido al pueblo hondureño, la mayoría no denuncian porque creen que no sirve de nada o que la identidad de las víctimas y denunciantes podría ser revelada desde las autoridades a los criminales. Es necesario promover la cultura de denuncia y recuperar la confianza en las autoridades.

 

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