San Pedro Sula, Honduras La realidad que vivimos en Honduras a veces nos deja sin palabras. La exhibición de casos de corrupción y las listas de nombres a las que casi nos estamos acostumbrando han causado un tremendo impacto en la población hondureña y algo de esperanza de acabar con la causa de la mayoría de los males: la corrupción.

Probablemente después del asombro y la expectación de ver resultados concretos pasemos al desencanto, y ese sentimiento puede acrecentarse peligrosamente.

 Los acontecimientos paralelos no ayudan en nada. Para ejemplo, la crisis en el sector transporte, en la que se llevó a cabo la negociación entre una parte del sector y el Gobierno, con soluciones parciales que afectan al pueblo, que ahora tendrá que pagar el incremento por utilizar un servicio de muy mala calidad.

‘Divide y vencerás’ sigue siendo una estrategia de negociación exitosa, demostrada de manera especial en Honduras, donde la ambición prospera más que las soluciones verdaderas. Sabemos dividir, pero hay que tener cuidado porque también podemos estar multiplicando un descontento que podría convertirse en algo incontrolable.

En el mundo actual, aun en nuestra pequeña porción de él, de calles de polvo y caminos de herradura, coexiste la supercarretera de la información, en la que se vuelve tan difícil tapar el sol con un dedo. Ese es el ingrediente adicional que hace tan complejo el escenario para los estrategas políticos.

Un poco de prudencia nos viene bien a todos, pero no solamente a la población en general, a la gran masa, sino también a nuestras autoridades. Las palabras no se las lleva el viento, hoy más que nunca quedan registradas y pueden ser fácilmente contrastadas a la vuelta de la esquina. La arrogancia es muy mala compañía hoy por hoy, pero aún no parecemos tomar conciencia de eso.

Es posible percibir que el pueblo pasa de la expectación al desencanto y finalmente al escepticismo. La incredulidad se ha enraizado en nuestra nación, el desprestigio de las instituciones públicas y de muchas organizaciones privadas ha creado esta nueva Honduras.

La escasez de liderazgo es grave, más allá de la politiquería barata y sucia, en la que es más importante asegurarse un lugar en la fila de turnos para cargos públicos que desarrollar las capacidades para el buen desempeño, por eso vemos a las mismas personas cambiando de cargos, como si fuesen todólogos. La preparación no se necesita, lo que cuenta son las recomendaciones.

Así, al menor despunte de alguna figura de cualquier sector, surgen situaciones que merman su reputación. A mediano y largo plazo, ese es un tema que debe ocuparnos para disminuir la creencia de que no hay opciones, que genera el conformismo y la actitud de ‘dejar hacer, dejar pasar’. La prudencia, entendida como cautela, moderación y buen juicio, debe ser nuestra mejor aliada para que sepamos discernir entre lo importante y lo urgente. Más que entretenernos debemos resolver grandes asuntos pendientes.

En la mitología griega, Pandora abrió la caja obsequiada por Zeus, de la que escaparon todos los males para esparcirse por doquier; únicamente quedó la esperanza, el único bien que se encontraba en la caja. El mito señala que desde entonces, la esperanza acompaña a los hombres y es ‘lo último que se pierde’. Conociendo la procedencia del nombre del caso Pandora podemos comprender el acierto con el que nombraron esta investigación, pues saldrán otros males de las investigaciones, ya lo han advertido, procuremos conservar un poco de esperanza y mucho de prudencia.

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