Los últimos acontecimientos en la escena político-social, han generado una multiplicidad de interpretaciones sobre factores electorales, políticos, ideológicos e institucionales, que pretenden encajar las posibles causas y efectos, auscultando las justificaciones a las diversas reacciones sociales polarizadas que han dejado en evidencia una debilidad sistémica, que se viene arrastrando desde hace aproximadamente una década. Una visión muy particular del fenómeno considera este servidor, debe basarse más en elementos descriptivos-objetivos, dejando fuera cualquier valoración subjetiva.

     En una primera línea de pensamiento, este debilitamiento sistémico no es un factor único o aislado a nuestra realidad, partiendo de una descripción geopolítica contemporánea, desde la firma del Tratado de Maastricht más conocido como Tratado de la Unión Europea, firmado en un palacio cercano al Río Mosa en la Ciudad de Maastricht, Provincia de Limburgo -una de las doce provincias del Reino de los Países Bajos- el 07 de febrero de 1992, que entró en vigor el 01 de noviembre de 1993, en 16 años posteriores a la integración ni los más escépticos, visualizaron que la recesión económica producida en Estados Unidos de América en el 2009, impactaría en la Unión Europea.

    Cerca de 11 países de la Unión Europea de los 28, Grecia, Irlanda, Estonia, Letonia, Reino Unido, Italia, Suecia, Dinamarca, Luxemburgo, Portugal y España, mostraron una considerable disminución en sus tasas de crecimiento anual después de esa fecha. Este debilitamiento sistémico de la Unión Europea, le impondrá al Reino Unido bajo los términos del Brexit un pago de cerca de USD$ 47,000 a USD$ 52,000 millones de dólares, que deberá pagar el Reino Unido a la Unión Europea el día 29 de marzo del 2019, cuando se retira de Unión Europea.

    La Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y algunos países de la Unión, invirtieron cerca de 110,000 millones de euros, para superar la crisis en Grecia. Cerca de 85,000 millones de euros para superar la crisis en Irlanda. Más de 78,000 millones de euros para superar la crisis en Portugal y todo debido al exceso en el gasto público y privado, endeudamiento y desigualdad en esos países. Último factor de análisis, es la crisis generada por los independistas catalanes, en una de sus peores crisis institucionales y sociales, puede costarle a España 2,5 de su producto interno bruto, esto significaría un decrecimiento al 2019 de menos del 60% de la economía española.

    A su vez, en un escenario previo de crisis mundial producido por la tensión que genera el cruce de información diplomático-militar entre Estados Unidos de América y Corea del Norte, las piezas del ajedrez para este 2018-2020, estarán orientadas a una recomposición de los países amigos y enemigos, en los que la principal atención está fijada de ante mano en la posición de Rusia y de China, respecto a este latente conflicto, que puede cambiar de ruta ante la excelente diplomacia americana en estos temas. En una segunda línea de pensamiento, el debilitamiento sistémico en Latinoamérica se debe a un aspecto de desigualdad social amplificado por el fracaso de los partidos políticos.

    La Carta Democrática de la OEA del 11 de septiembre del 2001, que establecía la importancia de fortalecer a los Partidos Políticos como vehículos esenciales para acceder al poder en procesos electorales, con valores y prácticas democráticas, parece un discurso subrepticio que no fue dimensionado en su verdadero contexto en el continente. Ello, ante la falta de discurso, ideología, coherencia y comunicación de la propuesta partidaria dirigida al elector. Se abandonó la figura del político que lograba persuadir a los ciudadanos con sus ideas plasmadas en un discurso en la plaza pública, en el café, en el bus, y se sustituyó por el político “outsider”, el de photoshop, que en sus discursos evidenciaba incultura y menosprecio a sus opositores.

   Ese tipo de políticos, me recordó a una obra llamada la “Teoría y Estructura Sociales” de 1949, escrita por el sociólogo norteamericano Robert Merton: “puede considerarse desde el punto de vista sociológico como un síntoma de disociación entre las aspiraciones culturalmente prescriptas y los caminos socialmente estructurales para llegar a ellas”, ante el fracaso de los ciudadanos de no alcanzar esas metas culturales y sociales: éxito, se produce una tensión entre las segmentos sociales que generan conductas desviadas, debido a que si por medios legítimos no se puede alcanzar el éxito se tendrá que recurrir a medios ilegítimos –delitos-, competencia al que llegan ganadores y terminan disociados los perdedores.

    Son aspectos centrales que merecen reflexión en todos los escenarios nacionales e internacionales, porque los Partidos Políticos en Venezuela, Bolivia, Guatemala, Brasil y Argentina, han recurrido más a candidatos con cierta imagen pública en otros campos, que a la propia formación de liderazgo desde la base de sus estructuras partidarias. Una vez alcanzando el gobierno, desprovistos de total conocimiento de la gestión pública, producen desestabilización, malformación del sistema democrático y descrédito de las instituciones públicas. Impactando negativamente en las democracias.

     En síntesis, hay aspectos geopolíticos de debilitamientos sistémicos en todo el mundo, agendas condicionantes de crisis de los estados, de costos económicos para superarlas, de recomposición de fuerzas por controlar el poder en el mundo, donde el contexto de ubicación de Honduras, en estos diversos planos, representan adoptar una posición, definir retos e identificar desafíos a los que debemos enfrentarnos en los próximos años.

Hermes Faustino Ramírez Ávila
Doctor en Ciencias Penales
Catedrático de Derecho
E-mail: hermes_fra82@outlook.com

    

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