(Choluteca 22 de noviembre, 1777/Guatemala 2 de marzo, 1834)

Elsa de Ramírez

José Cecilio del Valle aparece en el escenario histórico-continental del siglo XIX como uno de los más preclaros hombres que el nuevo continente entregó al mundo; así lo describen los más connotados historiados y contemporáneos de su época, al estudiar su egregia personalidad intelectual en el ámbito centroamericano en donde ocupa un lugar cimero por sus relevantes méritos y virtudes que lo encumbraron por lo más alto de la cultura entre ellos: Matías Funes Valladares, Rafael Leiva Vivas, Eliseo Pérez Cadalso y otras sobresalientes figuras de la intelectualidad nacional.

Del Valle ubicaba a los seres humanos en seis escalas: “Primero el que ilustra; segundo el que siembra; tercero el que fabrica; cuarto el que transporta; quinto el que defiende a la sociedad de que es individuo y; sexto el que concilia y excusa pleitos.

Valle siempre señaló el contraste entre la riqueza natural de la región dotada de diversidad de climas, de tierras fecundas y ricos minerales, y la carencia de cuadros humanos capaces de construir el Estado moderno que las circunstancias exigían. Sobre la base de esa necesidad reclamaba en cada momento que se enseñara la ciencia de gobernar, como se enseña el arte de hacer zapatos. Pero de acuerdo a su visión, la teoría científica o política no debía diseñarse sobre la base de abstracciones no partiendo de observaciones concretas, en el entendido que aquella no  es algo permanente sino que, por el mismo movimiento de la realidad puede ser sustituida o superada por cualquier otra teoría.

Consideraba que los gobiernos, lejos de mantener frente a ellas una actitud quieta o represiva, debían potenciarle sus facultades dormidas, porque entonces “Se multiplicaría el trabajo, origen de la riqueza; se disminuiría  el número de ociosos, y daría ocupación a los vagos; se socorrería las necesidades públicas: se levantarían centros de educación donde se formarían los sentimientos del joven para prevenir los delitos del hombre. Digno es destacar que Valle lejos de criminalizar a la juventud a la usanza de hoy, exigía para ella espacios que la dignificaran en su presente y en su futuro, al tiempo que era enfático en señalar el papel de rehabilitar las cárceles, hogaño convertidas en fábricas de más y peores delitos.

Estimaba que existen tres tipos de desigualdad: la de la riqueza, la de estado y la de instrucción que, aunque no van a desaparecer del todo, por lo menos pueden disminuir gradualmente, y en ello tiene que influir, aparte del gobierno, “el poder social”, expresado entre otras formas, a través de instituciones privadas encargadas de velar por los ancianos, los niños huérfanos y las mujeres viudas. Aquí Valle se refiere a lo que en nuestro tiempo se llama “sociedad civil”.

Confesaba: “Ni la riqueza, ni el poder, ni los cetros o coronas me hacen ilusión. Los sabios son para mí los primeros seres de la especie humana. Cada uno tiene su escala, y esta es la mía.”

De acuerdo a su pensamiento, la principal riqueza no es de tipo material, sino la encarnada en la propia humanidad, y dentro de ésta los de más valor son los sabios. En sintonía con tal idea estimaba que el siglo XVIII era el de la regeneración y, como parte de la misma, creía que los sabios debían empezar a gobernar.

Enunciaba que “El hombre no pasa jamás de un punto a otro sin tocar los intermedios. La diferencia que distingue al genio del talento vulgar es la que hay entre el águila y el reptil. Ambos tocan los puntos de su carrera pero la una los atraviesa volando, y el otro arrastrándose”.

También decía: “Cada siglo, ha ido mejorando o multiplicando la ciencia y las artes; y cada ciencia y arte ha ido aumentado las riquezas y comodidades. El siglo XV presentó el arte de la imprenta”; El XVI  el Nuevo Mundo, la cochinilla, el añil y el tabaco; el XVII el telescopio, el barómetro y el termómetro; el XVIII una filosofía nueva; y el XIX, la independencia de la América y experiencias importantes de teorías y sistemas. El XX hará otro presente de interés más grande. Los que le sigan serán superiores;  y marchando sucesivamente, yo no sé hasta dónde llegarán los adelantos de las ciencias, los progresos de la riqueza, la mejora de los pueblos y las perfecciones de la especie.”

Sobre la educación expresaba: “Años ha que conozco la importancia de la educación, especialmente en América. Cada día me convenzo más de su necesidad en esta república, menos adelantada que otras en los ramos precisos de instrucción. El sistema adoptado de gobierno exige muchos funcionarios ilustrados y morales; y no es posible suponer tantos hombres de luces en unas provincias que acaban de salir del caos de oscuridad donde los tuvo tres siglos el genio español”.

José Cecilio del Valle nació en Honduras, para orgullo de la centro americanidad y porqué no, del panamericanismo virtual.

 

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