Por: Romulo Emiliani.

“Ante las calumnias vertidas contra el cardenal, allí están las cuentas de la Universidad Católica. Cada cuatro meses, a cada obispo se le asignan cien mil lempiras, como una donación u ofrenda de la Universidad Católica, que ningún obispo usa para cosas personales.

Cada diócesis tiene seminario menor, dos tienen Seminario Mayor, muchas comunidades religiosas femeninas que el obispo mantiene, comedores escolares, parroquias muy pobres que asistir, gastos de combustible y mantenimiento de vehículos, pago de jubilación y medicinas de los sacerdotes, construcción de templos, obras sociales, etc. Están las diócesis generalmente en rojo.

El cardenal, fundador de la Universidad Católica, recibe un millón y con eso y otras entradas mantiene el Seminario Mayor con 57 seminaristas, pagando unos 400,000 lempiras mensuales.

La curia metropolitana consume entre salarios y otros gastos 140,000 al mes. También cada mes salen 207,000 lempiras para pagar los estudios de especialización, alimentación y hospedaje en Europa de cinco sacerdotes diocesanos. Diecisiete mil lempiras se pagan en Seguro Social, 160 mil lempiras en ayuda a obras sociales.

La Arquidiócesis cuenta con 152 sacerdotes, algunos ancianos y enfermos y a 30 de ellos que trabajan en área rural se les da un bono mensual. Tiene 140 religiosas y las que trabajan en pastoral reciben una asignación mensual. Solamente la construcción de casas curales, templos, compra de vehículos, mantenimiento de edificios y eventualidades que nunca faltan, implica un gasto enorme y que no registramos aquí.

¿Acaso es un delito o pecado que la Universidad, de su superávit o ganancias lícitas transfiera bienes a las iglesias particulares o diócesis para ayudar a evangelizar? ¿Está robando el cardenal? ¿Los obispos estamos haciendo mal uso de esas ofrendas? ¿Quién se atrevería a probarlo? Ahí están las cuentas de la Universidad Católica, las han publicado y no hay nada que esconder. Llamar a alguien ladrón significa que ha tomado de manera ilegal, impropia, engañosa, sin autorización, fondos de otros perjudicando de una manera u otra el patrimonio ajeno. Ese no es el caso del señor cardenal. Se sigue de manera obsesiva tratando de dañar su persona. ¿Con qué fin? ¿Quién puede probar que es ladrón?

Veamos una posible causa de tanta persecución. Se le ha acusado de golpista, de que él de una manera u otra fue protagonista de la caída del presidente Zelaya. Eso no es cierto. Nosotros como Conferencia de Obispos, a una semana de los acontecimientos estudiamos el polémico y traumático asunto y lanzamos un comunicado que fue leído por él con la intención de que fuera en cadena radial y televisiva de la Iglesia. El gobierno de turno inmediatamente asumió el control de las emisiones elevándolas a cadena nacional del Estado y de manera repetitiva.

La percepción fue que estábamos involucrados con los autores de la caída presidencial. No tuvimos nada que ver con el golpe de Estado o sucesión constitucional, como otros dicen. Es más, yo siempre he dicho que es un gran fallo no tener la figura jurídica de juicio del Congreso a un presidente, como Brasil, Estados Unidos y muchísimos países poseen. De haberse dado eso, nos hubiéramos ahorrado tantos sufrimientos, embargos económicos, juicios de tantas naciones en contra de Honduras. Y además fue anticonstitucional sacar al Presidente en avión a Costa Rica.

Hay otra causa que se da más en otras esferas, pero que son aprovechadas malignamente en este caso. Hay una conspiración en algunos centros de poder que tiene la Iglesia para defenestrar al señor cardenal del cargo que ocupa de jefe de la comisión internacional de cardenales que busca la reforma de la Iglesia.

Tratar de hacer volver a la Iglesia a la vida de las primitivas comunidades, donde la fe en Cristo Jesús, la austeridad y el desapego de bienes materiales, la solidaridad con los pobres y el profetismo sean más palpables, son cosas que no gustan a algunos. Gran responsabilidad tiene el cardenal, delicadísima, y con mucha resistencia y ataques mordaces de algunos que incluso tienen cargos relevantes en la Iglesia. El papa Francisco no es muy querido en algunos círculos eclesiásticos y el cardenal es su mano derecha.

La Iglesia ha cometido grandes errores en su historia. Algunas veces mucha cercanía a los centros de poder, un profetismo muy pasivo, poca sensibilidad ante el drama de los pobres, no evangelizar con la fuerza necesaria, quedarnos dentro de los templos y no abrir fronteras en el combate contra el mal. El papa Francisco insiste en cambiar esa actitud y comportamiento. Tenemos una gran deuda moral con los pobres, donde Cristo Jesús clama toda nuestra atención.

Ahora bien, es necesario que la Universidad Católica revise, repase las críticas que algunos han expresado contra ella y de manera muy digna rectifique posibles errores por el bien de la Iglesia y de los que se consideran afectados. Pero para satisfacción de nosotros como hondureños y católicos, por los datos que tenemos es hoy día una de las mejores universidades de Centro América y, dato interesante, gran número de jóvenes evangélicos están matriculados en ella porque aprecian su valor.

Tiene ya significativo número de catedráticos doctores en sus especialidades y que están publicando sus libros de texto propios. Su administración es transparente y honesta. Está graduando excelentes profesionales y construyendo ya sus propios hospitales en Tegucigalpa y San Pedro.

Y porque escribir sin testimonio sería fariseísmo, en mi caso, con humildad lo digo, todo lo que tengo y recibo va destinado a la evangelización y a los pobres. No tengo ninguna propiedad, ni vehículos ni casa. Me gasto y desgasto por este pueblo a quien tanto amo y sufro sus calvarios.”Aseveran que “honrar: honra” y al compartir este artículo de opinión pretendo honrar a quien lo escribe y no a quien alude… por elemental sentido común: no soy testigo de lo bueno o malo que algunos dicen es. Sé y como muchos, que nos preciamos de ser sus amigos, fuimos testigos del trabajo con los más pobres e incluso con los más violentos en San Pedro Sula, que éste panameño -que sin duda resultó ser mejor hondureño que la mayoría- efectuó de manera desinteresada y muchas veces en silencio en un pais de incendiarios ciegos o tuertos para observar virtudes, pero videntes para señalar supuestos yerros, fallas o errores o buenos para inventar conspiraciones y maquinar patrañas…El que quiere leer, lea….. Herbert Rivera. “Un millón de lempiras para el cardenal”: Romulo Emiliani.

“Ante las calumnias vertidas contra el cardenal, allí están las cuentas de la Universidad Católica. Cada cuatro meses, a cada obispo se le asignan cien mil lempiras, como una donación u ofrenda de la Universidad Católica, que ningún obispo usa para cosas personales.

Cada diócesis tiene seminario menor, dos tienen Seminario Mayor, muchas comunidades religiosas femeninas que el obispo mantiene, comedores escolares, parroquias muy pobres que asistir, gastos de combustible y mantenimiento de vehículos, pago de jubilación y medicinas de los sacerdotes, construcción de templos, obras sociales, etc. Están las diócesis generalmente en rojo.

El cardenal, fundador de la Universidad Católica, recibe un millón y con eso y otras entradas mantiene el Seminario Mayor con 57 seminaristas, pagando unos 400,000 lempiras mensuales.

La curia metropolitana consume entre salarios y otros gastos 140,000 al mes. También cada mes salen 207,000 lempiras para pagar los estudios de especialización, alimentación y hospedaje en Europa de cinco sacerdotes diocesanos. Diecisiete mil lempiras se pagan en Seguro Social, 160 mil lempiras en ayuda a obras sociales.

La Arquidiócesis cuenta con 152 sacerdotes, algunos ancianos y enfermos y a 30 de ellos que trabajan en área rural se les da un bono mensual. Tiene 140 religiosas y las que trabajan en pastoral reciben una asignación mensual. Solamente la construcción de casas curales, templos, compra de vehículos, mantenimiento de edificios y eventualidades que nunca faltan, implica un gasto enorme y que no registramos aquí.

¿Acaso es un delito o pecado que la Universidad, de su superávit o ganancias lícitas transfiera bienes a las iglesias particulares o diócesis para ayudar a evangelizar? ¿Está robando el cardenal? ¿Los obispos estamos haciendo mal uso de esas ofrendas? ¿Quién se atrevería a probarlo? Ahí están las cuentas de la Universidad Católica, las han publicado y no hay nada que esconder. Llamar a alguien ladrón significa que ha tomado de manera ilegal, impropia, engañosa, sin autorización, fondos de otros perjudicando de una manera u otra el patrimonio ajeno. Ese no es el caso del señor cardenal. Se sigue de manera obsesiva tratando de dañar su persona. ¿Con qué fin? ¿Quién puede probar que es ladrón?

Veamos una posible causa de tanta persecución. Se le ha acusado de golpista, de que él de una manera u otra fue protagonista de la caída del presidente Zelaya. Eso no es cierto. Nosotros como Conferencia de Obispos, a una semana de los acontecimientos estudiamos el polémico y traumático asunto y lanzamos un comunicado que fue leído por él con la intención de que fuera en cadena radial y televisiva de la Iglesia. El gobierno de turno inmediatamente asumió el control de las emisiones elevándolas a cadena nacional del Estado y de manera repetitiva.

La percepción fue que estábamos involucrados con los autores de la caída presidencial. No tuvimos nada que ver con el golpe de Estado o sucesión constitucional, como otros dicen. Es más, yo siempre he dicho que es un gran fallo no tener la figura jurídica de juicio del Congreso a un presidente, como Brasil, Estados Unidos y muchísimos países poseen. De haberse dado eso, nos hubiéramos ahorrado tantos sufrimientos, embargos económicos, juicios de tantas naciones en contra de Honduras. Y además fue anticonstitucional sacar al Presidente en avión a Costa Rica.

Hay otra causa que se da más en otras esferas, pero que son aprovechadas malignamente en este caso. Hay una conspiración en algunos centros de poder que tiene la Iglesia para defenestrar al señor cardenal del cargo que ocupa de jefe de la comisión internacional de cardenales que busca la reforma de la Iglesia.

Tratar de hacer volver a la Iglesia a la vida de las primitivas comunidades, donde la fe en Cristo Jesús, la austeridad y el desapego de bienes materiales, la solidaridad con los pobres y el profetismo sean más palpables, son cosas que no gustan a algunos. Gran responsabilidad tiene el cardenal, delicadísima, y con mucha resistencia y ataques mordaces de algunos que incluso tienen cargos relevantes en la Iglesia. El papa Francisco no es muy querido en algunos círculos eclesiásticos y el cardenal es su mano derecha.

La Iglesia ha cometido grandes errores en su historia. Algunas veces mucha cercanía a los centros de poder, un profetismo muy pasivo, poca sensibilidad ante el drama de los pobres, no evangelizar con la fuerza necesaria, quedarnos dentro de los templos y no abrir fronteras en el combate contra el mal. El papa Francisco insiste en cambiar esa actitud y comportamiento. Tenemos una gran deuda moral con los pobres, donde Cristo Jesús clama toda nuestra atención.

Ahora bien, es necesario que la Universidad Católica revise, repase las críticas que algunos han expresado contra ella y de manera muy digna rectifique posibles errores por el bien de la Iglesia y de los que se consideran afectados. Pero para satisfacción de nosotros como hondureños y católicos, por los datos que tenemos es hoy día una de las mejores universidades de Centro América y, dato interesante, gran número de jóvenes evangélicos están matriculados en ella porque aprecian su valor.

Tiene ya significativo número de catedráticos doctores en sus especialidades y que están publicando sus libros de texto propios. Su administración es transparente y honesta. Está graduando excelentes profesionales y construyendo ya sus propios hospitales en Tegucigalpa y San Pedro.

Y porque escribir sin testimonio sería fariseísmo, en mi caso, con humildad lo digo, todo lo que tengo y recibo va destinado a la evangelización y a los pobres. No tengo ninguna propiedad, ni vehículos ni casa. Me gasto y desgasto por este pueblo a quien tanto amo y sufro sus calvarios.”

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