Por: SEGISFREDO INFANTE

            No es un libro. Es una película fuera de lo común, con un drama escatológico emparentado con ciertas líneas apocalípticas viejas y posmodernas, que se alejan de la ciencia ficción acostumbrada. Se trata de la historia de un hombre solitario que ha sobrevivido a un cataclismo mundial, en donde pareciera haber coincidido una guerra universal con una “gran explosión solar”. La guerra, puede deducirse de las conversaciones de los actores, fue causada por los fanatismos religiosos extremos, con la desafortunada coincidencia del agrandamiento del sol, lo que a mi juicio se relaciona con la destrucción sistemática de la capa de ozono y la devastadora entrada de los rayos ultravioleta; o con la reducción de las defensas electromagnéticas de la delgada atmósfera de nuestro limitado planeta. (Recordemos la teoría del “Club de Roma”, formulada a partir de 1968, acerca de los límites de los recursos naturales, que he mencionado en varios artículos).

            Son pocos los sobrevivientes del cataclismo. Uno de ellos se llama “Eli”, cuyo nombre nos recuerda al profeta Elías. Aparentemente este caballero errante ha perdido en forma completa la vista, pero ha desarrollado los sentidos del tacto y del oído, a tal grado que bien pudiera decirse que sabe leer los más leves susurros del viento. Dentro de la completa desesperanza del mundo ha recibido una revelación extraordinaria, en que se le ordena buscar una Biblia, encontrarla y llevarla, sorteando toda clase de dificultades, a una pequeña isla del oeste de los Estados Unidos. No se sabe si antes o después de la revelación, “Eli” se convierte en un perfecto guerrero, que se enfrenta en el largo camino a toda clase de bandidos y caníbales, con tal de cumplir con su propósito divino. 

            Durante la guerra se ordenó quemar todos los libros. Especialmente se ordenó quemar todas las biblias. Pero “Eli” ha encontrado una Biblia escrita con el sistema de letra braille, de una edición del “Rey Jaime”, ilegible para los demás. “Eli” estudia la Biblia en penumbras todas las noches, hasta memorizarla totalmente. Me parece que solo una abuela de Jorge Luis Borges había tenido la experiencia de memorizarse completamente una biblia decimonónica en inglés. Parece también que el “Padre Pedro Núñez” del canal EWTN, se la ha memorizado actualmente verso por verso. Eso es lo que pareciera. Habría que añadir a los kabalistas que la han estudiado letra por letra, número por número.

            Dentro de la trama aparece un personaje siniestro que pretende domeñar a las pequeñas comunidades sobrevivientes mediante la utilización de una fe inexistente, en tanto que necesita una Biblia para darle respaldo. Nadie encuentra ni una sola Biblia; excepto la que salvaguarda “Eli” en su mochila. Por eso desean quitársela y matarlo. Y los caníbales desean comérselo. Pero el hombre se defiende como un especialista en artes marciales, por la sola devoción a su libro sagrado, quien de alguna manera recuerda al “Maestro Po”, un monje shaolín ciego, de la serie televisiva de Kung-fu, protagonizada por David Carradine, allá por la década del setenta del siglo próximo pasado. Al final el bandido (protagonizado por Gary Oldman) se queda con el texto de escritura braille, sin ningún propósito porque nadie lo puede deletrear. Por otro lado el profeta “Eli” (encarnado por Denzel Washington), logra su cometido final al arribar, muy mal herido, a la isla de Alcatraz, en donde subsiste un diminuto emporio de civilización, con bibliotecas y una imprenta de tipos móviles, muy a la manera de comienzos del siglo veinte. En virtud que Eli conoce la Biblia de memoria, logra dictarla verso por verso hasta que se publica y se comienza a recuperar la Civilización Occidental. Tal es como la esperanza crepuscular de la película.

            Pero lo que realmente interesa rescatar de este raro filme (año 2010) es el tema de la subsistencia de la especie humana después de una hecatombe global. “Solare”, una muchacha de las nuevas generaciones, le pregunta al profeta guerrero cómo era el mundo antes de los acontecimientos ocurridos treinta inviernos hacia atrás. “Eli” le responde lo siguiente: “Teníamos más de lo necesario. No sabíamos qué era lo valioso y qué no lo era. Botábamos cosas que la gente de hoy mataría por tener”. Entrelineadamente se puede deducir que había existido un modelo económico consumista y derrochador, sin escrúpulos frente a “los límites del crecimiento”. Pero con el resultado final que en las nuevas circunstancias era casi imposible conseguir un jabón, un vaso con agua o un libro importante para leer. El mundo se había convertido en algo gris. Con duotonos infinitos.

            “The Book of Eli” (o “El Libro de Eli”) es una película tristona y sugerente, que cabe dentro del esquema de las probabilidades. Ha sido subtitulada en español como “El Libro de los Secretos”, por esos caprichos de las subtitulaciones impropias. En todo caso es una película que relata la vida de un personaje ciego, que sabe mirar con la luz del corazón y del cerebro, a fin de salvaguardar su fe, sus conocimientos y sus convicciones de modo inconmovible, a pesar de todas las adversidades. Ojalá existieran, hoy en día, hombres y mujeres realmente nobles, de la fibra diamantina del profeta de este futuro hipotético.

            Tegucigalpa, MDC, 01 de septiembre del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 08 de septiembre de 2019, Pág. Siete).            

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