Juan Ramón Martínez
La coincidencia de las encuestas de opinión, el rechazo público – observado en las redes sociales – en contra de Mel y el régimen de Xiomara y la imposibilidad que la candidata oficial consiga arrancar, he hecho creer a muchos que el peligro ha pasado. Que Mel está derrotado; y que en las próximas elecciones del 30 de noviembre se impondrán los dos candidatos de los partidos tradicionales; y que Rixi, ocupara un tercer lugar, después de haber sido superada por los que no irán a votar. Es decir que Mel está listo y servido; y que todos, debemos respirar tranquilos porque la pesadilla ha terminado.
Pero están equivocados. Mel tiene todo su poder intacto: controla del Congreso, Fiscalía, Corte Suprema de Justicia, Ministerio de Seguridad, Fuerzas Armadas y cuenta con el apoyo internacional del Foro de San Pablo y especialmente las huestes de Maduro que saben que defenderlo, es parte de su defensa ante el acoso de Trump. Por ello, Mel si no gana las elecciones, las arrebatara. En la forma que le exijan las circunstancias. Bien sea con una discreta manipulación de las urnas electorales; o bien, por medio de la resistencia a entregar el poder del ejecutivo, aunque haya perdido las elecciones. Hasta ahora, Mel no ha dicho que respetara los resultados electorales en caso que le sean adversos, por dos sencillas razones: no es un demócrata; y además, esta convencido que si pierde las elecciones la venganza nacional e internacional, se cebaran en contra suya, su familia y sus amigos por lo que prefiere morir en la lucha, porque no tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra.
A los hondureños les gusta lo más fácil. Por ello, imaginan escenarios donde las cosas le son favorables y con el menor esfuerzo. No entienden que Mel, si gana se quedara años en el poder como ha ocurrido en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Y que solo cuando no tienen un protector – en este caso no tiene tanto respaldo de Venezuela, porque Maduro se defiende del asedio de Trump en todos los frentes. Y aun así, tiene más “fuerzas morales” –entendidas según Clausuwitz– que Nasralla y Asfura, que son respetuosos de la voluntad popular y no tienen razón para levantar la mano en contra del sistema jurídico para protegerse y proteger a sus correligionarios. Cuando Mel ha perdido, se ha dedicado a defenderse, incluso mendingando en las puertas del imperialismo norteamericano, buscando donde nadie creía respaldo para lograr sus objetivos. Además, tiene una voluntad superior, de acero, lucha día y noche, ofreciendo el cielo y la tierra a cambio que le den apoyo para lograr sus objetivos. Y carece de escrúpulos morales.
Mel controla todo el Estado. Nadie ha tenido tanto control sobre el aparato institucional. Tiene todo bajo su puño “hasta los basurales”, que son suyos- Los que tienen esperanzas que Mel aceptara los resultados, que Trump intervendrá y lo llevara a Nueva York, a Xiomara y a Héctor, exhiben “una esperanza que parece la de los esclavos, como decía Cioran”. Confían demasiado en Trump. Su poder es limitado, tiene otros intereses y cuenta solo con tres años más en el gobierno.
Por ello, resulta infantil que los partidos democráticos no se hayan unido y construido un pacto para defender las elecciones. No hay un plan para el día después. Gobernar al país, requerirá todas las fuerzas porque Mel mantendrá el poder: la policía y las FFAA. Roswell Hernández, sabe que tiene que ir hacia adelante y que en el caso que Mel le ordene, controlara el Congreso, encarcelara a los diputados opositores y apoyara a Redondo. El general Hernández ha dicho que ira el Golpe en contra del estado, porque sabe que si pierde se lo llevara el diablo que, ahora habla inglés.
No queremos alarmar nadie. La democracia no ha ganado todavía. Marlon anda suelto; Morazán hace los mandados; y el Fiscal General, perseguirá a los opositores. La tarea no ha concluido. Opositores creen que la competencia es entre ellos y no contra Mel, que es la amenaza final de una democracia asediada. Este es el momento en que Nasralla y Asfura deben andar juntos, deteniendo a Rixi; y evitando que Mel, se salga con la suya con el apoyo de demócratas medrosos, delincuentes disimulados y los aliados acomplejados de siempre, que lo han ayudado salirse con la suya. La amenaza, persiste; y no hay que dormir tranquilos, todavía.

