El periodista ecuatoriano visitó El Salvador para trabajar con la APES en un informe estandarizado de agresiones a periodistas que  pueda ser presentado a nivel internacional. Ve claros ataques a la libertad de prensa en el país.

La Prensa Grafica

En 2007 el periodista ecuatoriano César Ricaurte cofundó la Fundación Andina de Observación y Estudio Social de los Medios (Fundamedios), el primer grupo en su país dedicado a la defensa y promoción de la libertad de expresión y prensa.

Desde entonces su trabajo se ha extendido a 18 países y Fundamedios montó una segunda oficina, en Washington DC, Estados Unidos, para observar y colaborar con los países latinoamericanos, incluido el nuestro a través de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES). Sobre ello habla en esta entrevista.

¿Cuál es el trabajo que hace Fundamedios y qué retos han encontrado en Latinoamérica durante estos años?

Fundamedios es una organización que defiende, promueve y monitorea el estado de la libertad de expresión, concretamente la dimensión de la libertad de prensa, que entendemos como la libertad que tienen los periodistas y los comunicadores para expresarse a través de los medios de comunicación. Nosotros hemos estado monitoreando el estado de la libertad de expresión, primero en Ecuador desde hace 15 años, pero desde hace unos cinco años ya estamos monitoreando toda la región latinoamericana.

Estamos reportando los incidentes, agresiones, amenazas y atentados contra la prensa y lamentablemente también los hechos de extrema violencia, que son los asesinatos de periodistas. Lamentablemente América Latina es el continente más letal para el periodismo. Solo el año pasado hubo 42 periodistas asesinados, eso es un récord histórico y negativo.

Eso da cuenta del nivel de violencia que existe contra las y los periodistas en nuestra región. América Latina se convirtió en un continente hostil para el ejercicio periodístico y el trabajo que hacemos desde Fundamedios es tratar de ser un muro de contención, que trate de frenar ese deterioro de las condiciones de libertad de prensa en nuestros países. Tenemos una oficina en Washington DC desde la cual vemos toda la región.

“En Venezuela tampoco hay periodistas asesinados, ni en Nicaragua, pero mira cómo está la libertad de expresión”.

Fundamedios trabaja en alianzas entre diversos medios a lo largo de América, ¿cómo funciona ese trabajo?

Este trabajo nos llevó también a formar la organización Voces del Sur, que en este momento está trabajando en 18 países de América Latina y agrupa las organizaciones que defendemos en todo el continente. En América Latina tenemos dos grandes amenazas en contra de la libertad de expresión y yo diría que son dos grandes amenazas contra la democracia. Una es la acción de grupos del crimen organizado, que son responsables de una gran parte de los asesinatos de periodistas, especialmente en países como México, Haití y Honduras.

Hemos tenido también casos en Paraguay, Brasil e incluso Ecuador, donde el año pasado tuvimos cuatro periodistas asesinados por crimen organizado.

La segunda gran amenaza que se cierne sobre el periodismo son los gobiernos con prácticas autoritarias, que van cortando el espacio para el ejercicio de la libertad de prensa, que incluso amenazan a periodistas y estigmatizan a la prensa. Y cuando hay funcionarios, ministros y presidentes que estigmatizan a la prensa es el periodista el que se vuelve el blanco de ataques, porque el peso de la palabra de un presidente es enorme y cuando un presidente descalifica a la prensa los partidarios de ese presidente, que puede ser muy popular, se creen legitimados para atacar o para incluso agredir físicamente a periodistas y lo hemos visto en muchos países.

¿Como evalúan ustedes la situación de periodistas en países como Venezuela y Nicaragua, que han tenido que huir por la constante presión y la amenaza que ejercen los gobiernos de turno?

Una cosa que se debe entender es que el estado de la libertad de expresión en un país te revela la salud de su democracia. En el momento en que tú tienes una libertad de expresión saludable entonces tienes medios fuertes.

No es cierto que una democracia está saludable si está deteriorada la libertad de expresión por prácticas autoritarias o por la acción de estos grupos de poderes fácticos que actúan en nuestras sociedades. Están los ejemplos de los países que tú acabas de señalar, pero también está Cuba, que ya tiene 60 años y más de un gobierno donde no existe en lo absoluto libertad de expresión y por lo tanto tampoco tú puedes decir que en Cuba exista democracia.

Nicaragua es quizás el caso más reciente y más extremo que hay, porque lo que hemos visto realmente es un ensañamiento de la dictadura de Daniel Ortega. Nicaragua es una dictadura donde no existe la más mínima posibilidad de ejercer la libertad de expresión porque o puedes terminar en la cárcel o en el exilio o desterrado, incluso sin nacionalidad.

Pero luego tienes un conjunto de países, más o menos 12 en el continente, según publicó recientemente The Economist, donde existe lo que llaman democracias híbridas, que tienen un deterioro democrático y están caminando hacia un modelo autocrático. Yo diría que lamentablemente Centroamérica está caminando en bloque hacia allá. Lo que pasa en Guatemala y lo que lamentablemente estamos viendo también en El Salvador es que hay una deriva autoritaria.

¿Quién es? César Ricaurte Director Ejecutivo de Fundamedios Trayectoria: Periodista ecuatoriano con más de 30 años de experiencia. Ha sido galardonado por la SIP y el IID.

Usted ya había venido a El Salvador en 2018, antes de la pandemia del covid-19. ¿Qué cambios ve ahora?

Lo que vemos ahora en El Salvador es mucho de lo que vemos cuando hay un gobierno autoritario. Por ejemplo, es notorio que uno de los primeros pasos que se da en un modelo autoritario es estigmatizar a la prensa, descalificarla, ponerla como el enemigo, decir cosas como “la prensa mentirosa, la prensa corrupta, la prensa enemiga”. Y no la ponen como enemiga del presidente, sino del pueblo, para ubicarla en ese extremo donde por un lado pueda perder credibilidad y por el otro se esté legitimando los ataques, así si mañana hay un juicio o se aprueba una ley contra la prensa, o si los partidarios del presidente atacan periodistas, esto estará legitimado, porque finalmente dirán que son los enemigos y se lo merecen.

Pero además hay otro objetivo en la estigmatización de la prensa, que es la imposición del relato oficial. Generalmente los modelos autoritarios lo que tratan de hacer es tener una verdad única, implantarla en la sociedad y volverla una verdad oficial. Entonces, en el momento que tú minas la confianza en la prensa y la pones como enemiga estás construyendo el espacio para que la verdad oficial sea la única en una sociedad y eso lamentablemente es el primer paso. Yo creo que en El Salvador ya se ha dado y hay también muchos otros acciones, amenazas directas, como leyes que se han aprobado y que han minando el espacio cívico que comprende no solo la libertad de prensa, sino la libertad de asociación pacífica, de reunión.

Creo que todavía no están en un punto de no retorno. Creo que perfectamente el gobierno del presidente Bukele puede tomar otro camino, puede retomar la senda democrática.

El motivo principal de su visita a El Salvador era trabajar con el centro de monitoreo de agresiones a periodistas que tiene la APES, ¿qué conclusiones saca de ese trabajo?

Como te dije antes, nosotros trabajamos en 18 países de América Latina con Voces del Sur y Fundamedios y lo que buscamos es tener sistemas de monitoreo de las agresiones contra la prensa unificados, de tal forma que podamos tener datos únicos. Buscamos que los datos que salen de El Salvador sean válidos y puedan ser comparados con los datos de Brasil, Ecuador, Guatemala, etcétera. Eso también nos permite presentar a los organismos internacionales información absolutamente estandarizada, información con mucho rigor técnico, con los mismos indicadores que se aplican en otros países.

“No es cierto que la democracia de un país es saludable si está deteriorada la libertad de prensa por prácticas autoritarias”.

Una de las grandes banderas del gobierno para decir que hay libertad de expresión y prensa es que en El Salvador todavía no hay periodistas asesinados, pero sí se registran otro tipo de agresiones. ¿Cómo ven esto desde Fundamedios?

Siempre es una buena noticia que en un país no asesinen a periodistas, eso es algo a destacar. Sin embargo, no es una coartada, no puede ser algo que sirva para descalificar el resto de amenazas y agresiones a periodistas, y que digan “como no hay periodistas asesinados aquí no pasa nada”.

Solo basta recordar que en Venezuela tampoco hay periodistas asesinados, en Nicaragua tampoco hay periodistas asesinados, pero mira cómo está la libertad de expresión, la libertad de prensa. La violencia extrema contra periodistas, que es el asesinato, no es el único indicador que nos habla de la salud de la libertad de expresión en un país, hay muchos otros indicadores que nos hablan del deterioro de estos. Justamente con este informe estandarizado de El Salvador esperamos que eso quede reflejado, que efectivamente este año ya podamos tener eso y podamos incluir información de El Salvador en informes internacionales.

Buscamos que el caso salvadoreño se visibilice más y que pueda la comunidad internacional tomar acciones para preservar la democracia y para defender los derechos humanos en El Salvador.

¿Cómo pueden los medios de comunicación salvadoreños retomar el lazo con la sociedad?

Tengo que ser absolutamente sincero y decirte que ese el mayor reto que tenemos. Cuando hablamos de defensa de la libertad y defensa de la libertad de expresión, el mayor reto en toda la región latinoamericana es combatir el discurso estigmatizante en contra de la prensa.

Cómo recuperar a los ciudadanos para que luchen a favor de la libertad de expresión es la pregunta del millón de dólares, no hay una respuesta en este momento.

En la región se han intentado campañas y muchas otras cosas, pero al final yo creo que hay en el fondo la población sabe que la prensa o los medios de comunicación cumplen un papel social importantísimo, pero hay un discurso que alimenta un resentimiento contra la prensa y el tema ahí pasa porque quienes aspiran al poder político y quienes lo ejerzan realmente reconozcan que tienen un rol fundamental y que atacar a la prensa es atacar a la democracia.

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