** En el 2020, primer año de la pandemia, se registró un cambio en el patrón de atenciones, disminuyendo las asistencias por alcoholismo y aumentando las de índole emocional.

** El suicidio es la peor manifestación de un problema de salud mental, pero los hondureños no son los que más usan este mecanismo en América Latina

Por Rubén Escobar

Los problemas de salud mental en Honduras son severos a causa del contexto de presiones económicas, sociales y medioambientales en que vive más del 70 por ciento de la población, a lo que se suma la carencia de centros hospitalarios especializados en la atención de las personas afectadas. En la zona noroccidental únicamente el Hospital San Juan de Dios, ubicado en San Pedro Sula, cubre a un segmento de al menos cinco departamentos, lo que da como resultado una sobrecarga en los servicios y a un número indeterminado de personas sin asistencia; mientras que en Tegucigalpa los hospitales Santa Rosita y Mario Mendoza reciben pacientes de todo el país, con igual resultado.

Esa falta de asistencia médica no es exclusiva de Honduras. Datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reflejan que en América Latina existe una brecha de tratamiento del 77,9 por ciento para los trastornos afectivos, de ansiedad y por consumo de sustancias. Es decir que 78 personas de cada cien no reciben un tratamiento adecuado para esos padecimientos. En el caso de los trastornos generados por el alcohol es de un 85,1 por ciento y de 73,9 por ciento para la depresión.

En Honduras, las estadísticas de la Secretaría de Salud reflejan miles de atenciones anuales por el uso del alcohol, tabaco y otras drogas en el caso de los hombres; mientras que en las mujeres son recurrentes los episodios de depresión, trastornos de bipolaridad, ansiedad, esquizoafectivos y también por consumo de alcohol. Pero sin duda la peor manifestación de los problemas emocionales son los que derivan en suicidio.

En el periodo comprendido entre el 2018 y 2022 se pudieron observar cambios en el patrón de asistencias en el Santa Rosita y el Mario Mendoza, especialmente en el 2021, segundo año de la pandemia, cuando se notó una disminución en las atenciones por consumo de alcohol y cobraron relevancia los problemas de índole emocional, particularmente en los hombres.

“En general los servicios de salud mental están desbordados porque ha habido un crecimiento que no se veía previamente en los problemas de ansiedad y depresión asociados a todo lo que se vivió en la época del COVID y a las posibles secuelas, aunque no se ha confirmado si hay una relación directa, pero se ha notado y sabemos que la demanda insatisfecha del hospital se creció”, reconoció el doctor Carlos Sarmiento, director del Hospital San Juan de Dios.

Hombres en problemas de alcohol y drogas

De acuerdo con datos proporcionados por la Secretaría de Salud a En Alta Voz, los principales pacientes ingresados a los dos grandes hospitales psiquiátricos capitalinos son hombres. En especial el Santa Rosita tiene un alto número de asistencias por problemas de conducta a causa del consumo de alcohol.

Para el caso en el 2018, dicho nosocomio atendió a 4,148 personas, de las cuales 3,750 fueron hombres, es decir el 90.4 por ciento. Del total de hombres asistidos, el 65.36 por ciento buscó ayuda por problemas de alcoholismo (2,451); mientras que en segundo y tercer lugar estuvieron, aunque muy lejos, los problemas derivados del tabaquismo (240), con un 6.4 por ciento y el consumo de otras drogas (217), con un 5.78 por ciento.

En 2019 la historia se repitió, con un 61.32 por ciento de hombres buscando tratamientos por su consumo de alcohol (2,112); mientras que la búsqueda de apoyo contra el consumo de drogas tuvo un repunte y alcanzó el 6.21 por ciento (214). La búsqueda de asistencia para dejar el tabaco bajó a 5.74 por ciento (198).

En el 2020, el primer año de la pandemia, hubo una baja notable en las atenciones en el Santa Rosita. De 4,148 en el año 2018; y 3,908 en el 2019, pasó a 1,327, de los cuales 1,123 (85 por ciento) fueron hombres. De ese total, el 57 por ciento (639 casos) fue por trastornos derivados del uso de alcohol, un descenso porcentual en relación a años anteriores. En segundo lugar siguió el consumo de drogas, con un 6 por ciento (67 pacientes); los problemas con el tabaco quedaron en 5 por ciento (56 casos) y por primera vez alcanzó un porcentaje significativo un problema emocional en los hombres, con un 4.4 por ciento (49 casos) por trastorno bipolar.

En el 2021 las atenciones en el Santa Rosita llegaron a su punto más bajo, con apenas 528, de los cuales el 69 por ciento fueron hombres. Aquí las asistencias por alcoholismo se ausentaron y las afectaciones emocionales fueron las principales, en particular el trastorno bipolar, con un 16 por ciento de los caso; esquizofrenia, con 12 por  ciento; trastornos por uso de cannabinoides con un 11 por ciento; y problemas por lesiones o enfermedades, con un 9 por ciento.

En el 2022 el número de atenciones volvió a subir aunque sin llegar a las cifras anteriores a la pandemia. Se totalizaron 1,678 pacientes y una vez más los hombres tuvieron preponderancia al sumar 1,379, es decir un 82 por ciento. Nuevamente el alcoholismo vuelve a ocupar el primer lugar, con un 50 por ciento de las atenciones en hombres; seguido de trastornos de la personalidad, con un 8 por ciento; consumo de cannabinoides, con un 6 por ciento; y trastorno bipolar, con igual porcentaje.

Mujeres: alcoholismo y bipolaridad

El Santa Rosita atendió a 398 mujeres en el 2018. De ese total, casi una cuarta parte, un 24 por ciento, fue por el uso del alcohol; mientras que muy cerca, con un 19 por ciento, estuvo el trastorno bipolar y en tercer lugar los padecimientos esquizoafectivos, con un 9 por ciento.

Esta última es una enfermedad crónica que combina síntomas de la esquizofrenia y el trastorno afectivo, y se caracteriza por episodios psicóticos, que incluyen alucinaciones, delirios y pensamiento desorganizado, junto con períodos de alteraciones del estado de ánimo, como depresión o manía.

Desde el 2019 el trastorno bipolar ocupa el primer lugar en mujeres. Ese año con un 20.4 por ciento; seguido muy de cerca por el uso del alcohol con un 20.2 por ciento. En tercer lugar estuvieron los trastornos derivados de lesiones y enfermedades, con un 10 por ciento; y con similar porcentaje los problemas de personalidad.

El siguiente año se mantiene el mismo patrón de atenciones a mujeres y las únicas variantes que se modificaron fueron en el número de pacientes (204) y en los porcentajes. De modo que por trastorno bipolar fueron ingresadas el 22 por ciento; por alcoholismo el 16 por ciento; por lesiones y enfermedades el 11 por ciento; y por trastornos de la personalidad el 7 por ciento.

En el 2021 la bipolaridad sigue ocupando el primer lugar, con un 26 por ciento; los trastornos por lesiones y enfermedades pasaron a un 14 por ciento; mientras que los problemas de personalidad llegaron al 11.5 por ciento; y los trastornos esquizoafectivos estuvieron en un 8.4 por ciento. Por única vez en los últimos cinco años desaparece el alcoholismo de las atenciones primarias.

En el 2022 sigue siendo la bipolaridad el principal problema en las mujeres atendidas en el Santa Rosita, con un 22 por ciento; los trastornos por enfermedades y lesiones alcanza el 15 por ciento; mientras que el alcoholismo vuelve a ser protagonista, aunque con un discreto 8 por ciento y con un porcentaje similar estuvieron los casos de trastorno esquizoafectivos.

Mario Mendoza: bipolaridad en los hombres

Este hospital se caracteriza por ser el único que atiende emergencias en salud mental. Su número de ingresos anuales es menor al del Santa Rosita. En el 2018 llegó a hospitalizar a 1,539 personas, de las cuales 796 fueron mujeres (52 por ciento) y 743 hombres (48 por ciento).

En aquel año la principal asistencia médica a los hombres fue por bipolaridad, con un 16.3 por ciento (121 casos); seguido muy de cerca por los trastornos derivados de enfermedades y lesiones con un 16 por ciento (119 casos) y uso de drogas (119 casos).

En el 2019 las atenciones bajaron un poco, al sumar 1,370 pacientes, de los cuales el 53 por ciento fueron hombres (723) y el 47 por ciento mujeres (647). El trastorno bipolar fue la primera atención en hombres, con un 19 por ciento; uso de drogas, un 17 por ciento; problemas por enfermedades y lesiones, un 16 por ciento; y trastornos esquizoafectivos, con un 12 por ciento.

En el 2020 las atenciones bajaron considerablemente, hasta totalizar apenas 593, de las cuales 300 fueron hacia hombres (51 por ciento) y 293 a mujeres. De forma coincidente las atenciones fueron idénticas, tanto en su temática como en porcentajes, que en el 2019.

En el 2021 el número de atenciones subió ligeramente, hasta sumar 629, de las cuales 53 por ciento fueron hombres (333) y 47 por ciento mujeres (296). Las atenciones fueron en el mismo orden que en los dos años anteriores, con leves variaciones porcentuales.

En el 2022 las atenciones volvieron a subir, pues alcanzaron las 862, de las cuales 456 fueron para hombres (53 por ciento) y 406 a mujeres (47 por ciento). El patrón de enfermedades mentales en hombres se repitió en los primeros cuatro lugares: trastorno bipolar, con un 21 por ciento; uso de drogas, un 15 por ciento; problemas por enfermedades y lesiones, un 13 por ciento; y trastornos esquizoafectivos, con 10 por ciento. Esta vez se sumó con un factor medible la esquizofrenia, con un 9.2 por ciento.

Mario Mendoza: la bipolaridad y depresión, los enemigos de las mujeres

En este hospital, el Mario Mendoza, se repite el patrón en las mujeres, al ser la bipolaridad la principal causa de atención médica durante los cinco años estudiados (2018-2022), pero registrándose algunas variaciones en las otras afectaciones. En el 2018 el 32 por ciento de las mujeres buscaron ayuda por esa condición médica, mientras que el segundo lugar lo ocuparon los episodios depresivos con el 11 por ciento; los trastornos depresivos recurrentes en tercer lugar, con el 10 por ciento.

El siguiente año la bipolaridad ocupó el 35 por ciento de las atenciones a mujeres; mientras que el trastorno depresivo recurrente pasó al segundo lugar, con un 11 por ciento; con igual porcentaje los trastornos esquizoafectivos; y con un 10 por ciento los problemas derivados de enfermedades y lesiones.

En el 2020 las asistencias por bipolaridad se mantuvieron en un 35 por ciento; seguidos de episodios depresivos, depresión recurrente, y trastornos del humor persistentes, las tres con un 11 por ciento.

En el 2021 el trastorno bipolaridad volvió a ocupar el 35 por ciento de las atenciones; para luego dar paso a la depresión recurrente, con un 11 por ciento; problemas por enfermedades y lesiones, con un 8.5 por ciento y trastornos específicos de la personalidad con un 8 por ciento.

En el 2022 las atenciones por bipolaridad subieron al 38 por ciento; y luego hubo al menos un despliegue de al menos cinco enfermedades: depresión recurrente, con un 11 por ciento; trastornos esquizoafectivos, con un 9 por ciento; problemas por enfermedades y lesiones, con 7 por ciento; episodios depresivos, con un 6.7 por ciento; y trastornos del humor persistentes, con un 6.4 por ciento.

El suicidio, la peor alternativa

Sin duda que la peor manifestación de una enfermedad mental es el suicidio. De acuerdo a un informe de la Organización Mundial de la Salud, del 2019, 703,000 personas mueren por esta causa cada año a nivel mundial, superando las cifras de la malaria, el sida, cáncer de seno, las guerras u homicidios. Se estima que 1.3 por ciento de las muertes a nivel global, tiene como causal el suicidio.

Aunque es un problema que se debe considerar, Honduras es el país menos afectado por los suicidios en Centroamérica. Belice encabeza la lista, con una tasa de 7.7 por 100,000 habitantes, seguido de Costa Rica, que paradójicamente ha sido considerado el país más feliz del mundo en diversas ocasiones, pero que tiene una tasa de 7.6. Le siguen Guatemala, con 6.2; El Salvador, 6.1; Nicaragua, 4.7; Panamá, 2.9; y Honduras, 2.6. Los datos hacen referencia a las “tasas estandarizadas por edad” y no a las “tasas brutas de suicidio”.

A nivel mundial el país más aquejado por los suicidios es Lesotho, en África, con una tasa de 87.5 por cada 100,000 personas; en América, es Guyana, con una tasa de 40.9; en Europa, la Federación Rusa, con 20.1; en Oceanía lo encabeza la república insular de Kiribati, con 30.6, seguido muy de cerca por Micronesia, con 29; mientras que en Asia el problema es más fuerte en Corea del Sur, con 21.2 por 100,000 habitantes.

De acuerdo a información proporcionada a En Alta Voz por el Ministerio Público, las ciudades hondureñas que reportan más suicidios en el periodo 2015 y hasta mediados de 2023 son el Distrito Central y San Pedro Sula, lo que resulta lógico por su densidad poblacional y por tener mayores recursos para registrar cualquier hecho violento.

Tras revisar los datos resulta relevante que el municipio de Talanga reporte al menos 16 suicidios en el periodo en estudio, una cifra más elevada que otras ciudades con mayor población, como Puerto Cortés (6), Choluteca (9) o Danlí (13).  

Según los datos del Ministerio Público, desde el 2015 y hasta mediados de 2023 se registraron 875 suicidios a nivel nacional, siendo el 2019 con 123 y el 2022 con 122 los de más alta incidencia.

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