“…he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.” (Mateo 2:13 RV)
Por Elsa Ramírez
Arrancándole páginas a la historia, nos encontramos con este horrendo crimen, no se sabe con certeza, cuántos fueron los niños menores de dos años que fueron degollados en Belén y sus alrededores a manos de los soldados romanos, ordenada por Herodes, quien, tras la búsqueda desesperada por asesinar al que sería rey de los judíos, Jesús; se confió al enterarse que el recién nacido estaría siendo visitado por los Reyes Magos, a quienes el profeta Miqueas les había dicho “Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren, vienen y me comunican, para ir yo también a adorarlo”.
Cuenta la historia que: “…en sueños, ellos recibieron la visita de un ángel, que les ordenó guardar silencio, y así lo hicieron, después de encontrar al niño Jesús, adorarlo y llenarlo de regalos, oro, incienso y mirra, volvieron a su país por otro camino, sin haber revelado la verdad a Herodes, quien esperaba con ansias que los Reyes Magos le indicarían el lugar exacto donde se hallaba el Mesías”.
Recordemos la profecía del Antiguo Testamento: “Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones” (Números 24,17). “Lo miraré, más no ahora; saldrá estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set.”
Herodes “… cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó a degollar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos. “…entonces, se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías: “Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, Y no quiso ser consolada, porque perecieron.” (Mateo 2:16-18 RV)
En una “Eucaristía por la vida”, se ocupa esta jornada para rezar por todos los niños que inocentemente fueron asesinados y los que no han podido nacer por ser víctimas del aborto.
Esta tradición concibe su muerte como “bautismo de sangre” y preámbulo al “éxodo cristiano”, semejante a la masacre de otros niños hebreos que hubo en Egipto, antes de su salida de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).
La tradición latina recuerda este trágico suceso el 28 de diciembre, costumbre ancestral que lo ha convertido en un día para hacer bromas dizque inocentes, sin embargo, la Iglesia Católica a partir del Siglo IV, estableció una fiesta para estos niños que fallecieron como “mártires”, en sustitución del Jesús, los Santos Inocentes.
En Honduras, por lo menos en su capital, Tegucigalpa, antiguamente sus habitantes utilizaban esta fecha (el 28) para hacer bromas, generalmente de mal gusto a sus amistades y familiares, lo que por supuesto, no dejaba de molestar a quienes recibían tales burlas.
Incluso un diario de mucha popularidad, editado en San Pedro Sula, utilizaba la primera plana del 28 de diciembre de cada año, para “informar” a grandes titulares, noticias inexistentes, que sorprendían al pueblo hondureño, pues si éstas hubiesen sido reales, su impacto a nivel nacional, definitivamente hubiera provocado grandes explosiones humanas, y más de alguna, de repente cambiado totalmente el rumbo de la nación.
Hay que tener mucho cuidado y estar alertas, para ese día, en que más de algún bromista puede utilizar su ingenio para tratar de sorprendernos con una falsa noticia y caer en la red del día de los Santos Inocentes.
Ahora bien, de lo anteriormente descrito, concluimos, en que: El 25 de diciembre es el nacimiento de Jesús; el 28 su búsqueda desesperada para asesinarlo y el 6 de enero la llegada de los Reyes Magos para llenarlo de obsequios y de allí, el hecho de que la humanidad en su inmensa mayoría, conmemore estas tres importantes efemérides, con el significado que cada una de ellas tiene de acuerdo con los textos bíblicos.
