“Lo Personal es Político” Betty Friedan
Lourdes Ramírez – En Alta Voz
“Me vigilaba, de repente se presentaba en mi trabajo, o en otros lugares en los que desarrollaba mis actividades profesionales. En una ocasión llegó a un lugar donde vio mi carro estacionado. Pude observar por la ventana el impetú con el que avanzó hacia la entrada, pensó que por fín confirmaría sus sospechas, cuando entró se dio cuenta que estaba con mi hermana, quien llegó a la ciudad y me invitó a almorzar. Julián se mostró alegre y saludó, disimulando el porqué de su presencia ahí. También disimulé, no quería que mi hermana Celeste se diera cuenta de lo que ocurría” relató Elena.
Historias como la de Elena se repiten, son muchas mujeres que experimentan temor en cualquier lugar, porque sus parejas son extremadamente celosos, inseguros y machistas. Quieren decidir sobre el cuerpo de ellas, como se visten, como se peinan, con quienes tienen amistades y con quienes no. Estos disparadores pueden presentarse desde el noviazgo, los celos se van manifestando poco a poco, desde incomodarse porque alguien les saluda en la calle, o porque alguien les manda un mensaje, o les saluda con una sonrisa. En ese momento los celos no son vistos como un problema.
“Me cela porque me quiere y le da miedo perderme” pensaba Gladys, hasta que los comportamientos agresivos fueron creciendo y Roberto llegó a prohibirle hasta visitar a su familia. Siempre había una excusa para no asistir a un cumpleaños, un bautizo o visitar a los padres enfermos.
“No me daba cuenta de todo el daño que me hacía, hasta que comencé a escuchar sobre los diferentes tipos de violencia que sufren las mujeres. Unos mensajes que escuché en la radio. Fue una psicologa de una organización de mujeres, hablaba con una abogada y explicaron sobre experiencias que conocían sobre casos similares. Fue entonces que abrí los ojos y comencé a enfrentar cada una de las acciones que Roberto me hacía. Comencé a salir a visitar a mis familiares y amistades cercanas, al principio no le gustó, protestó muchas veces y me acusaba de mentirle, que seguramente me iba a ver con alguien. Le puse un alto, le hablé de divorcio y que si se atrevía a hacerme daño lo denunciaría y que ya mi familia estaba al tanto, de la forma en que me había tratado durante los cinco años que teniamos casados”. Comparte Gladys.
La lucha por los derechos de la mujer es histórica

Blanca Guifarro, en la sede de la organización CATTRACHAS, foto de Lourdes Ramírez.
Blanca Guifarro, académica, escritora y autora de 25 libros, describe a los hombres como “inequitativos y violentos” esas caracteristicas solo pueden traer experiencias negativas para las mujeres. “Desde hace más de 15 años, las mujeres estuvimos luchando y seguimos luchando por una educación sexual integral, que llegó hasta hace dos años a convertirse en una Ley, pero la decisión gubernamental, fue vetarla, entonces, llegamos a otro día más de la mujer hondureña sin ser escuchadas” lamenta.
Para la escritora Blanca Guifarro, la violencia contra la mujer es histórica, “La lucha de las mujeres es interminable, lo que hagamos y lo que hemos hecho hasta ahora, es una lucha que deben seguir las generaciones que vienen atrás, porque el objetivo de nuestra causa es la equidad humana, y esa equidad humana refiere que todas las personas tengamos todos esos derechos satisfechos y que podamos ser felices también, aunque la palabra felicidad nos parezca tan superflua , no, pero la felicidad es el estado de satisfacción por lo que somos, por lo que vivimos, por lo que tenemos y una lucha incansable nuestra es contra la cultura patriarcal” explica la maestra de generaciones.
Agrega qué, “Es contra ese pensamiento tan arraigado y tan perverso a veces, que la mujer le pertenece a “otro”, y así dicen en el gobierno y en muchos lados, “nuestras mujeres”, “nuestras niñas”, somos iguales, pero no dicen “nuestros hombres”, talvez en el ejército o en otros lados, pero en el ambiente no decimos nuestros hombres”.
A ser violento se aprende en casa
Para la escritora y doctora en humanidades y comunicación, Coral Herrera Gómez; “Ningún hombre nace violento: les enseñamos a serlo. La violencia masculina no es innata, no es natural, su origen no es biológico ni genético. Los niños aprenden el machismo y la violencia en casa, en la calle y en la escuela, y lo interiorizan a través de los chistes, los refranes, las canciones, los juguetes, los anuncios publicitarios, los cuentos, las noticias y los programas de televisión, las series infantiles, las películas, el porno, los videojuegos y los vídeos de las redes sociales. No está en el ADN masculino: vivimos en una cultura patriarcal que mitifica y ensalza al macho violento, y que no nos ofrece apenas, ejemplos de masculinidades no violentas”.
La violencia contra la mujer debe ser un tema de interés público
La violencia contra la mujer no es un tema que se defina por tener o carecer de formación académica ni condición social. Abogadas, doctoras, maestras, ingenieras, periodistas y psicólogas son víctimas de la violencia. Es un tema sociológico, de autoestima y educación que comienza en el hogar y en la convivencia social y debe ser visto como un asunto de interés público.
Según la psicóloga colombiana con maestría en Intervención Social y Sicoterapia Gestáltica, Rossana Morales Ferrera, la violencia contra la mujer es un tema de interés público. Es importante trabajar en dos niveles. En un nivel más amplio, macro social y meso social, con las representaciones sociales que existen acerca de la violencia dentro de las familias.
“Muchas veces se piensa que es un problema interno “doméstico” y entonces las personas, los vecinos y la gente en la calle que observa este tipo de situaciones de maltrato, pero erróneamente se mantienen al margen. La violencia es un tema de interés público, creen que se están metiendo en un asunto privado y parte de lo que hay que trabajar es en desprivatizar la violencia que ocurre dentro de las familias. Este no es asunto privado, es una cuestión que nos concierne a todos y hay una corresponsabilidad en la sociedad al seguir permitiendo y normalizando estas situaciones de ultraje” explica la experta.
Otro 25 de enero día de la mujer hondureña sin cambios estructurales que cambien la historia
Observamos como en repetidas ocasiones la mujer hondureña es víctima de violencia de género y se repiten las historias de mujeres abusadas sexualmente, torturadas y asesinadas con saña, mujeres que sus parejas las han quemado vivas, cercenado partes de su cuerpo o dejado cicatrices en su rostro, mientras tanto la colectividad guarda silencio y las instituciones operadoras de justicia poco o nada hacen para disminuir los hechos violentos y aplicar todo el peso de la Ley a los victimarios, por el contrario tanto las autoridades como los medios de comunicación se enfocan en las victimas y no en señalar a los victimarios, justificando la violencia en la mayoría de los casos. El Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, reporta en sus estadísticas anuales que el segundo lugar donde las mujeres son asesinadas es dentro de su vivienda. Ahí se rompe el mito sobre que a las mujeres “no les pasaría nada si se quedaran en casa”
Según el IUDPAS, en Honduras, de 2005 a 2023, se registraron 7506 muertes violentas de mujeres y femicidios. Los datos indican que hasta 2013 hubo una tendencia creciente, alcanzando 636 víctimas ese año y una tasa de 14.6 por cada 100,000 habitantes mujeres. Desde 2014 hasta 2022 se observó una disminución en el número de casos. La violencia contra mujeres y niñas continúa como alarmante, en comparación con el año anterior, se registraron 103 muertes violentas de mujeres y femicidios más, alcanzando un total de 411 víctimas, que representan una tasa de 8.2, con un promedio de 34 muertes mensuales.
El Centro de Derechos de Mujeres publica en su informe del 2024 que 231 mujeres fueron asesinadas de forma violenta. En 2025 se repite la historia de los primeros días del mes de enero de 2024, donde una mujer es asesinada a diario.
Se sigue culpando a la víctima y el crimen queda impune
“Ella se lo buscó” es uno de los mitos, con el que muchas veces, las versiones oficiales aseguran que si mataron a una mujer fue “porque andaba en la calle”, porque “vendía drogas” o se encontraba con las personas equivocadas. De esta forma las autoridades se ahorran la investigación y envían un mensaje de: “esto no le pasará a usted”.
Otros de los mitos reiterativos indican que “la violencia de género sólo ocurre en los barrios marginales”, cuando la realidad es que la situación se repite cada vez más en la clase media y alta. De hecho, un informe publicado por la Organización Panamericana de la Salud basado en entrevistas con mujeres de 12 países de América Latina, entre ellos: Guatemala, El Salvador y Honduras, muestran que la prevalencia de intimidación por parte de la pareja era más alta entre las mujeres de los segmentos intermedios de riqueza, no entre los más pobres.
Entre un 90% y 98% de impunidad prevalece en las muertes violentas de las mujeres, esto es decepcionante e inadmisible. Es importante que se haga presión desde los medios de comunicación y desde las organizaciones femeninas, asimismo de las ligas campesinas, centrales obreras, universidades y demás instituciones defensoras de derechos humanos. La sociedad en general debe rechazar los hechos violentos y exigir justicia, es inconcebible, que que se justifiquen las muertes violentas, los femicidios y las demás múltiples violencias contra las mujeres y las niñas. Hay mujeres víctimas de ultraje sexual y si es el marido dicen, “ah, pero si es el marido”, nada justifica, aunque sea el marido que exista violencia sexual.
En otro 25 de enero en que se conmemoran los 70 años del sufragio femenino en Honduras, es tiempo de demostrar que las mujeres tienen valor y se debe legislar por su empoderamiento, autonomía, protección y seguridad.
En Alta Voz
“Dado que los problemas de toda mujer se producen en parte debido a la naturaleza del hecho de que ser mujer en ésta cultura, que nos programa para poner en primer lugar las necesidades de los demás, necesitamos hacer cambios radicales en nuestra mente y nuestra vida para sanarnos y mantener nuestra buena salud”.
“Enseñar a las mujeres que sus heridas físicas, psíquicas y espirituales forman parte de una herida cultural mayor que nos afecta directamente a todas”
Christiane Northrup