Jóvenes Embajadores de la Juventud del Sector Campo Cielo en la producción de cortometraje sobre discriminación.
“Ni siquiera nos dábamos cuenta que sufríamos violencia”, reconoce Jeni Galeano, lideresa de Campo Cielo, una de las comunidades intervenidas en Tegucigalpa
Rubén Escobar – En Alta Voz
Jeni Galeano es una sobreviviente de violencia doméstica. “Sí, y créame que como parte del proceso de capacitación de promotoras comunitarias muchas mujeres nos vimos confrontadas con el pasado, y otras con el presente. Muchas ni siquiera sabíamos que fuimos víctimas o que estaban siendo víctimas de violencia, o que en algún momento de su vida sufrieron algún tipo de violencia” refiere en conversación con el Diario Digital En Alta Voz.
En los últimos diez años, Jeni ha hecho trabajo voluntario y tomado posiciones de liderazgo en diversas organizaciones, como el Centro de Alcance La Flor Número Uno, en Tegucigalpa, una plataforma valiosa para todos los programas que tienen impacto en la zona. También participa en la Red de Comunidades Unidas para el Desarrollo (RECUD) y, el pasado 9 de marzo de 2023, fue una de las fundadoras de la Red de Mujeres Llenas de Esperanza, una entidad dedicada a trabajar en contra de la violencia de género.
Con esta naciente organización tuvo la oportunidad de conocer y trabajar de cerca con el Programa CARI (Iniciativa Regional para América Central). Este es un proyecto respaldado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, de la mano de la Office of Transition Initiatives (OTI).
Mediante el apoyo de CARI y OTI, las miembros de la Red de Mujeres y otras entidades se organizaron, recibieron capacitación como promotoras sociales, crearon espacios de atención para mujeres víctimas de violencia de género y actualmente se dedican a difundir los mensajes aprendidos, de modo que otros conozcan sobre derechos y obligaciones. Dentro de las actividades realizadas estuvo la visita a una posta policial, donde pudieron constatar que la violencia contra las mujeres está en los primeros índices estadísticos.
Fue en una de estas capacitaciones donde Jeni y algunas de sus compañeras se dieron cuenta de que eran víctimas de violencia de género, y decidieron hacer cambios para mejorar sus vidas.
Grabación en Chamelecón, cortometraje sobre violencia doméstica.
Programa CARI, en busca de una vida estable para las familias
La violencia contra la mujer no solo se trata de golpes y gritos. La Ley Contra la Violencia Doméstica, en su artículo 5, especifica que “violencia doméstica es todo patrón de conducta asociado a una situación de ejercicio desigual de poder que se manifieste en el uso de la violencia física, psicológica, patrimonial y/o económica y sexual”.
Mientras que el ejercicio desigual de poder hace referencia a “toda conducta dirigida a afectar, comprometer o limitar el libre desenvolvimiento de la personalidad de la mujer por razones de género”.
De acuerdo al estudio “En búsqueda de la justicia. Violencia doméstica en Honduras” (2019), cada año entre 20,000 y 25,000 mujeres denuncian casos de violencia doméstica en Honduras. El nivel de impunidad en los casos de violencia, femicidios y violencia doméstica continúa en un alarmante 96%.
Según estadísticas del Centro de Derechos de la Mujer, hasta el 30 de noviembre de 2023 se habían registrado 369 femicidios, una cifra superior a las 308 muertes contabilizadas por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma, durante los doce meses de 2022. Para Migdonia Ayestas, la cifra hasta el 31 de diciembre de 2023 puede alcanzar las 400 víctimas.
En Honduras, el Programa CARI y la OTI realizan una invaluable labor capacitando a mujeres voluntarias para brindar asesoría y orientación a otras mujeres de sus comunidades sobre los derechos fundamentales y los servicios públicos a los cuales pueden acceder. Estas capacitaciones abarcan temas tan diversos como el proceso para solicitar manutención infantil, la denuncia ante casos de violencia doméstica y violación, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, o la orientación sobre oportunidades de empleo y emprendimiento. De esta manera, se crea un efecto multiplicador que permite llegar de manera más amplia y eficiente con información esencial sobre derechos y recursos disponibles para las mujeres hondureñas, promoviendo su empoderamiento y bienestar.
Por ejemplo, Jeni y sus compañeras trabajan en el sector de Campo Cielo, donde dan cobertura a 9 comunidades. Pero el Programa CARI ha alcanzado a miles de personas también en la colonia San Miguel, siempre en Tegucigalpa; mientras que en San Pedro Sula cubre los dos sectores más grandes de la ciudad: Chamelecón y Rivera Hernández.
Red de Mujeres Manos Unidas de Chamelecón
Allí se han creado espacios comunitarios donde se brinda orientación integral a las mujeres, centrándose en tres ejes fundamentales. El primero es la consejería familiar, donde se ofrece un espacio de escucha activa y contención emocional para las víctimas, así como orientación sobre sus derechos y los pasos a seguir. El segundo eje es la remisión de casos: de acuerdo a la gravedad de cada situación y con el consentimiento informado de la mujer, se le acompaña para acceder a servicios de salud, apoyo psicológico o para realizar la denuncia formal en la Fiscalía Especializada. Por último, se realizan actividades de formación y prevención, tanto a través de charlas grupales en las comunidades, como de talleres en centros educativos y organizaciones locales. De esta manera se brinda una atención integral que cubre desde la contención emocional y primeros auxilios, hasta la asistencia legal y la educación para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.
“Tenemos tres compañeras (en Campo Cielo) que fueron capacitadas en el tema de consejería familiar, donde abordan casos individuales, de hombres, mujeres, pero también se asiste a los centros educativos, donde se brindan charlas a niños y maestros”, explica Jeni.
Estas capacitaciones comunitarias han tenido un impacto significativo, al aumentar el conocimiento entre las mujeres sobre los servicios disponibles para sobrevivientes de violencia de género, así como en facilitar su acceso efectivo a dichos servicios. Esto se debe a que muchas víctimas se muestran reticentes a utilizar esos recursos institucionales si no cuentan primero con la orientación y el acompañamiento de otra mujer de su confianza en la comunidad. De esta manera, la labor de consejería realizada por las mujeres voluntarias capacitadas permite establecer un puente decisivo entre las instituciones y las potenciales beneficiarias, promoviendo que más sobrevivientes accedan a la asistencia legal, psicológica y social que necesitan, superando barreras culturales y emocionales.
Presentando su mapa de actores claves, como parte del taller de comunicación estratégica. Expositora de La San Miguel.
Efecto multiplicador del mensaje
Más de 1.000 sobrevivientes de violencia de género han accedido a servicios médicos, legales o psicológicos a través de 140 voluntarios capacitados por la OTI, según sostiene la entidad en la página web de Usaid.
Jeni reconoce que el problema de la violencia de género sigue siendo grave en Honduras, pero cada vez “son más las mujeres que están conociendo el tema y se están informando”. Agrega que “en este momento, estamos en una parte formativa, de divulgación, con mujeres, hombres, jóvenes y niños”. La expectativa es que en un futuro cercano disminuya la cultura de la violencia.
Señala que han tenido actividades donde han podido capacitar a entre 120 y 150 personas, con el firme propósito de que en algunas de ellas se siembre la semilla y se haga conciencia de la importancia de erradicar la violencia de género y doméstica. Para evaluar el impacto y recabar retroalimentación, suelen realizar encuestas digitales donde los participantes muestran su nivel de interés en los temas tratados y proponen nuevos tópicos para abordar en futuras capacitaciones. De esta manera, afinan constantemente sus programas de formación para adaptarlos a las necesidades e inquietudes que surgen desde las propias comunidades, buscando maximizar el efecto transformador de su labor educativa en la lucha contra la violencia de género
Practicando la formulación de entrevistas, para medir avances en la capacitación como voceros.
Las redes sociales como mecanismo de educación y divulgación
Como parte de las estrategias de sensibilización y divulgación, el Programa CARI y OTI han brindado asesoría técnica y financiamiento para la realización de al menos tres cortometrajes que exponen con crudeza la necesidad urgente de superar la violencia de género que sufren mujeres adultas, jóvenes mujeres y personas LGTBIQ+.
En este proceso participó el equipo de comunicación social para el desarrollo de En Alta Voz, quienes durante cinco meses facilitaron varios talleres sobre violencia de género y producción de guiones, con la participación de jóvenes y adultos de los sectores; Campo Cielo, San Miguel, Rivera Hernández y Chamelecón. Durante estos intercambios surgieron historias estremecedoras que fueron escritas por jóvenes y también por personas adultas.
En su realización participaron voluntarios de la Red Juvenil Embajadores de la Juventud, de Campo Cielo, y allí se exponen temas como la discriminación, por condición física, forma de vestir o género. Por su parte las jóvenes de la colonia 30 de Noviembre cuentan su historia sobre el acoso callejero; contada por el voluntariado de la colonia Llanos de Sula del Sector Rivera Hernández y de Chamelecón, la Red de Mujeres Manos Unidas, sobre violencia doméstica.
“No son piropos, se llama acoso sexual. El acoso sexual puede llevar al feminicidio. El acoso es un delito que puede terminar con la vida de las mujeres. Rompe el ciclo de la violencia, di no al acoso sexual”, es el mensaje que deja uno de los videos. Mientras en otro se advierte que “en Honduras la juventud enfrenta maltrato y discriminación en diferentes espacios. Las burlas y el acoso por su condición física, forma de vestir o género, es constante. Tu edad, tu cuerpo, tu género, tu estatura o tu ropa no definen tus capacidades y tu valor como ser humano… por una sociedad libre de estereotipos y sin discriminación”.
Estas piezas audiovisuales buscan generar reflexión y debate sobre estas formas de violencia que permanecen invisibilizadas. Además, plantean la necesidad de transformar patrones culturales y prácticas institucionales para avanzar en la garantía de una vida libre de violencia para todas las personas.
CARI y OTI también fueron partícipes en la creación de iniciativas innovadoras para sensibilizar sobre la violencia de género y promover la igualdad. Por ejemplo, desarrollaron una campaña en redes sociales con el apoyo de influencers para difundir mensajes contra la violencia hacia mujeres y población LGTBIQ+.
Asimismo, organizaron tres foros comunitarios de discusión para generar espacios seguros donde las personas puedan alzar su voz, intercambiar experiencias y aumentar la visibilidad de esta problemática. CARI también ha facilitado apoyo logístico para la proyección comunitaria de los cortometrajes y la organización de los foros, demostrando su compromiso continuo. Iniciativas como estas, que aprovechan medios novedosos y alianzas estratégicas, son clave para promover la transformación cultural necesaria para avanzar hacia una sociedad de igualdad y libre de violencia por motivos de género u orientación sexual.
“Es una oportunidad extraordinaria compartir con líderes de las comunidades, conocer sus esfuerzos por mejorar las condiciones de seguridad y convivencia ciudadana, fomentar el arraigo y el sentido de pertenencia. Los liderazgos incomparables de Jeni Galeano de la RECUD, Esther Cruz de la ADISAM, Nidia Ardón del Pedregal, David Posadas de Altos de los Pinos, Agripina Cantillano de la Mesa de Concertación de Los Pinos, son un ejemplo a seguir, porque demuestran que se pueden lograr los cambios que el país necesita. Para el equipo de En Alta Voz son experiencias incomparables e insuperables, aprendemos, compartimos vivencias y construimos juntos nuevas ideas” expresó Lourdes Ramírez, fundadora y directora de En Alta Voz.
El impacto del programa no se queda ahí, En Alta Voz, Bast Animation y PANAL realizaron varios procesos de formación en diversos temas, entre ellos; Transparencia y Anticorrupción, el impacto en la migración, Comunicación Estratégica y Capacitación de Voceros. Así como el lanzamiento de la nueva imagen de las organizaciones comunitarias a nivel local. Además, en esta etapa se lograron alianzas multisectoriales para promover el desarrollo comunitario. Las comunidades beneficiadas son; Asociación Distrito San Miguel (ADISAM), Comité Intersectorial El Pedregal, Mesa de Concertación Los Pinos, Altos de los Pinos y La Red de Comunidades Unidas para el Desarrollo (RECUD).
“Valoramos el fortalecimiento que hemos recibido como Comité Intersectorial del Pedregal que incluye 19 colonias, realizamos el relanzamiento de nuestro comité, tenemos 17 voceros capacitados para continuar realizando una labor en beneficio de la población, además hemos consolidado nuestra red de mujeres unidas del Pedregal y el voluntariado juvenil. Nos formamos en auditoría social y en el uso de herramientas para la promoción de la transparencia, agradecemos a CARI por todo el apoyo”, destaca Nidia Ardón, presidenta del Comité Intersectorial del Pedregal.
Trabajos en grupos para identificar áreas potenciales para desarrollar proyectos comunitarios.
El Programa CARI en Centroamérica
La Iniciativa Regional para América Central se desarrolla también en Guatemala y El Salvador, países que al igual que Honduras sufren delincuencia, corrupción, actividad de pandillas y falta de oportunidades. Este contexto de inestabilidad social ha generado en los últimos años oleadas de migrantes que buscan llegar a suelo estadounidense pero que en el camino solo han encontrado sufrimiento y muerte.
En febrero de 2021 el gobierno estadounidense emitió una orden ejecutiva para abordar las causas de la migración mediante un enfoque integral para gestionar los flujos migratorios irregulares. Es así que, en mayo de 2021, la OTI inició el Programa CARI en los tres países.
En El Salvador, está implementando iniciativas para apoyar la recuperación de comunidades que históricamente han estado bajo el control de pandillas. Uno de estos esfuerzos se lleva a cabo en La Presita I, donde a pesar de haberse reducido la presencia pandilleril en los últimos años, décadas de violencia y estigmatización han tenido graves consecuencias en el uso de espacios públicos y en la cohesión comunitaria.
Para revertir esta situación, la OTI/CARI brindaron apoyo a la asociación local de desarrollo comunitario y a un colectivo de artistas para la instalación de alumbrado público y la organización de eventos que permitieran superar el estigma sobre la comunidad. En el festival de inauguración participaron más de 150 personas provenientes de fuera de La Presita I, incluyendo algunas que cruzaron fronteras invisibles entre grupos rivales.
Desde entonces, por primera vez en diez años, taxis y repartidores han comenzado a ingresar a la zona. Esto ha propiciado un renovado uso de los espacios públicos y un mayor sentido de orgullo e interés de la población en darle continuidad a estas actividades para seguir fortaleciendo la cohesión social.
En Guatemala, en comunidades marginadas del departamento de Sololá, donde el acceso a servicios básicos como agua potable y oportunidades de empleo es muy limitado, la OTI/CARI han introducido un “proceso de cocreación” para activar estructuras de gobernanza comunitaria, generar confianza y facilitar las relaciones entre las ONG, el gobierno municipal y la población local.
Jeni Galeano respondiendo preguntas sobre las acciones que desarrolla la RECUD en Campo Cielo. Los casos de éxito, logros relevantes.
A través de estas estructuras de gobernanza local, la comunidad de Pacamán pudo identificar prioridades, crear planes de acción y desarrollar habilidades de incidencia para mejorar las alianzas entre la comunidad y el gobierno municipal. Antes de este proceso, la presencia del gobierno era mínima, con poca interacción de las ONG o la comunidad.
Ahora, la comunidad y las ONG están trabajando activamente con el gobierno municipal porque, como señaló un participante: “ya no estamos pidiendo ‘favores’: el municipio tiene la responsabilidad de abordar los problemas. Antes el alcalde no contestaba nuestras llamadas. Ahora es receptivo a nuestras solicitudes”.
También en el Distrito Central de Tegucigalpa, se han logrado esos acercamientos con autoridades municipales y otras instituciones descentralizadas, entre ellas el Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) logrando agilizar obras de infraestructura para facilitar la movilidad en las comunidades.
[…] Publicado originalmente en Diario En Alta Voz […]