La cineasta hondureña Mildred Tejada presenta una película en la que relata el caso de la normalista Riccy Mabel Martínez, asesinada por militares en 1991
Por Leonela Paz / Reportar sin Miedo

Tegucigalpa, Honduras. “Riccy tenía sueños”. Un corto silencio al otro lado del teléfono estremece tras la conmovedora frase de la directora y productora Mildred Tejada durante la entrevista con Reportar sin Miedo. Así recuerda y retrata en su cortometraje Riccy a la vivaz joven de 17 años violada y asesinada en 1991.

A Riccy Mabel Martínez la mataron de la manera más cruel, infame, perturbadora y sucia. A la chica sonriente le destrozaron los sueños. Militares de alto rango cometieron el asesinato, pero 33 años después siguen impunes e influyentes. Los criminales siguieron con sus vidas desde el oscuro proceso de sus conciencias, pero no callaron la lucha ni el reclamo de miles de voces. 

La noche del 8 de marzo se presentó Riccy en Tegucigalpa. El corto de la documentalista y periodista hondureña permite adentrarse, a través del arte, en una historia emblemática que nos hará repensar las luchas, la fuerza y la reivindicación de los derechos de todas las mujeres y niñas. 

La película se estrena en una fecha oportuna, ya que coincidió con el grito y el reclamo encendido de miles de mujeres en Honduras y el mundo. Todas siguen esperando que cese la impunidad de asesinatos y violaciones y que se aprueben leyes integrales para hacer valer la justicia y el derecho. 

Entre gritos, cantos y consignas, las calles conocieron los pasos de la marea feminista. Lo mismo sucedió en 1991, cuando centenares de personas exigieron justicia para Riccy y su familia. 

Por tanto, en el Día Internacional de la Mujer, mientras Mildred presentaba arte, imaginación y sensibilidad, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, aprobó la venta libre de la PAE en beneficio de los derechos sexuales de las mujeres hondureñas. Esa misma noche, el Congreso Nacional ratificó la Ley de Educación Integral de Prevención del Embarazo Adolescente en Honduras.

Todo lo anterior hace que la documentalista celebre aún más la presentación de un cortometraje que conmueve hasta las entrañas, hecho para todas las víctimas y sobrevivientes de ataques sexuales, con un guión escrito para que “estas historias no queden impunes y no se repitan”. 

“El caso de Riccy fue salvaje y en un momento político donde los militares tenían más inmunidad”, recuerda Mildred. Por medio de su trabajo en el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la documentalista ha puesto vida y corazón por la educación y los derechos de las mujeres y niñas en Honduras.

Y es que la vida de Mildred Tejada se entrelaza con la de Riccy. En 1991 tenían la misma edad, eran jóvenes estudiadas, con la inocencia pura de la época, seres deseosos de llegar a lo más alto de sus metas. Sin embargo, entre ambas había una gran diferencia. La violencia sexual apagó la vida de Riccy, pero no la de Mildred, quien se empeñó y fortaleció para ayudar a otras mujeres y guiar en el camino de la sobrevivencia física y emocional.  

Hoy, Riccy tendría 50 años. Sería “una gran maestra”. Ese era el proyecto que tenía al estudiar en la normal Pedro Nufio de Tegucigalpa luego de trasladarse desde La Ceiba. En ese tiempo conoció a su novio, a quien los militares detuvieron para hacer el servicio obligatorio. 

Después de enterarse, Riccy —interpretada por la talentosa actriz y cantante hondureña Adriana Vega, una joven extremadamente parecida a la normalista— fue a visitar a su novio Rubén Padilla al primer batallón de comunicaciones el 13 de julio de 1991. 

El propósito de Riccy era, quizá, impedir que Padilla hiciera el servicio militar. No lo sabemos con certeza. Pero ella sólo encontró la muerte. Su novio, interpretado por el actor hondureño Luis Rojas, tuvo que huir y desaparecer del mapa público.

Dos días después, el 15 de julio, las autoridades hondureñas hallaron los restos de Riccy Mabel Martínez. Con ayuda del FBI, también encontraron en sus restos el semen de cuatro hombres.

¿Qué pasó con los culpables?

Las autoridades detuvieron al coronel Ángel Castillo Maradiaga por el asesinato de Riccy. Sin embargo, el sargento Santos Ilovares Fúnez se culpó y recibió una condena de 11 años.

En 1995, las condenas fueron ratificadas en la Corte de Apelaciones y la de Justicia. En 1996, Maradiaga presentó un recurso de casación y se anularon las sentencias. Por ello se hizo un nuevo juicio.

En 1997, Ilovares se declaró inocente. Aseguró que había sido presionado por el jefe del destacamento militar, coronel Alberto Munguía.

El juez dijo que Ilovares había intentado violar a Riccy y por eso la asesinó. Desestimó las evidencias de violación que sí hubo.

El vendedor de helados Esteban García, quien dijo que vio a Riccy subirse a un carro de militares, fue asesinado a golpes, supuestamente en un asalto.

Absolvieron a Castillo Maradiaga de todos los cargos en 1998.

Santos Ilovares fue condenado a 10 años y medio de prisión.

La sociedad es cruel con las víctimas: no más

Gran parte de la sociedad patriarcal y machista juzgó a la normalista, pero no a sus asesinos, y revictimizó a la adolescente. Ahora, “33 años después, las mujeres siguen siendo juzgadas. Así lo hicieron con Riccy. La acusaban de haberse subido al carro de los hombres que la violaron”, afirma Mildred. 

Es normal escuchar frases como “¿por qué se viste así?, ¿quién la manda a…?, ¿estaba borracha?” y muchas más. En vez de ser tajantes con los asesinos y violadores, estos comentarios atropellan, maltratan y sostienen la impunidad con justificaciones incoherentes e ignorantes. 

“La violencia sexual es tan común. Hay un subregistro grande. Siete de cada 10, dicen cifras oficiales, son víctimas de acoso, abuso o violación sexual. 

No obstante, la revictimización, el morbo y el amarillismo no tienen espacio en el cortometraje. Veintiocho minutos de giros escénicos mezclados con sonidos y colores que transmiten rabia, tristeza, ilusión y mucho amor: sentimientos que tienen de cómplice a la música incidental. 

El hilo conductor de esta producción es una sorpresa. Lo más bonito es la mirada y la sonrisa de Riccy, una niña ausente de toda maldad. Así está plasmada en la historia del cine nacional con este corto. El trabajo actoral de sus protagonistas debe resaltarse.

La producción técnica de cineastas como el director de fotografía Herson Ortega, el sonidista Rony Flores, Manlio Molina, Belle Zúniga, el asesor Ángel Maldonado y otras personas valiosas le hicieron honor a la idea de Tejada: hacer una producción basada en hechos reales y mezclada con ficción. 

“No es biográfica, pero sí es necesario recordar que el crimen está detallado en el archivo histórico de Tegucigalpa, al cual se puede tener acceso de manera libre, además de la investigación que estuvo trabajando durante seis años”, enfatiza la documentalista. 

“No debemos ser competencia, sino unirnos” 

Hace dos años, la Dirección de Nacional de Cine le dio un premio por el guión de Riccy. “Quiero dejar una huella personal”, manifiesta la directora. Le dedica el cortometraje a Aleyda Ramírez, hondureña defensora también de las mujeres que murió tras luchar contra el cáncer. Ella, su hermana escogida, como le dice, la motivó a seguir con sus sueños. 

La experiencia de Mildred Tejeda empezó hace años. Comenzó en 2007, cuando con Usaid y Unfpa realizaron la serie Diferente a todos, de siete capítulos. La protagonizó el actor Edgar Flores, quien actuó en la película estadounidense Sin nombre, que está en Netflix. 

Fue la productora ejecutiva y de campo, directora de arte y revisora de guiones de cinco películas de Sin Fronteras Estudio, incluyendo Una loca Navidad catracha, Un loco verano catracho y Café con sabor a mi tierra

El cine y el feminismo son las dos grandes pasiones que Mildred Tejeda ha combinado. Ha cumplido con el propósito de trabajar “para y por las mujeres”, haciendo un cine de alta calidad.

Por eso aclara: “Las mujeres no tenemos que ser competencia las unas de otras. Si hay muchas películas o cortos de Riccy o de Jeanette Kawas, Berta Cáceres y otras, quienes ganamos somos las mujeres. Esto es contar casos emblemáticos para que la historia no se repita”. 

Y agrega que está “dispuesta a apoyar a cualquier mujer que hable de este tema porque las mujeres nos tenemos que unir”. De este modo, la cineasta Mildred Tejada concluyó la amena conversación de hora y media justo antes de atender a otro medio de comunicación. 

Mientras tanto, Riccy ha quedado plasmada con sus ojos grandes almendrados, una mirada dulce que no opaca su melena rizada, vestida con camisa blanca, pantalón ocre y zapatillas negras, el uniforme con el que caminaba para lograr sus sueños por la Pedro Nufio, el uniforme que quedó colgado para nunca más cargar una mochila llena de sueños. 

Ni una más, ni Riccy ni Keyla ni Berta ni Jeanette Kawas ni Margarita Murillo ni ninguna niña o mujer merecen la muerte, la injusticia social y judicial. 

En el estreno del cortometraje Riccy en Tegucigalpa. La directora Mildred Tejada en el centro junto a la protagonista Adriana Vega.

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