Por: SEGISFREDO INFANTE

            Con algo de fatiga sobre mis espaldas, alargué el brazo y casi por azar me topé con un libro de poesía de Yorgos Seferis (1900-1971). Han pasado varias décadas desde aquel momento en que leí, por primera vez, alguna poesía de Seferis. Creo que incluso publiqué cierto artículo sobre la obra de este gran poeta griego, nacido en Turquía. No recuerdo en qué momento lo hice. En cambio recuerdo con nitidez que el primer poeta griego del siglo veinte que tuve la oportunidad de leer, se llamaba Odysseas Elytis (1911-1996), en su libro “Dignum Est”, o “Axion Esti”, o “Loado Sea”. Mi artículo sobre este segundo poeta griego se publicó en un periódico capitalino el ocho de mayo de 1982, y fue reproducido en la “Revista Andrómeda”, en San José, Costa Rica.

            En el marco de la crisis económica y financiera reciente de la República Helénica de Grecia, recuerdo mi propuesta de salvar financieramente a los griegos, habida cuenta que nosotros los occidentales les debemos mucho a los atenienses del “Mundo Antiguo”. No importa que nadie, de la esfera de las finanzas internacionales, haya leído aquel artículo mío escrito para desvanecerse en los vientos del olvido. Además los poetas griegos del siglo veinte se merecían los premios “Nobel de Literatura”, tal como lo sugirió Jorge Luis Borges, quien expresó que tales poetas se merecían el “Nobel” por el simple hecho de ser griegos. Lástima grande que nunca se lo concedieron a Constantino Cavafis, quizás por el bajo perfil perfeccionista que siempre quiso mantener este poeta greco-alejandrino.

            Tal vez este artículo esté pensado, también, para el viento del olvido, una de las constantes poéticas de Yorgos Seferis. El libro que tengo entre mis manos se titula “Mithistórima y otros poemas”. “Mithistórima” es una palabra inexistente en español. Para mi percepción se trata de una conjugación de mitos, historias y rimas, con la desventaja que es poco menos que imposible traducir rimas del griego al castellano, con una sola excepción, el señor Antonio Tobar se dio el lujo de transformar en rimas españolas el poema “Cómicos de la lengua” de Seferis. Quizás algunos lectores recuerden que el señor Tovar escribió una biografía de “Sócrates”, comentada en uno de mis ensayos.

            Al grano. Los poemas de Yorgos Seferis se sustentan sobre el trasfondo histórico y mitológico de los antiguos griegos. Sobre la geografía cuasi-insular de Grecia. Y sobre el compañerismo de los buenos amigos y del amor de las mujeres bellas que se desvanecen ante la mirada doliente y resignada del poeta. Los amigos se han forjado remando “con nuestros remos rotos”, y caminando entre una topografía escarpada. La vida intensa de Odiseo, o bien Ulises, es el motivo de la primera parte del largo poema. Luego viene la descripción de unos paisajes inesperados, diferentes de las postales acostumbradas. En el horizonte están las innumerables islas, cuyos nombres raras veces el poeta alude.

            Yorgos Seferis sabe perfectamente que la civilización de la Antigua Grecia son estatuas y monumentos destruidos, por la acción de otros hombres o por la corrosión despiadada del tiempo. Sus poemas refieren estas destrucciones. No creo que Yorgos Seferis comparta la visión “negativa” de Guillermo Hegel que las civilizaciones se levantan, históricamente, dialécticamente, sobre las ruinas de otras civilizaciones. Percibo más bien, en los versos insinuantes de Seferis, una especie de crudo existencialismo francés en donde se combina el realismo estoico y la duda, con una tristeza que cabalga sobre puntos suspensivos: “cual incipiente pensamiento que se olvida al punto”, pues la nada “habrá de venir a la mañana siguiente.”

            Cuando leemos con sinceridad estos poemas de Yorgos Seferis, sentimos que sus islas son nuestras islas y que sus versos son nuestros poemas. Creo que alguna de la mejor poesía hispánica de los últimos tiempos, ha recibo el soplo bienhechor de la poesía griega contemporánea, especialmente la marinera de Seferis, pues a la par de sus motivos específicamente auténticos, hay algo de universalismo lírico en varios de sus versos. En la primera estrofa de “Solsticio de verano”, hay unos versos estremecedores, incluso para los amantes sensitivos de la física teórica. Veamos: “El mayor de los soles en un lado// y del otro luna nueva// lejos de la memoria como aquellos pechos.// Y en medio del abismo de la noche estrellada// el cataclismo de la vida.” Cualquier explicación sería redundante.

            Este poeta griego utiliza expresiones (ya lo dijimos) deliberadamente intraducibles a la lengua castellana y a cualquier otro idioma, a pesar que nuestra lengua ha recibido una influencia poderosa de las raíces griegas y latinas. Sus poemas están estructurados con versos largos y pocos versos cortos, que se deben leer como si se tratara de sugerencias que el lector deviene obligado a descubrir. O a desentrañar en la trama nada fácil de las estrofas de larga respiración. A leer a Yorgos Seferis cuidadosamente, nos autodescubrimos, ya sea en las botellas amargas lanzadas hacia un mar que simplemente “No existe”, porque estamos “perdidos más allá del océano para siempre.”

            Tegucigalpa, MDC, 25 de agosto del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 01 de septiembre de 2019, Pág. Siete).             

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