Doctor HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO, Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

19 de septiembre de2019

CONTINÚA:…………………….La biblioteca y la publicación de los manuscritos: Excepto los primeros manuscritos de la cueva 1, que fueron publicados de otra manera, la mayor parte de los fragmentos y manuscritos recogidos en Qumrán y en algunos otros lugares en torno al mar Muerto se confiaron al Museo Arqueológico de Palestina para ser conservados, analizados y publicados por él. Encargado de dirigir la empresa de Vaux constituyó en 1953-1954 un equipo internacional de siete miembros y atribuyó a cada miembro un lote de manuscritos para que lo preparara de cara a su publicación. Los manuscritos, frecuentemente reconstruidos a partir de fragmentos, recibieron un número de inventario correspondiente a su cueva de procedencia (1Q a 11Q) y a su lugar en una secuencia establecida según varios criterios. Los manuscritos cuyo texto correspondía al de la Biblia fueron clasificados en primer lugar, según la secuencia canónica de la Biblia hebrea; cuando un libro bíblico se encontraba representado por varios ejemplares, se los distinguió con una letra (1Q4 = 1QDeuteronomioa, 1Q5-1QDeuteronomiob, etc.). Los otros manuscritos fueron agrupados según su lengua, su contenido, su forma literaria, etc.; se dio un título a aquellos cuyo contenido era suficientemente explícito (2Q24 = 2QNueva Jerusalén, arameo). Aquellos cuya identificación era imposible se dejaron para el final. El uso de esos títulos y de esas siglas se generalizó en el terreno de los estudios qumránicos; los textos presentados aquí se acomodan a esa identificación.

La edición fue asegurada por la editorial de la Universidad de Oxford[1], que creó a este respecto la colección «Discoveries in the Judaean Desert of Jordan». Cada volumen debía incluir una introducción, las planchas que reproducían los manuscritos, una transcripción anotada de cada uno de ellos y su traducción comentada (al menos para los textos no bíblicos). Cinco volúmenes aparecieron entre 1955 y 1968, ofreciendo a los investigadores y al público en general los documentos recogidos por los científicos en la cueva 1 y el contenido de las «cuevas pequeñas» (2-3, 6-10) y de una parte de los lotes de las cuevas 4 y 11. La publicación quedó perturbada después durante unos quince años por varios factores, entre ellos los trastornos políticos resultantes de la guerra de los Seis días, el agotamiento de los fondos públicos o privados y los problemas personales de algunos miembros del equipo. Después de varios cambios en su cabeza, el equipo editorial fue ampliado a más de cincuenta colaboradores a comienzos de los años 1990 con vistas a terminar el trabajo. Acabada en torno a medio siglo después de haber sido lanzada, la colección se llamará en adelante «Discoveries in the Judaean Desert» (DJD); cuenta con unos cuarenta volúmenes y constituye la edición científica de referencia para la mayor parte de los textos de Qumrán.

Sin embargo, esta colección no abarca a la perfección la biblioteca de Qumrán. En efecto, no contiene las ediciones de los primeros manuscritos descubiertos en la cueva 1, salvo excepción, ni la del manuscrito recuperado en Belén en 1967 y editado por Y. Yadin[2] con el nombre de Rollo del Templo.Para tener una visión global de esta biblioteca, al menos de lo que ha sobrevivido de ella, hay que utilizar el conjunto de los documentos encontrados en Qumrán, poco importa la forma en que fueron publicados. Existe igualmente un interés por agrupar los documentos semejantes, por ejemplo los manuscritos de Salmos, a pesar de que provengan de cuevas diferentes. Siguiendo este primer agrupamiento son posibles varias formas de clasificación, sin que ninguna de ellas se imponga de forma absoluta.

Una selección de fragmentos clasificados por género: El presente volumen de «Documentos en torno a la Biblia» ofrece una selección de fragmentos del corpus deQumrán organizados en función de dos grandes principiosinspirados por los de los editores de la colección DJD. Primeramente, se ha conservado la distinción entretextos bíblicos y no bíblicos, a pesar de que no es evidenteen algunos casos; sin embargo se han añadido alos fragmentos de manuscritos correspondientes a loslibros de la Biblia hebrea algunos testigos de escritosdeuterocanónicos integrados en las biblias de las Iglesiascatólica y ortodoxa. En segundo lugar se ha clasificado lamayor parte de los fragmentos no bíblicos en funcióndel género literario dominante del documento del que proceden, agrupándolos en torno a cuatro categorías bastante amplias y cuyas características se describen al principio de cada sección: literatura exegética y parabíblica; reglas, documentos legales y similares; recopilaciones poéticas, litúrgicas y sapienciales; y documentos mágicos y apocalípticos.

Generalmente se admite, incluso por parte de los investigadores que se adhieren a la interpretación propuesta por de Vaux, que no todos los manuscritos encontrados en Qumrán fueron compuestos o copiados por los ocupantes del lugar. Numerosos manuscritos bíblicos pudieron ser llevados a Qumrán por miembros o simpatizantes del grupo. Entre los manuscritos no bíblicos, algunos se refieren claramente a una comunidad que se sitúa en tensión con relación al resto de la sociedad y que está dotada de una visión del mundo, una organización y prácticas particulares, identificables por una terminología específica; este tipo de grupo es calificado frecuentemente de «sectario». Son estos textos los que presentan afinidades, aunque también algunas diferencias, con los esenios descritos por los autores antiguos. Sin embargo, no es seguro que estos textos tengan que ver siempre con el mismo grupo, ni que se trate de un(os) grupo(s) de esenios, ya que ese nombre no aparece jamás.

Otros manuscritos no incluyen ninguna de estas características o no reflejan más que algunos elementos dispersos; estos textos «no sectarios» podrían haber circulado en ámbitos bastante amplios o incluso haber constituido un patrimonio común en el conjunto del judaísmo de la época. En el presente «Documento» se señalarán, llegado el caso, los rasgos sectarios de algunos manuscritos; pero se ha renunciado a hacer de ellos una categoría aparte. También se ha resistido a la tentación de esbozar una teología de conjunto de textos que presentan

a veces una bastante amplia diversidad de puntos de vista, prefiriendo dejar a cada uno hablar por sí mismo. A veces es necesario restaurar una parte de los textos para comprenderlos; estas reconstrucciones se indican mediante corchetes, salvo cuando consisten solo en completar una palabra o una expresión de la que se está prácticamente seguro.

Otros manuscritos descubiertos cerca del mar Muerto: Fuera del lugar de Qumrán, el desierto de Judá ha entregado una serie de tesoros arqueológicos inestimables que nos informan de forma bastante precisa sobre la vida económica, social, política y religiosa desde finales de la época persa (siglo IV a. C.) hasta los primeros siglos d. C. Junto a una cantidad impresionante de objetos de toda clase (cerámica, cestería, monedas, etc.), numerosos materiales literarios se descubrieron en diferentes lugares: la fortaleza de Masada[3], las cuevas de Wadi Murabba’at, de Nahal Héver, de Khirbet Mird, de Wadi Daliyé y algunos otros lugares de menor importancia.

Los fragmentos de documentos exhumados están escritos generalmente en hebreo, en arameo y en griego (Masada, Wadi Daliyé, Nahal Héver, etc.); otros escritos, más tardíos la mayor parte de ellos, están redactados en nabateo (Nahal Héver), en siríaco, en cristo-palestinense,

en latín e incluso en árabe (Khirbet Mird y Wadi Murabba’at). Entre estos documentos copiados en papiro y en pergamino se encuentran algunos textos bíblicos o parabíblicos, inscripciones religiosas y amuletos; pero la mayor parte son de naturaleza económica o administrativa: listas diversas, actas de venta, préstamos (Nahal Héver), decisiones judiciales, contratos de matrimonio, correspondencia, sellos inscritos, etc. Algunos, como los

papiros de Wadi Daliyé (al norte de Jericó), iluminan de forma significativa la historia política de Samaría a finales de la época persa. Otros, como las cartas de Bar Kokbá, ofrecen una documentación de primera mano sobre la segunda revuelta judía contra los romanos (132-135 d. C.).

El lugar fortificado de Masada, acondicionado principalmente: por Herodes el Grande (40-4 a. C.), sirvió de refugiopara toda clase de insurgentes judíos de la primerarevuelta (66-70 d. C.), que dejaron huella de su paso mediante inscripciones y manuscritos descubiertos en la proximidad de una pequeña sinagoga. Se encontraron fragmentos del Génesis, del Levítico, del Deuteronomio y de Ezequiel, así como Salmos. Pero el descubrimientomás importante es el de un rollo del Sirácida en hebreo. Este rollo, del que algunos pequeños fragmentos también se descubrieron en Qumrán, viene a confirmar lautilización, en algunos ambientes judíos de la época del segundo templo, de este escrito sapiencial no conservadomás tarde en el canon de la Biblia hebrea. El descubrimientoen Masada de fragmentos de un escrito popularen Qumrán, los Cantos para el holocausto del sábado,quizá atestigua la presencia de miembros de la comunidad esenia en ese lugar; pero también se ha interpretado como el indicio de que ese texto no era de origen esenio y que circulaba bastante libremente.

[4]Descubrimiento de los Pergaminos:Juma comenzaba a ponerse nervioso. Algunas de sus cabras estaban subiendo demasiado alto en los acantilados. Entonces decidió subir él mismo hasta donde ellas estaban para traerlas de regreso. Juma no sabía que, al comenzar su escalada ese día de Enero de 1947, aquellas cabras extraviadas lo involucrarían en lo que sería “el descubrimiento arqueológico más grande del siglo veinte”. Estos pensamientos estaban muy lejos de su mente cuando vio dos pequeñas aberturas de una de las miles de cuevas en aquellos áridos acantilados en la costa noreste del Mar Muerto.

Arrojó una piedra por una de las aberturas, lo cual produjo un sonido inesperado que lo sorprendió; que más podía haber en esas cuevas que un tesoro. Llamó a sus primos, Khalil y Mohammed quienes subieron a escuchar la excitante historia. Sin embargo, se estaba haciendo tarde y había que arrear a las cabras. Regresarían al siguiente día-tal vez sus días de perseguir cabras habían terminado una vez que el tesoro fuera descubierto!

El más joven de los tres, Mohammed, despertó al día siguiente antes que sus compañeros “busca tesoros” y se encaminó a la cueva. El piso de cueva estaba cubierto con escombros, incluyendo cerámica rota. Sobre la pared había una cantidad de jarras delgadas, de las cuales algunas todavía tenían sus cubiertas de forma redonda. Impacientemente, Mohammed comenzó a explorar el interior de cada jarra, pero no encontró ningún tesoro… sólo algunos pergaminos amarrados con trapos y verduzcos por el tiempo. Más tarde al regresar con sus primos, les dio las malas nuevas –no había ningún tesoro.

Los pergaminos que esos niños beduinos sacaron de aquella obscura cueva aquel día y los días siguientes serían reconocidos como el mayor tesoro manuscrito jamás encontrado –los primeros siete manuscritos de los Pergaminos del Mar Muerto.

Así fue el descubrimiento de un grupo de manuscritos miles de años más antiguos, que el en aquel entonces texto hebreo más viejo de la Biblia. (De los cuales muchos habían sido escritos 100 años antes del nacimiento de Jesús). Estos pergaminos revolucionarían al mundo arqueológico y le darían a un equipo de traductores una tarea gigantesca que aún hoy en día no se termina.

La historia de cómo esos pergaminos viajaron de las manos de unos jóvenes pastores beduinos hasta las ojos escudriñosos de académicos internacionales, es más extraña que una ficción, aunque todos los detalles de los siguientes años probablemente nunca se conocerán, lo siguiente es lo que se sabe. Después de colgar de un poste de una tienda beduina por cierto periodo de tiempo, los siete pergaminos originales fueron vendidos por separado a dos anticuarios árabes en Belén. De ahí cuatro fueron vendidos (por una pequeña cantidad) a Athanasius Samuel, sirio ortodoxo metropolitano en el monasterio de San Marco en la vieja ciudad de Jerusalén.

ÚLTIMA LÍNEA


[1] Es la universidad de lengua inglesa más antigua del mundo, situada en la ciudad de Oxford (en el Reino Unido). Es una colectividad formada por 36 facultades muy unidas a la ciudad. El principal rival de la Universidad de Oxford es la Universidad de Cambridge, fundada poco tiempo después. Ambas instituciones son conocidas con el mote de Oxbridge. La universidad está caracterizada por su superioridad en materias académicas como teología y humanidades.

[2] Yigael Yadin fue un arqueólogo, político y militar israelí, llegando a ser el segundo comandante en jefe en la historia de las Fuerzas de Defensa Israelíes entre los años 1949 y1952. Fue también, junto a William F. Albright, uno de los máximos exponentes de la arqueología bíblica, célebre por la excavación de la fortaleza de Masada

[3]  Masada según el historiador judeorromano Flavio Josefo la fortaleza fue originalmente construida por el rey asmoneo Alejandro Janneo entre los 103 y el 76 a.C. como un discreto refugio, pero en el inicio del control romano sobre Judea, en el año 40 a. C, Herodes utiliza el refugio de Masada para proteger a su familia de la invasión Parta. Después un grupo de rebeldes judíos toma Masada defendida por una guarnición romana. El gobernador romano Lucio Flavio Silva decide acabar con los rebeldes guarnecidos en Masada y envía un ejército compuesto por una legión romana, cuatro cohortes auxiliares y dos alas de caballería. Casi 9.000 hombres. Tras días de lucha los soldados romanos abren brecha en la muralla y entran en Masada. Atónitos quedan al encontrar a los rebeldes judíos muertos. Se han suicidado ante la perspectiva de ser esclavizados. Niños, mujeres y hombres muertos de manera deliberada. Organizados para acabar con sus propios vidas.

[4] Fuente: Will Varner, used with permission by Associates for Biblical Research

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