Doctor HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO, Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

El 17 de cada año es una fecha muy especial para mis: 1) Nacimiento de una de mis Hijas a quien les llamo  “Princesas Guerreras” Ulisa Armida; 2) Recuerdo el nacimiento del Príncipe de la Poesía Juan Ramón Molina;  y 3)  también a colación viene a mi memoria Los 13 locos del Guanacaste que encabezó el ilustre intelectual Eliseo Pérez Cadalso dejando como sucesor vitalicio al Icono de los medios de comunicación nacionales en internacionales, además historiador, poeta y escritor Mario Hernán Ramírez viejo lobo del periodismo hablado escrito y televisivo.  El recuerdo de Molina es para mí el acicate para transcribir literalmente la autobiografía del poeta Comayagüelense y segmentos de las Palabras Preliminares de la obra Tierras, Mares y Cielos  Colección dirigida por: Rigoberto Paredes(+) y Pompeyo del Valle(+) Volumen 7 de la Secretaría de Cultura y las Artes de la República de Honduras, enero de 1996.

PALABRAS PRELIMINARES

Forzado a la dispersión de su genial cabeza entre oficios y cargos infecundos, proclive -como gustaba serlo- a “las remotas soledades” comarcales y a las galas patéticas de la cantina criolla, no logró Juan Ramón Molina cristalizar, cabalmente el estro excepcional que anidaba en su ser. Le faltó tiempo: se mató cuando recién había llegado “a la solemne edad de los treinta y tres años”, como él mismo escribiera en su lamento por la muerte prematura de su contemporáneo José Antonio Domínguez (18691903). Le faltó ímpetu, “grave debilidad en un país de caracteres duros”, pues no revela el autor de Excélsior el coraje suficiente ni la auto conciencia necesaria para asumirse con “alas en los hombros, limpio el plumaje del limo de la ciénaga de la vida”. Dramático y remiso resulta, por ello, el tono claudicante de estos versos de su Autobiografía: “estar organizado para la lucha y para la victoria, y ser, a pesar de eso, un fracasado”. Pero hay, sin duda, un Molina vivo, vigente, imperecedero, erigido legítimamente en pilar fundacional de las letras nacionales; no sólo como poeta, forjador de excelentes piezas poemáticas (Autobiografía, Río Grande, Una muerta, Adiós a Honduras, Pesca de sirenas, A una virgen, entre otras), sino también como espléndido prosista, campo en el cual, a juicio nuestro, es donde se revela como un auténtico y consumado modernista.

RECIBIDO EN SU FECHA: LA CASA DE LA CULTURA DE OJOJONA

AUTOBIOGRAFÍA DEL PRÍNCIPE DE LA POESÍA

Nací en el fondo azul de las montañas

hondureñas. Detesto las ciudades,

y más me gusta un grupo de cabañas

perdido en las remotas soledades.

Soy un salvaje huraño y silencioso

a quien la urbana disciplina enerva,

y vivo -como el león y como el oso

prisioneros- soñando en la caverna.

Fue mi niñez como un jardín risueño,

donde -a los goces de mi edad esquivo

presa ya de la fiebre del ensueño,

vagué dolientemente pensativo,

sordo a la clamorosa gritería

de muchos compañeros olvidados,

que fue segando sin piedad la fría

hoz implacable de los negros hados.

¡Todos cayeron en la fosa oscura!

Fue para ellos la vida un triste dolo,

y -el corazón preñado de amargura

me vi de pronto inmensamente solo.

Mario Hernán Ramírez Líder de Los 13 Locos del Guanacaste

Luciendo en su pecho El Búho de Minera Colocado en su Pecho por el Autor de este Artículo (2010)

¿Qué se hizo aquel cuya gentil cabeza

era de sol? ¿El jovencito hercúleo

que burlara en la lucha mi destreza?

¿El dulce efebo de mirar cerúleo?

¿El que bajaba el más lejano nido?

¿El más alegre y mentiroso? ¿El zafio?

¡Para los tristes escribió el olvido,

en el nómade viento, un epitafio..!

¡Hada buena la muerte fue para ellos!

No conocieron el dolor. La adusta

vejez no echó ceniza en sus cabellos,

ni doblegó su juventud robusta!

Desde mi infancia fui meditabundo,

triste de muerte. La melancolía,

fue mi mejor querida en este mundo

pequeño, y sigue siendo todavía.

Sentí en el alma un natural deseo

de cantar. A la orilla del camino,

hallé una lira -no cual la de Orfeo y

obedezco el mandato del destino,

tan ciegamente, que mañana -cuando,

tránsfuga de la vida, me deserté

quizás celebre madrigalizando

mis tristes desposorios con la muerte.

No he sido un hombre bueno. Ni tampoco

malo. Hay en mí una dualidad extraña:

tengo mucho de cuerdo, algo de loco,

mucho de abismo y algo de montaña.

Para unos soy monstruosamente vano;

para otros muy humilde y muy sincero;

al viejo Job le hubiera dicho -Hermano:

dame tus llagas y tu estercolero.

Una existencia asaz contradictoria

de placer y dolor, de odio y de arrullo,

ha agitado mi ser: tal es la historia

de mi sinceridad y de mi orgullo.

Goces mortales y terribles duelos,

toda ventura y toda desventura

exploraciones por remotos cielos,

enorme hacinamiento de lectura,

despilfarro de vida sensitiva

abuso de nepentes, los cilicios

mentales; l’alma como came viva,

la posesión de prematuros vicios;

las miserias del medio; ansias de gloria

que llega tarde: estar organizado

para la lucha y para la victoria,

y ser, a pesar de eso, un fracasado.

¡Todo conspira a hacer horriblemente

triste al que asciende las mentales cumbres,

y a que cruce -con rostro indiferente

o huraño -entre las vanas muchedumbres!

¡Ah, mi primera juventud! La cierta,

la única juventud, la que es divina!

“Lejos quedó, la pobre loba, muerta”,

asesinada por mi jabalina.

Al mirarme al espejo ¡cuán cambiado

estoy! No me conozco ni yo mismo:

tengo en los ojos, de mirar cansado,

algo del miedo del que ve un abismo.

Tengo en la frente la indecible huella

de aquel que ha visto, con la fe perdida,

palidecer y declinar su estrella

en los arcanos cielos de la vida.

Tengo en los labios tímidos -en esos

labios que fueron como rosa pura

la señal dolorosa de mil besos

dados y recibidos con locura,

en dulce cita o en innoble orgía

cuando al empuje de ímpetus fatales,

busqué  siempre la honrosa compañía

de los siete pecados capitales;

y era mi juventud, en su desgaire,

como un corcel de planta vencedora,

que se lanzaba a devorar el aire,

relinchando de júbilo a la aurora.

Tengo en todo mi ser, donde me obliga

algo a callar mi doloroso grito,

una inmensa fatiga: la fatiga

del peso abrumador del infinito.

La gran angustia, el espantoso duelo,

de haber nacido, por destino arcano,

para volar sin tregua en todo cielo

y recorrer sin rumbo todo océano.

Para sufrir el mal eternamente

del ensueño; y así, meditabundo,

vivir con las pupilas fijamente

clavadas en el corazón del mundo;

en el misterio del amor sublime,

en la oculta tristeza de las cosas,

en todo lo que calla o lo que gime,

en los hombres, las bestias y las rosas;

y dar a los demás mi risa o llanto,

la misma sangre de mis venas, todo,

en la copa mirífica del canto,

hecha de gemas, de marfil o lodo;

y no dejar para mis labios nada;

y vivir, con el pecho dolorido,

para ver que, al final de la jornada,

mi sepultura cavará el olvido.

Hoy, que llegué a la cumbre de los años,

ante la ruta que a mis pies se extiende,

pongo los ojos, de terror, huraños;

mas exclama una voz: ¡sigue y asciende!

Mas ¿para qué, señor? ¡Estoy enfermo!

¡Me consume el demonio del hastío!

¡Toda la tierra para mí es un yermo

donde me muero de cansancio y frío!

He abrevado mis ansias de sapiencia

en toda fuente venenosa o pura,

en los amargos pozos de la ciencia

y en el raudal de la literatura.

Su Amantísima Esposa Licenciada Elsa de Ramírez con Don Mario Hernán Ramírez

Forzado a la dispersión genial cabeza, Juan Ramón Molina no logró cristalizar cabalmente su estro excepcional. Le faltó tiempo. Se mató cuando apenas había cumplido los treinta y tres años. Algo flaqueó en é como en toda aquella generación de creadores hondureños a finales del siglo XIX a la hora de encarnar la voluntad de ser modernos promulgada por Darío

Pero derrotada por un “ambiente letárgico y asfixiante”.

Más hay, sin duda, un Molina tercamente vigente, imperecedero, erigido en columna fundacional de las letras nacionales. No solamente como poeta, sino también como prosista que lo fue de manera esplendida

El autor de Tierras, mares y cielos vivió sus últimos días, en calidad de emigrado voluntario, en la vecina república de El Salvador, donde escribió para los periódicos locales como lo hizo en Guatemala. El presente volumen  (al que me referí an inicio de este artículo) reúne una selecta muestra del trabajo creador de nuestro poeta en ambos géneros: verso y prosa luego de intentas relecturas de la editio princeps de Froylán Turcios (Tegucigalpa, 1911); de la edición mexicana (1929); de la segunda edición hondureña (1937); de la edición guatemalteca (1947); de la edición salvadoreña (1959);  y finalmente de la costarricense (1977)

El Ilustre Poeta Rolando Kattán (hoy Comisionado Presidente del Registro Nacional de las Personas) en el 2013 publicó una edición conmemorativa y comentada del primer centenario de Tierras Mares y Cielos del poeta Juan Ramón Molina.

El Ex Embajador de La Madre Patria Luis Belzuz de los Ríos recibiendo la Obra Tierras, mares y cielos de Juan Ramón Molina

[1]¿Cómo contarías tu experiencia como editor de la nueva versión de Tierras, mares y cielos de Juan Ramón Molina?

“Quería un libro a la vieja usanza, de cuando en Honduras se editaban libros dignamente. Una edición que circulara por el mundo gratuitamente y llegara a manos apropiadas. No es posible por ejemplo que Juan Ramón Molina nunca se haya editado en España, esa edición sigue buscando replica, y espero que llegue algún día. Sólo soy parte una profecía de Molina. Digo parte porque hemos sido muchos y más grandes que yo, quienes lo hemos editado, empezando por Froylán Turcios, Rafael Heliodoro Valle, Miguel Ángel Asturias, Óscar Acosta, Eliseo Pérez Cadalso, Julio Escoto, Segisfredo Infante y Rigoberto Paredes. He aquí la profecía, en su poema Río Grande:

“Pero mi oscuro nombre las aguas del olvido

no arrastrarán del todo; porque un desconocido

poeta, a mi memoria permaneciendo fiel,

recordará mis versos con noble simpatía,

mi fugitivo paso por la tierra sombría,

mi yo, compuesto extraño de azúcar, sal y hiel”.

A Kattán tuve el gusto de conocerle en el segundo semestre del 2013 y  fue nuestro invitado al Programa de Televisión del fui su Director en TV 20 Canal del Congreso Nacional de la Docta Sociedad Literaria de Honduras  (SOLIHO) en cuatro (4) oportunidades y dicho sea paso en dos (2) ocasiones llegó a la televisora cuasi bajándose del avión.

De la edición de Tierras Mares y Cielos del poeta Juan Ramón Molina (1911-2011) tuve la fortuna que además del ejemplar que me regaló me obsequió diez (10) más que en su tiempo hice lo propio con intelectuales de Honduras, Nicaragua, Estados Unidos de Norte América y Canadá; siendo ya el Magistrado Presidente del RNP el año pasado me hizo entrega de cuatro (4) más.

Soy de opinión que es justo y necesario, como efectivamente así lo hago,  insertar lo siguiente que está en la página dos (2) y que a la letra dice: “De esta segunda edición de TIERRAS MARES Y CIELOS, de Juan Ramón Molina se han hecho 1,000 ejemplares en papel editorial, de los cuales, treinta (numerados de I al XXX) son empastados en piel y viñeta de plata. 950, con un dibujo en carboncillo fuera del texto de la mano del maestro Armando Lara y con Ex Libris[2] para los suscriptores de honor”.ÚLTIM


[1] https://elpulso.hn/rolando-kattan-la-poesia-es-un-instrumento-para-el-mundo/-enero 20 de 2017

[2] Exlibris o ex libris es una marca de propiedad que normalmente consiste en una estampa, una etiqueta o rótulo o un sello que suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro o en su primera hoja en blanco, y que contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria. Wikipedia

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