Juan Ramón Martínez
Las elecciones, que tendrán su penúltimo evento el próximo 30, son las más vigiladas de la historia. Hasta hace muy poco la comunidad internacional, nos veía como una “república bananera” más, que por nuestros errores anticipaban que estábamos condenados al fracaso por los siglos de los siglos.
Pero, en el proceso actual, nunca había irrumpido –en forma abierta y utilizando todo el respaldo de la ley que buscan destruir– un partido antidemocrático, anunciando en forma por lo demás inocente que, si llegan al poder, eliminaran el sistema democrático. No porque sean malos –eso es maniqueísmo elemental en política– sino por su naturaleza: Mel no tiene otra libertad que obedecer a su condición destructiva, que tiene sus genes en una saga familiar en que se ha impuesto el machismo rural, el crimen útil; y el menosprecio a los otros por razones de acumulación de bienes, vacas mugiendo en las llanuras solitarias; y campistas angustiados que dudan siempre si el “patrón” les pagará alguna vez lo debido; o los mandara a matar con un “asesino traído de Guatemala”.
Rixi la segunda mujer que Mel pretende imponernos no es prudente como Xiomara. Se siente superior y por miedo que descubramos que está equivocada, ha hablado más de la cuenta, anunciando que dirigirá el país siguiendo la fracasada ruta cubana; y que instaurara un sistema económico en que el gobierno controlará nuestras vidas y nos volverá a simples ovejas obedientes de los burócratas. Fidel Castro tuvo éxito, porque negó siempre lo que haría. Rixi con una sinceridad que hay que agradecerle, nos ha dicho lo que hará. Dos terceras partes de los hondureños, no aceptan lo dicho por la penalista refundidora. No quieren terminar en las calles de Tegucigalpa como los emigrantes venezolanos –envueltos en la bandera de su país– pidiendo limosnas.
Pero, además a Rixi la condena el pasado latinoamericano y la comprometen los escasos resultados del gobierno de Xiomara. Los latinoamericanos marxistas, nunca han podido ser democráticos; ni competentes. Fidel Castro desmontó y destruyó Cuba. Chávez siguiendo los pasos de Fidel desbarató una economía boyante basada en el petróleo; Ortega congeló y aisló su país como nunca antes nadie lo había hecho.
Por eso estas elecciones han movilizado al Senado de los Estados Unidos y disparado las alarmas. No solo nosotros tememos que nos roben las elecciones —ahora cuando las FFAA parecieran traicionarnos en momentos que más las necesitamos— sino que la comunidad democrática que lidera los Estados Unidos se ha puesto en pie. En la OEA el Consejo Permanente ha mostrado sus preocupaciones. La UE ha hecho sus declaraciones. E incluso China que involuntariamente se ha implicado por su inevitable cercanía con un régimen perdedor, ha tenido que salir a confirmar que no interviene en los asuntos de Honduras, y que deja que los hondureños decidan su destino, haciendo una declaración que honra y da seguridad.
Mel no esperaba estas reacciones. Pensó que todos pondríamos cara de bobos. Que nos engañaría como a Nasralla en 2021 cuando incluso firmando un compromiso, dio la espalda a sus palabras. Perdiendo el talentoso apoyo del ahora candidato liberal. Ahora está solo, sin respaldo, porque hasta los liberales que alguna vez lo acompañaron pese a su condición de traidor han regresado; y bajo la bandera liberal le darán en la cara como se lo merece.
Estos intereses de la comunidad internacional no deben convertirnos en títeres que nos negamos a intervenir en nuestros asuntos. Todo lo contrario. Es necesario asumir que Honduras es importante en el escenario internacional. Que una vez concluidas las elecciones y derrotado Mel; debemos negociar con los Estados Unidos, la UE y China, el lugar que nos merecemos y las líneas de cooperación que necesitamos para evitar que otra vez, un toro borracho se salga de los potreros de Olancho; y venga a importunar el futuro de las nuevas generaciones.
Es fundamental definir los objetivos nacionales y proceder a la reforma de las instituciones que más ha dañado Mel en sus desvaríos. Tanto el Congreso, la Fiscalía, La Corte Suprema, el CNE, TSE y las FFAA, la más importante de todas las instituciones; y que ahora parece que está bajo el control de los cubanos y los venezolanos. Esta es la tarea.
Necesitamos evitar que nos derroten los nervios. Hay que callar y pensar lo que haremos. Y prepararnos a negociar lo que interesa a Honduras y solo a Honduras. Aliados, amigos; pero no serviles de nadie.
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