Los resultados de las elecciones primarias dejaron más preguntas que respuestas, pero también una certeza: Honduras sigue de pie
Por Nazareth Gómez de Reportar Sin Miedo
Fotos de Leonel Estrada y En Alta Voz
Tegucigalpa, Honduras. Las elecciones primarias del 9 de marzo fueron una mezcla de desorden, indignación y, al mismo tiempo, de fervor ciudadano inesperado. A pesar del caos organizativo, los hondureños se aferraron a su derecho al voto, convirtiendo la jornada en una muestra de resistencia democrática.
A las tres de la tarde, varios centros de votación aún no contaban con el material electoral completo y los encargados aseguraron que iba a llegar hasta las cinco, lo que desató la indignación de los votantes.
Algunos denunciaron que se trataba de un boicot para desmotivarlos, pero, lejos de retirarse, decidieron esperar. “Nos quieren quitar las ganas de votar, pero no nos vamos a mover de aquí”, afirmaron con determinación.

Un desorden incomparable
En las elecciones generales de 2021, incluso en plena pandemia, no se registró un desorden de esta magnitud. Mientras en algunos departamentos ya se contaban votos, en otros ni siquiera había iniciado la jornada mientras los responsables se acusaban mutuamente en lugar de buscar soluciones.
En medio de esta incertidumbre, la pregunta era inevitable: ¿qué se puede esperar entonces en las elecciones generales?

“No nos abandonen, denuncien”
Los observadores internacionales miraban, atónitos, las irregularidades mientras la ciudadanía les exigía pronunciarse. “Ustedes tienen voz, no nos abandonen, por favor denuncien lo que está pasando”, les suplicaban. Sin embargo, lo más impactante de la jornada no fue el caos, sino la determinación de la gente.
El entusiasmo de los votantes superó cualquier obstáculo. Escenas de largas filas hasta altas horas de la noche dejaron en evidencia el compromiso de la población.
Sin embargo, el entusiasmo de los votantes superó cualquier obstáculo. Escenas de largas filas hasta altas horas de la noche dejaron en evidencia el compromiso de la población. Personas mayores que regresaron varias veces, jóvenes esperando horas bajo el sol con tal de votar. No era una elección general, pero se sintió como una. Fue como si el país entero se negara a quedarse de brazos cruzados.
¿Qué nos espera en noviembre?
Algunos votaron por tradición familiar, pero muchos otros buscaban un cambio. “Estoy harto de lo mismo”, decían quienes exploraban nuevas opciones en las papeletas. Como en 2021, la juventud se volcó a las urnas con la esperanza de llevar a su candidato a noviembre.
Con una ciudadanía más involucrada y unas autoridades electorales cuestionadas, la incertidumbre sobre las elecciones generales persiste: ¿qué le espera al pueblo en la gran cita cívica de noviembre?
Pero, si algo dejó claro el 9 de marzo, es que, por más trabas, demoras e intentos de desmotivación, hay algo que no pueden arrebatarle a Honduras: las ganas de luchar por su futuro.