Jimena García Merino

Es tan fácil crear tácticas dilatorias, cortinas de humo y otras “estrategias” oscuras para no cumplirle a los ciudadanos lo que por derecho nos corresponde: justicia!

La corrupción, la narco actividad y el crimen organizado siguen siendo los grandes males de Honduras, reiterando los gobiernos su complicidad con el mal del pueblo.

Cuatro décadas de una democracia que nos ha dado más atrasos que avances, se vuelve la constante donde la mediocridad, la falta de carácter (ética e integridad) y voluntad política nos deja al margen de poder superar las crisis sociales, económicas y políticas que abruman a la gran mayoría de los hondureños.

Y ahora nos encestan un tiro de gracia con las negociaciones infructuosas para poder apenas firmar un memorándum de entendimiento para una etapa de pre instalación de la CICIH, la cual no garantiza que este mecanismo se llegue a concretar en el país.

Así se avecina el cierre del 2022, con un baila que ojalá se asemejara a un tango o un tablado, pero carece de gracia, y sólo demuestra que políticos y grupos fácticos se cobijan bajo los mismos pactos de impunidad.

Era de esperar, no por pésimos, por constante, por historia.

El círculo vicioso, la rueda que pone a unos arriba y otros abajo por tiempos limitados, pero que comparten las elites del poder, y que no debe ser detenida sino destruida, recordado a Juego de Tronos, era parte de la esperanza insulsa de contar con una CICIH eficiente y con libertad para actuar, que si se llega a concretar será financiada en parte por el gobierno, lo cual solo refleja el doble discurso de no hay dinero pero también no vamos a dejar que la justicia sea independiente, esa es la realidad del país.

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