(noviembre 22 de 1777/marzo 2 de 1834)

“La América será desde hoy mi ocupación exclusiva. América de día cuando escriba; América de noche cuando piense. El estudio más digno de un americano es la América.” Valle

Por Elsa Ramírez

Todos los hondureños debemos mantener el pensamiento de José Cecilio del Valle como una antorcha viviente, ya que fue el gran propulsor del movimiento independentista centroamericano y de la unidad regional, redactor y lector de la histórica Declaración de Independencia de Centroamérica, el 15 de septiembre de 1821, cuando la Capitanía General de Guatemala rompió sus nexos coloniales con España. A partir de ese momento Valle consagra su vida a la gran causa de Centroamérica, de cuyo Supremo Ejecutivo forma parte la oportunidad de promulgarse su Constitución Federal, el 22 de noviembre de 1824, y cuya presidencia logra alcanzar diez años más tarde cuando lamentablemente fallece.

Del Valle expresaba que: “La independencia absoluta es nuestro primer derecho y el fundamento de los demás”, subrayando: “siendo independiente esta nación, sus destinos dependerán de la misma. No será Lima, no será Bogotá, no será México la que le dará leyes. Será Guatemala (así llamaba el sabio a Centroamérica) las que dictara a Guatemala”.

José Cecilio del Valle enunciaba: “Una vez que todos esos pueblos sean verdaderamente libres e independientes no serán ni el Norte ni el Sur quienes les enviaran sus autoridades”. “Nosotros mismos elegiremos a nuestros legisladores – dijo – a nuestros jefes, a nuestros jueces. Si el hijo de Roma conquistando, destruyendo, talando a los pueblos se enorgullecía de ser romano, nosotros proclamando nuestros derechos y respetando los derechos de nuestros vecinos, nos gloriamos de ser guatemaltecos” (es decir, centroamericanos). Los diputados de una sociedad como la concebida por el prócer hondureño se unirán en congreso y elevándose sobre pasiones y errores en su misma patria, sin salir de su territorio, sin influencias extrañas trabajarán, para lograr el amor bien posible para el mayor número de pobladores. “Hagamos cuentas exactas – enfatizó; sofoquemos el interés mal calculado de familia o de individuos; no oigamos las voces fieras del orgullo sino los acentos dulces de la razón. Al tiempo que preguntaba: ¿Queremos que nuestra patria sea libre, independiente y señora de sí misma, o colonia o provincia de otro pueblo?”.

La doctrina de José Cecilio del Valle estaba sustentada en bases verdaderas. “Buceador tenaz de nuestras realidades centroamericanas, se dirigía al fondo de los problemas, los que eran afrontados por él de forma aguda y certera, a través del método científico. Escribía Virgilio Rodríguez Beteta: “Por esa razón lo que más distingue a Valle es acaso el manto de haber sido el primero en alzar la voz para defender los derechos políticos apoyándose en cifras, hechos reales y estadísticas. En efecto, Valle fue el primero en estudiar los problemas de la región desde el punto de vista económico, aplicándoles soluciones que antes y después sólo se buscaron por el ilusorio camino de la misma política.”

José Cecilio del Valle en su incansable búsqueda de verdades substantivas declaró realidades que trascendieron las fronteras de su tiempo: “Si queremos que subsista lo político, pensemos, como corresponde, en lo económico”. Eso señalaba Valle en 1831, mucho antes que los más elevados teóricos del pensamiento social europeo arribaran a conclusiones semejantes. Para él la economía y política eran disciplinas interdependientes, puesto que “en la naturaleza y en la sociedad todo está enlazado”.

El extraordinario sentido previsorio de que estaba dotado José Cecilio del Valle lo llevó a elevar su pensamiento más allá de las fronteras nacionales hasta llegar a afirmar que: “El estudio más digno de un americano es América”. Todos los nacidos en este continente formaremos una gran familia. “La amistad más cordial; la liga más íntima; la confederación más estrecha debe unir a todas las repúblicas del Nuevo Mundo”.

La visión americanista de José Cecilio del Valle se encuentra dispersa a lo largo de sus escritos y en su médula descansa el principio de respeto mutuo y recíproca conveniencia de los estados, ya que las naciones son independientes y soberanas cualquiera sea la extensión de su territorio o el número de sus habitantes.

En su ensayo titulado Soñaba el abad de San Pedro y yo también sé soñar, el prócer expuso algunos de sus criterios fundamentales sobre lo que él llamaba su “digna cuna…”  en este trabajo, habla ya, con todas sus letras del sistema americano y de los “americanos unidos por el lazo de un congreso común”; de una patria grande como un continente rico como el oro que hay en su seno; majestuosa como los Andes que la elevan y engrandecen”; y hace el juramento de sostener mientras viva los derechos de “estas tierras que el despotismo tenía incultas y que la libertad hará florecer”.

Considerando que Valle es el paradigma de la génesis republicana y como hondureños debemos cumplir con la obligación ineludible de mantener viva la imagen y el pensamiento de nuestros preclaros e insignes varones.

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