** En una época de cambios condicionados por el uso de redes sociales, el exceso de información y el afán de ser los primeros en dar las noticias, la ética periodística se vuelve un bien cada vez más escaso, en detrimento de la calidad de la información y de las audiencias. Una reflexión para el Día del Periodista hondureño

Rubén Escobar – En Alta Voz

Durante la visita de un grupo de estudiantes de periodismo a un canal cristiano de televisión, uno de los jóvenes le preguntó al director si tenían un código de ética para orientar la conducta de los periodistas de sus noticieros, a lo que el ejecutivo contestó que “sí”. Cuando los estudiantes solicitaron verlo, el director les mostró los diez mandamientos. “Lo cual me parece fue una forma hábil de responder, pero obviamente no es una normativa estricta de aplicación al campo periodístico”, señala René Gavarrete, el catedrático universitario que acompañaba al grupo de universitarios.

Gavarrete, con 30 años en el ejercicio del periodismo y en la cátedra universitaria, está consciente de lo que es un código de ética periodística y, especialmente, lo que no es. “Un código de ética es un conjunto de reglas claras que deben normar la relación entre periodistas, editores, directores, accionistas, en un medio de comunicación, basados en una serie de principios clásicos del periodismo: objetividad, equidad, equilibrio, la secretividad de la fuente, manejo de información ‘off the record’, por ejemplo”. La aplicación de la ética aporta credibilidad y confianza en las audiencias al generar información responsable y de calidad; mientras que al personal que labora en los medios brinda reglas claras de conducta, enfatiza.

Investigación académica

Recientemente, un grupo de estudiantes de la clase de “Ética y legislación de prensa”, de la carrera de Periodismo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (UNAH-VS), bajo la coordinación de la catedrática Lourdes Ramírez, realizaron una investigación sobre el uso de códigos de ética para el manejo de la información en al menos 16 medios de comunicación hondureños.

“El objetivo de la investigación se basa en la importancia del tema para los periodistas en formación, que conozcan las fortalezas y debilidades que encontrarán ya en el ejercicio periodístico. También se conocieron códigos de ética y estándares editoriales de medios como; El Espectador de México, El Clarín de Argentina, el Tiempo de Bogotá, entre otros, estos medios si cuentan con estos recursos” explicó Ramírez, quien fue invitada a impartir esta materia en la Escuela de Periodismo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras del Valle de Sula.

De los medios consultados o analizados, solo dos dieron evidencia clara de poseer un código de ética apegado a los estándares del periodismo: los portales Reporteros de Investigación y Reportar sin Miedo. Ambos son medios digitales, de reciente creación y con prácticas de periodismo moderno, tanto en sus temáticas como en sus técnicas. Sus códigos de ética establecen normativas claras sobre la conducta de los periodistas en lo referente a conflictos con funcionarios o con los temas investigados, difusión de propaganda como si fuera noticia, la no recepción de regalos, dinero o favores personales por parte de las fuentes e incluso la negativa a aceptar invitaciones a comer.

De igual forma, ambos medios regulan el tratamiento de las noticias, enfocados en verificar los datos, no atacar por cuestiones personales, no engañar para obtener información; no plagiar datos ni fotos de otros medios, proteger las fuentes cuando corren peligro y tener respaldo de las informaciones que publican. En el caso de Reportar sin Miedo, se comprometen a vigilar que sus fuentes de financiamiento tengan origen lícito, a no proteger a quienes reconozcan la comisión de un delito y a cuidar de aquellas fuentes que por ingenuidad declaren un hecho que los pongan en riesgo.

La investigación reveló que existen otros medios que no tienen códigos de ética pero que en los últimos años han aplicado regulaciones, particularmente en el enfoque de sus noticias. Tal es el caso de Teleprogreso, un canal de televisión que transmite desde el año 2004 y cuyo propietario adoptó en el 2011 la norma de evitar fotografías o contenido violento y sensible.

En la misma línea, CBC Canal 6, modificó radicalmente su estilo de informar. Este medio comenzó a operar en abril de 1982 desde su sede en San Pedro Sula y llegó a crecer de manera notable a nivel nacional con un estilo de reporteo donde destacaban las noticias de “última hora” en cualquier franja horaria. Básicamente era nota roja donde no se dejaba nada a la imaginación. Sin embargo, en el 2015, sus propietarios decidieron dar un giro a ese enfoque para presentar una cobertura noticiosa más amplia y no enfocada en los hechos criminales, aunque sabían que esto significaría una baja en las audiencias, explicó una ejecutiva del Canal.

También los noticieros de TVC destacan por cumplir con ciertas normas que permiten ofrecer un periodismo de cierta calidad. Una ejecutiva de la empresa aseguró que están trabajando en la elaboración de un código de ética, el cual se podría comenzar a aplicar posiblemente en este 2023.

Por otro lado, existen medios, como TV Azteca y Canal 11, que tienen documentos que hacen referencia a normas de conducta, pero no son propiamente códigos de ética para normar a los periodistas. Por ejemplo, el “código de ética” de TV Azteca se plantea “promover la revelación de información completa, justa, exacta, oportuna y comprensible de los reportes y documentos que Azteca presente tanto a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)”. Es decir, ni siquiera está diseñado para sus empleados en Honduras, y menos para orientar la conducta de los periodistas.

De su lado, Canal 11 presenta entre sus valores condiciones deseables a todos sus empleados, como lealtad, disciplina, responsabilidad, solidaridad, respeto, integridad y compromiso. Nada específico para periodistas.

En Diario El País, un ejecutivo accedió a conceder una entrevista y al ser consultado sobre un código de ética, afirmó que “tenemos estándares generales que se adaptan a las normas de las redes sociales. Estándares éticos como la independencia, respeto a las fuentes, imparcialidad y objetividad”. Sin embargo, no proveyó ningún código por escrito.

Finalmente están los medios que no contestaron a las solicitudes de información, como Radio América, Emisoras Unidas, VTV, Criterio.hn, Suyapa Medios, Radio Progreso y Canal 10. En el canal EDN TV contestaron un mensaje de chat diciendo que el código de ética de la empresa es una “información privada”.

Un código de ética ¿información privada?

La directora del Comité para la Libre Expresión (C-Libre), Amada Ponce, refiere que en otros países los códigos de ética periodística son de acceso público, y esa debería ser la normativa en Honduras, pero no sucede así. Señala que en lo personal solo tiene referencia de tres empresas periodísticas que tienen un código de ética, pero que ella no los ha visto. Estos medios son Proceso Digital, Criterio.hn y Diario La Prensa.

Reitera que los códigos éticos deben ser públicos para que las audiencias se den cuenta cuándo un periodista está actuando mal y así el ciudadano tenga criterios para solicitar al medio el cumplimiento de los compromisos adquiridos.

El académico Gavarrete, por su parte, estimó que un 95 por ciento de los medios hondureños no tienen un código que regule la conducta de periodistas, fotógrafos, camarógrafos, editores, directores y accionistas, o que al menos lo hayan dado a conocer al público. En lo personal, dijo solo conocer el caso de Diario La Prensa, que tiene un código de ética combinado con un manual de estilo.

Como consecuencia, en las últimas décadas ha podido observar que “el patrón ético se ha manejado bajo reglas demasiado flexibles”. Es decir, los directores y accionistas hablan de ética, pero los alcances no son específicos sobre la forma adecuada de actuar, no hay una matriz de aplicación y todo queda en una simple manifestación o una buena intención.

Este panorama se ha venido a complicar por la “democratización de la información”, donde las audiencias ya no perciben las noticias únicamente de los medios tradicionales, sino a través de redes sociales, las 24 horas. Esto a su vez, ha modificado la forma en cómo se financian los medios de comunicación, haciendo más vulnerable la labor periodística profesional.

“Hace diez o doce años los medios corporativos dependían en un 96 por ciento de pauta privada, y eso los volvía más independientes. Ahora, muchos medios dependen de la pauta gubernamental, que se maneja como una relación premio-castigo. Esto se vuelve una fuente muy importante de contaminación en el ejercicio periodístico”, apunta Gavarrete.

Amada Ponce advierte que esta clase de falencias son más evidentes en el interior del país, donde los grandes medios tienen corresponsales a quienes no asignan un salario, pero les otorgan un carnet en calidad de representantes. Es así que este comunicador puede recibir contratos de alcaldías, oficinas de gobierno regionales y empresas privadas, y comunicar propaganda disfrazada de noticias o hechos condicionados por los intereses de sus patrocinadores.

En estos casos “al medio de comunicación no le interesa regular una práctica ética porque no están pagando a los periodistas, y dejan en el hecho de no regular, que hagan cualquier cosa”, dijo Ponce, quien lleva 20 años de práctica profesional y en el pasado trabajó para medios como El Heraldo, La Tribuna y medios internacionales como el New York Times-México.

Enfatiza que un código de ética debería establecer las obligaciones, derechos, prohibiciones y funciones específicas de un empleado de medio de comunicación; regular el equilibrio en el uso de las fuentes, dando voz a mujeres, campesinos, indígenas, diversidad sexual y no solo a las partes “oficiales”;  cómo solicitar entrevistas, fotografías o vídeos a personas afectadas por una tragedia; cómo verificar la información; cómo evitar caer en sensacionalismos y amarillismos; cómo tratar a menores de edad o a víctimas de delitos sexuales.

También cómo enfrentar los conflictos de interés; cómo tratar con fuentes que ofrecen información a cambio de favores o de dinero; cómo comportarse ante invitaciones de viajes y pagos de comidas; cómo admitir un error y cómo corregirlo; fijar protocolos para evitar tergiversar o simplificar los hechos; cuándo ofrecer el anonimato a las fuentes; cómo tratar la información recibida a través de redes sociales; cómo evitar que una nota periodística se convierta en un artículo de opinión; y cómo evitar el plagio de texto, fotos y vídeos, entre otras conductas.

¿Qué recursos quedan?

Ante la inexistencia de normas éticas en los medios hondureños existen alternativas a las que pueden acudir los ciudadanos por posibles abusos en la libertad de prensa y expresión. En primer lugar está el código de ética del Colegio de Periodistas de Honduras, el cual establece obligaciones, derechos, prohibiciones y sanciones a los periodistas. Sin embargo, tiene la desventaja que fue formulado en septiembre de 1979 y algunas de sus disposiciones podrían considerarse un tanto desfasadas, como la aplicación de multas de entre 10 y 50 lempiras. Sin embargo, también advierte de penas más graves, como la suspensión en el ejercicio de la profesión durante un año, y la posibilidad de que le apliquen el Código Penal en caso de la comisión de delitos.

A nivel internacional existe la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, entidad de la Organización de Estados Americanos, la cual protege a las audiencias mediante el monitoreo de la situación de la libertad de expresión, la emisión de recomendaciones a los Estados, la asistencia técnica, la intervención en casos emblemáticos y la promoción de la importancia de la libertad de expresión en la sociedad.

De igual forma, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) promueve estándares internacionales relacionados con la libertad de expresión, el acceso a la información y la transparencia. La UNESCO ha desarrollado instrumentos internacionales y recomendaciones que establecen estándares para la libertad de expresión y el acceso a la información, como la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural y la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales.

Estos instrumentos resaltan la importancia de salvaguardar la independencia y el pluralismo de los medios, así como de promover la diversidad de contenidos y la participación ciudadana en el acceso a la información.

“La ausencia de un código de ética en cada medio de comunicación no quiere decir que es una carta abierta para que un periodista pueda hacer cualquier cosa. Existe una responsabilidad que es regulada a nivel mundial sobre la responsabilidad ulterior. Muchos periodistas han tenido que enfrentar denuncias. La inexistencia de un código de ética no quiere decir que el derecho a la libertad de expresión no sea regulada. Hay límites que tienen que ver, especialmente, con el discurso del odio entre otras cosas”, concluyó Ponce.

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