Juan Ramón Martínez
Carlos Miranda, es un hombre de tez blanca, baja estatura, pelo ralo, voz suave y simpática personalidad que pasará a la historia de Honduras, como uno de los políticos que más tiempo ha sido alcalde municipal de una ciudad hondureña. Buscará, en noviembre, su séptimo periodo de cuatro años, en el cargo. Y con muchas posibilidades de lograrlo, porque cuenta con el respaldo de las aldeas – no del centro de la ciudad – y goza según los médicos, de “buena salud”. Es decir que, si el elector no tiene una opinión contraria, gobernará Comayagua, 28 años; o más. No es nacionalista, partido que tiene fama de ser el más continuista, sino que militante Liberal. Le sigue en su afición al poder municipal – que como todos tiene sus encantos – Quintín Soriano de Choluteca que ira en noviembre de este año, por su sexto periodo continuo. Alexander López, alcalde liberal de El Progreso lleva cuatro periodos en el cargo y ahora busca en noviembre el quinto. Nahún Cálix, alcalde liberal de Marcovia, Choluteca busca también su quinto mandato. Sergio Antonio Lemus, del Partido Liberal, tiene seis periodos como alcalde de San Pedro Copán y va por el séptimo. Compite con Miranda. Raúl Ugarte, nacionalista de Pimienta que tiene 20 años en el cargo y busca su reelección en los comicios de noviembre próximo.
Los diputados ganan por varias “nalgas”. Rodolfo Irías Navas, fue diputado durante 39 años; Concepción de Guevara y Oscar Nájera, 30 años cada uno. Milton Puerto Oseguera 20 años y busca su quinto periodo; Antonio Rivera Callejas 19; y anda tras cuatro años más; José Alfredo Saavedra 19 años y busca emular a sus colegas nacionalistas concurriendo como candidato en las próximas elecciones. Mario Pérez también tiene 19 años “calentando banca” en el Congreso; y busca relegirse por cuarta vez consecutiva.
Y de los fallecidos, además de Plutarco Muñoz Pineda, que fuera diputado durante 16 años en la administración de Carías Andino, destaca el liberal Héctor Orlando Gómez Cisneros que fuera diputado por 25 años. Su hija busca una diputación bajo el patrocinio patriarcal de Mel Zelaya para darle continuidad a los compromisos familiares de “servir a la patria”, hasta la muerte.
Al inicio de la vida republicana los alcaldes duraban un año en el cargo. Se podían reelegir; pero casi nadie aceptaba, porque el cargo era poco retribuido debido a los exiguos ingresos municipales; y los elegidos descuidaban sus negocios particulares para servir a la colectividad. Entonces ser alcalde era un honor, no una oportunidad para hacer negocios; o una chamba para proteger intereses subalternos. Algunas personas, lo registra la historia, hacían contribuciones a los fondos públicos, con la condición que no se les llamara a servir en cargos municipales. Ahora no.
Las cosas han cambiado mucho. Los sueldos en las ciudades son muy altos – más de 100.000 lempiras “limpios” más otros “caídos”, como dicen – en las veinte ciudades mayores del país. Y carro e influencias, especialmente contactos en Tegucigalpa, para quienes se desempeñan como alcaldes en las otras ciudades medianas o pequeñas del país. Incluso el cargo de regidor, que antes no era retribuido, sino con dietas o cuando desempeñaba tareas continuas (Vocal de Policía, Encargado de Ornato, Fiel de Rastro, etc.), es ahora una posición muy buscada. Jorge Zelaya confeso que, entre el sueldo y los beneficios colaterales, los regidores ganan más de 120.0000 lempiras mensuales en Tegucigalpa.
Si Dionicio de Herrera se quejaba de falta de espíritu público, ahora las “clases” políticas, abusan de vocación burocrática y parasitismo presupuestario. Lo que ha desprestigiado mucho los servicios gubernamentales. Muchos de estos “caballeros” de industria y damas mencionadas, no han vuelto a trabajar en sus vidas. El gobierno es el más generoso empleador. El que paga mejor, exige menos cualidades; y da más beneficios a los servidores públicos que algunas veces se eternizan en los mismos, mediante el ejercicio de la fidelidad y el respaldo cómplice de los electores.
Mel, tiene cuarenta años de no trabajar y no quitarse el sucio y ridículo sombrero “revolucionario”. Además, dirige bajo la marca “PLR”, la más grande agencia de empleos, sin más exigencia que lealtades hacia su figura y fidelidad a sus “ideas”. Sin idoneidad o competencia profesional alguna.
La reelección de alcaldes y diputados, es una falla sistémica que debe corregirse en el más corto plazo. Porque desde allí se alimenta y se justifica, la reelección presidencial, tan peligrosa y nociva como sabemos.