Mario E. Fumero

Cuando hablamos del socialismo, a alguno se le pone los pelos de punta, porque lo primero que le viene a la mente son los regímenes existentes en Cuba, Venezuela y Nicara- gua, pero debemos aclarar que el término “socialista” tiene diversos matices, y no podemos considerar que todos los socialismos son comunistas o radicales como los que existen en estos países.

No cabe duda que existe un socialismo de tendencia totalitaria en donde se anula todas las libertades existiendo un partido único. Hay otros socialismos, que, aunque anula los partidos político y opiniones, funciona bajo la bandera de la economía capitalista como el de China. Pero también existe un socialismo democrático, imperante en los países europeos, e incluso en Canadá y Nueva Zelandia. Este so- cialismo democrático no anula las libertades, ni los partidos políticos, sino que implementa una política de justicia social, en donde los servicios públicos son accesibles para todos por igual, no permitiendo que la educación, la medicina y las necesidades básicas estén bajo el control privado y que sean manejadas de forma mercantil.

Podemos poner el ejemplo de Noruega, Suecia, Dina- marca, Alemania, España, etc., donde todos los ciudadanos tienen derechos sociales adquiridos desde que nace hasta que mueren, con una seguridad social digna y una asistencia médica accesible para todos por igual, así como la educación y necesidades básicas. Mi esposa es noruega y viví un tiempo allí, y pese a que tienen una monarquía, su sistema social es socialista, pero con libertades políticas. Solo que los que más ganan, más impuestos pagan, haciéndose realidad el mandato bíblico que dice “La abundancia de uno supla la necesidad de otros” 2 Corintios 8:14.

Cuando hablamos de un socialismo democrático, se habla de una libertad de empresa, pero también, de los derechos de los ciudadanos a tener los servicios básicos necesarios para la vida, sin que estos queden en manos privadas, como por ejemplo la educación, la salud, las aguas e incluso el transporte, aunque este último puede ser manejado por em- presas privadas, pero regulado por el Estado, permitiéndolo siempre y cuando no abuse mercantilmente de las normas establecidas.
Socialismo democrático es una alternativa para frenar el capitalismo brutal. El capitalismo brutal es aquel que le pone precio a todo, y discrimina a los pobres en sus necesidades básicas. Todo sistema de gobierno donde el “tener” sea más importante que el “ser” es inaceptable para los pobres y contrario a la doctrina cristiana.

La propuesta de la Presidente Xiomara Castro establece pautas para favorecer a los más desposeídos, y confió en sus palabras porque está rodeada de expertos en economía, democracia, libertades, y política. Con ese equipo de perso- nas que están bien preparados y con tanta experiencia como Pedro Barquero, Milton Benítez, Salvador Nasralla, Hugo Noé Pino, etc., estoy seguro que los postulados del gobierno irán por los parámetros trazados, porque considero que estas personas son gentes maduras, honestas y centrada, con experiencias administrativas y políticas.
Debemos regular la libertad, para que no se convierta en libertinaje, como dice 1 Pedro 2:16. No hay que permitir que los grandes poderes económicos absorban el derecho de los más pobres. Es necesario abrir espacios para nuevos emprendedores, y hacer que los recursos naturales queden en manos del pueblo, y sean usados correctamente, para suplir las necesidades básicas de la población, principalmente de los más necesitados, y legislar fuertemente para frenar la corrupción, induciendo el temor a una justicia firme. Que no haga distinción entre pobres o ricos, sabios y analfabetos, porque como dice la constitución ante la ley todos somos iguales.

mariofumero@hotmail.com

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