ILEGAL Y FRAUDULENTO

La crisis política en la que ha caído Honduras tiene su origen en el plan descabellado de Juan Orlando Hernández de inscribirse como candidato presidencial pese a diferentes obstáculos legales que estas intenciones enfrentaron. Esta crisis se ha agudizado en los últimos días por los intentos sistemáticos del continuismo de burlar descaradamente la voluntad popular expresada en las urnas el domingo 26 de noviembre.

Esto tiene su historia. El afán de perpetuarse en el poder, lo condujo a urdir un plan que lo fue desarrollando durante varios años: neutralizó internamente a la oposición nacionalista, compró voluntades en diferentes sectores de la empresa privada y la sociedad civil, utilizó abiertamente los recursos del Estado para sus fines electoreros. Finalmente logró inscribirse como candidato de su partido, pero dejando atrás una estela de destrucción en el país.

En efecto, debilitó más a las instituciones públicas al controlarlas y ponerlas a su servicio; dividió al país políticamente que desde un principio se manifestó en contra de violar la constitución; fomentó la corrupción con los recursos del Estado al poner los subsidios y ayudas al servicio de sus planes ilegales. Sin embargo, la vocación antidemocrática de JOH no terminó con lo anterior. Además de la ilegalidad de su candidatura y cuatro años de desmanes, ahora pretende ganar las elecciones de manera abiertamente fraudulenta, utilizando nuevamente las instituciones públicas para burlar la voluntad expresada de manera cívica por el pueblo hondureño el pasado domingo 26 de noviembre.

Hay un profundo contraste entra la cúpula cachureca conspirando contra la democracia y el resto del país. El pueblo hondureño acudió a las urnas respondiendo a ese llamado que hace el sistema político electoral de expresarse libremente para definir de manera directa los destinos de nuestro país. Lo hizo de manera ordenada durante todo el domingo y pese a muchos desencantos del pasado que cruzaron por su mente y pudieron frenar sus intenciones, se presentó a las urnas de masivamente con las esperanzas de un respeto absoluto a su voluntad.

De manera muy cívica y silenciosamente marcó en las casillas de su preferencia. Lo hizo con el mismo espíritu con el que se manifestó hace apenas dos años y medio durante las jornadas de los indignados que inundaron las calles del país con un grito muy claro. Sin embargo, la maquinaria partidista al servicio de JOH llegó con otras intenciones el domingo 26 de noviembre.

El objetivo era accionar con toda contundencia para quedarse cuatro años más y, por las evidencias que se han presentado en los últimos días, recurriendo a los mecanismos antidemocráticos y destructivos como son la compra de votos, el fraude en la mesa electoral y en la transmisión, la manipulación de actas y el procesamiento tendencioso de las mismas.

Las maniobras no han parado estos últimos días aunque el aspirante a déspota se presente cínicamente hablando de respeto a las leyes y a la voluntad del pueblo. De nada le sirve. Son muy pocos quienes le creen. En medio de un proceso dudoso de revisión de actas, ahora impone un toque de queda. Esto solamente vendrá a tensar más la cuerda que poco falta para romperse y arrojarnos a situaciones fatales. Pero algo está muy claro: esta situación solamente es atribuible a la intención de un candidato ilegal y además de eso fraudulento, que movido por el miedo de quedar en la llanura, no quiere dejar el poder por las buenas.
Rafael Delgado Elvir

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