Por Daisy Bonilla
San Pedro Sula, Honduras. Deberían estar jugando o en la escuela, pero van y vienen por la calle buscando algo para comer. Se calcula que, en San Pedro Sula, unos mil niños trabajan todos los días. Muchas veces son usados por mafias de adultos que los explotan, pero otras, sin embargo, piden monedas por cuenta propia y sabiendo que, ese será el único ingreso que tendrán en su casa.
La pandemia del COVID 19 acentuó la situación de vulnerabilidad y de indefensión que viven los niños y niñas en Honduras en situación de trabajo infantil. Ante ese panorama crítico, el programa internacional -para la erradicación del trabajo infantil y trabajo forzoso (IPEC), realiza esfuerzos de seguimiento a fin de reducir el impacto de la pandemia.
La pobreza, la marginación social, la discriminación, la falta de una educación universal de calidad, la prevalencia de la economía informal, el acceso limitado a oportunidades de trabajo decente para las personas en edad legal de trabajar, son algunas de las probabilidades para que se agraven las causas fundamentales del trabajo infantil y el trabajo forzoso.
Las imágenes de niños trabajando en proyectos de construcción y niñas pidiendo dinero, comida y ropa debajo de los semáforos se han vuelto tan comunes y repetitivas que ya no asombran a los miles de conductores de vehículos, que transitan por las calles de la ciudad, y que decir de casi nula proyección de las instituciones del Estado cuya misión es proteger a la niñez.
La insensibilización de la sociedad es manifiesta cuando algunos de estos niños o jóvenes se acercan a ofrecerles algún servicio como cortar el césped del jardín o limpiar el para brizas de su automóvil u ofrecerles la venta de dulces, el rechazo es inmediato.
El panorama no es diferente en el área rural, donde muchos niños abandonan las aulas escolares para apoyar a sus progenitores a cultivar la tierra en tareas agrícolas y ganaderas y las niñas participan en trabajos domésticos a cambio de recibir un estipendio monetario.
Al respecto, consultamos al licenciado en psicología Mauricio Velásquez, cómo han sido los impactos de la pandemia COVID19 en la salud mental infantil. En su repuesta explica que la salud mental infantil se va medir mucho de acuerdo a la salud mental del cuidador (padres). si los padres presentan un buen estado mental frente a la crisis de la pandemia, los menores presentan una buena respuesta.
Pero algunos menores pueden afectarles el hecho de que no han podido desarrollar con libertad la comunicación con sus pares, por lo tanto, el juego con sus pares que es donde aprenden a sociabilizar se ha visto afectado.
Añadió, que el trabajo infantil afecta a los niños y niñas hondureñas al limitar los espacios de interacción a nivel de la escuela. Los menores están teniendo dificultades en sus habilidades sociales. Al mismo tiempo el excesivo uso de tecnología estará afectando en un futuro cercano, ya que tendremos jóvenes adictos a la tecnología, con problemas de poca tolerancia a la frustración y carentes de habilidades para la resolución de conflictos.
José Guadalupe Ruedas director Casa Alianza, calificó como una tragedia, el hecho de que más de 20 mil niños se van cada año y muchos sufren violencia y abuso. Calificó de lamentable, el hecho de que algunos de los 17 mil centros educativos no cuenten con agua potable. Es una situación lamentable, comentó.
Por otra parte, Wilmer Vásquez, de la Coordinadora de Instituciones Privadas pro las niñas, niños, adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (COIPRODEN) denunció que en Honduras hay más de 2.2. millones de niños sin educación, hay 500 mil que están trabajando. Destacó, que mientras no ejerzan el sufragio, no serán de interés del gobierno.
Sujetos proclives al abuso y la violencia
Las diferentes formas de violencia que tienen que vivir los niños y niñas en Honduras son; numerosos niños heridos, niños que pierden su vida en masacres, los ataques de las maras y pandillas y hasta los celos maritales, como el caso que recién sucedió en Esquías, departamento de Comayagua, ubicado en la zona central del país, donde un padre le quitó la vida a sus dos hijos y posteriormente se suicidó, Denisse Martínez, madre de los menores comentó que él la amenazada con hacerlo si lo dejaba, “Nunca pensé que llegaría a hacerlo, pronunció acongojada”.
En promedio, 60 niños son asesinados cada mes, es decir el 55% de las muertes violentas en Honduras corresponden a niños y adolescentes, comento Jaime Lores coordinador del observatorio de derechos de los niños Casa Alianza. El 70 % vive en la pobreza estimó.
Olvin Villalobos, ministro de la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social (STSS), asegura que se hacen esfuerzos máximos, para realizar constantemente inspecciones a nivel nacional de manera que se verifique que en algunas empresas no se esté utilizando fuerza laboral infantil “porque es inaceptable desde todo punto de vista”, indicó el funcionario.
Cómo abordar el impacto del COVID 19
Algunas de las medidas propuestas se relacionan con la generación de ingresos, para mitigar el resurgimiento de hogares vulnerables y transferencias en efectivo, para mitigar el riesgo de resurgimiento del trabajo infantil y del trabajo forzoso. Las experiencias en numerosas situaciones de crisis anteriores como la epidemia del Ébola en 2014, provocó la revisión de respuestas a corto, mediano y largo plazo, entre ellas podemos citar; la iniciativa de realizar evaluaciones rápidas para comprender las vulnerabilidades y el impacto del COVID-19, especialmente en las mujeres y las niñas.
La remisión de las adolescentes en edad de trabajar a programas de empleo juvenil, compatibles con las medidas de distancia física, y de bioseguridad. Transferencias en efectivo, tienen por objetivo aliviar la vulnerabilidad económica de los hogares, mediante la prestación de apoyo a los ingresos. Las transferencias en efectivo han demostrado ser un importante instrumento de política para la eliminación del trabajo infantil. Finalmente, el apoyo a los países para que revisen la lista de trabajos peligrosos a la luz del impacto del COVID19. http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@ed_norm/@ipec/documents/publication/wcms_747230.pdf
Pese a la existencia del Código de la Niñez, estos continúan enfrentándose a la violencia e inseguridad cotidiana, violentándose sus derechos, inclusive sus derechos básicos a la salud, educación y alimentación, su derecho a una familia.
El trabajo de la niñez, debería ser únicamente la educación y vivir una infancia feliz. Pero en un país empobrecido, los más indefensos son siempre los que se llevan la peor parte. Puede ser que los encuentres vendiendo confites en los restaurantes o abre y cierra puertas en cualquier esquina y con una actitud casi mecánica. Eso es lo más triste, la actitud de robots que ya adquirieron muchos pequeños… Es fácil darse cuenta cuando se acercan a pedir un lempira: Se les dé o no, reaccionan siempre de la misma manera…son como autómatas que repiten dos o tres palabras de memoria. Pero ojo: cualquiera que los mire un poco, va a notar que, por dentro, están sufriendo, en silencio, pero sufriendo horrores, ante la indiferencia de una ciudadanía y autoridades locales que poco o nada hacen para cambiarles su historia de vida.
Esta publicación se realiza con el apoyo del Fondo de Respuesta Rápida para América Latina y el Caribe organizado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios. Los contenidos de los trabajos periodísticos que aquí se publican son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de las organizaciones