Escrito por: PASOS DE ANIMAL GRANDE
Los daños psicológicos y emocionales que experimentan los periodistas y comunicadores sociales atacados por su trabajo recaen también sobre sus familias, sostuvo la psicóloga Carmen Martínez, quien durante varios años ha estudiado casos relacionados con violación del derecho a la libertad de expresión, de información y prensa.
A los periodistas que no están alineados con el discurso oficial se les está viendo como enemigos del Estado, como desestabilizadores y se les califica de “cachurecos”, todo bajo un tinte ideológico partidista.
Recientemente la Asociación por la Democracia y los Derechos Humanos (ASOPODEHU), presentó un informe donde revela que en el primer trimestre del 2025 se conocieron 89 incidentes contra la libertad de expresión y contra los espacios cívicos, registrando un aumento de 55 casos más que en último trimestre del 2024 donde únicamente ocurrieron 34 hechos.
Martínez quien en los últimos años ha estudiado los efectos que deja en los periodistas y comunicadores sociales las agresiones físicas, verbales y digitales ha identificado tres impactos, el primero es a nivel personal, el siguiente es en el ámbito de la familia y el último en el cumplimiento de su labor informativa.
En el plano personal es donde podemos hablar de los impactos psicológicos o emocionales, sobre todo cuando los periodistas hacen el papel de denunciantes de todo tipo de arbitrariedades, o cuando desafían a poderes políticos y económicos, reflexionó.
Explicó que las personas agredidas a nivel personal suelen desarrollar varias sintomatologías emocionales, entre ellas el estrés crónico, depresión, ansiedad, ataques de pánico, aislamiento personal. En el plano profesional sienten que sus libertades son reprimidas, hay desmotivación, autocensura y a veces pérdida de propósito.
Por otra parte, entran en un agotamiento crónico físico y emocional que afecta muchísimo su productividad, su calidad de trabajo. “Es tal que entre el miedo y desaliento se preguntan ahora ¿qué vamos a hacer? ¿a dónde voy con mi trabajo? ya no hay espacios, los espacios están cerrados”, consideró.
Para la psicóloga, todos esos daños psicológicos y emocionales que experimentan las víctimas de represión a su derecho a la libertad de expresión y aquellos que ven afectados sus espacios cívicos golpean también directamente a su familia.
Victimarios
Martínez describió que en rondas de entrevistas con periodistas y comunicadores sociales de Comayagua, La Paz y Tegucigalpa identificó que el gobierno actual, por ejemplo, ha ideologizado y estigmatizado demasiado a la prensa y la ha dividido aparentemente más que otros gobiernos. “Los mismos periodistas dicen que nunca habíamos vivido un ataque tan fuerte a nivel general y personal”, explicó Martínez.
Describió que los entrevistados señalaron directamente a funcionarios públicos de importantes secretarías o de alto perfil en el gobierno que están actual y directamente estigmatizando a periodistas con nombre y apellido.
Ese juego de clasificar a la prensa entre izquierdistas y derechistas ha afectado mucho la libertad de expresión porque los mismos periodistas prácticamente en toda Honduras están divididos. Están aquellos que son asimilados por las alcaldías municipales, los que responden al gobierno central y los que dicen ser independientes pero que nadie les da empleo o les quitan la pauta publicitaria.
En reuniones las víctimas contaron situaciones complejas como la falta de recursos económicos, que los han corrido directamente de algunos espacios públicos, que algunos políticos les han cerrado la posibilidad de participar en ciertas actividades, que les exigen una especie de protocolo para poder ingresar a las actividades políticas de este gobierno, pormenorizó la psicóloga.
Según ella, hay algo que es muy evidente, que entre los victimarios no mencionan el crimen organizado, sino a los políticos en el poder y la represión de tipo política, ideológica y económica.
Ataque al espacio cívico
De acuerdo con la información que ha recabado, Martínez percibe una cooptación del espacio cívico, al estar controlado con un discurso y una línea que emana de ciertas autoridades para evitar que haya denuncias, que la gente no se pronuncie y denuncie o evitar que se dialogue o puedan haber discusiones abiertas y amplias.
Martínez considera que no hay la posibilidad de la democratización, sino que vienen con una línea directa de cómo deben ser tratado los temas, y quiénes no encajan en esta forma entonces están excluidos. A ciertas personalidades que no se han acoplado con las ideas oficiales se les ha excluido, se les ha cerrado los espacios, se les ha amenazado, incluso se les da seguimiento y persecución, lamentó.
A los periodistas que no están alineados con el discurso oficial se les está viendo como enemigos del Estado, como desestabilizadores o como que son “cachurecos” que es lo típico que dicen. No están viendo que el periodismo lo que hace es transmitir información de la manera más objetiva no en base a hechos reales y en base a corroboración.
Al ver todo con un tinte ideológico y de partido político que están cerrando los espacios y estigmatizando, muchos periodistas y medios de comunicación se están autocensurarse para evitarse verse frente a situaciones complicadas, analizó Martínez, quien desde hace varios años trabaja en el acompañamiento psicosocial en casos de vulnerabilidad y violaciones a derechos humanos.