Diario El Salvador
Desde finales de marzo, en la unidad de salud de San Antonio Abad, en un tablero, está pegado un papel con los nombres de los medicamentos agotados y los que están por agotarse. Al 29 de abril, el listado había cambiado, con menos insumos.
Esa imagen, desoladora y frustrante para quien urge de un medicamento, no sólo corresponde a esa pequeña unidad de salud, si no a muchas más, incluidos grandes hospitales, que enfrentan esta difícil situación.
Pero conforme pasa el tiempo, la crisis se acentúa, según médicos consultados, quienes muestran su preocupación porque, según ellos, con lo que hay de abastecimientos, allá por junio o julio no habrá nada de medicinas que recetar y entregar a los pacientes.
A través de la oficina de prensa se gestionó una entrevista con la ministra o los viceministros del Ministerio de Saludpara conocer la versión oficial sobre el desabastecimiento de medicinas y las condiciones de infraestructura en la red de hospitales públicos, así como de una supuesta destrucción de medicamentos en las bodegas de la colonia El Paraíso, de San Salvador. Al cierre de este reportaje, más de dos semanas después de gestionarla, no hubo respuesta.
Sobre la escasez de medicinas, funcionarios del Ministerio de Salud han dicho públicamente que esperan que en julio o agosto se comience a recibir las primeras entregas de los medicamentos licitados para este año.
No obstante, de acuerdo con fuentes médicas relacionadas con el proceso de compra, hay 46 medicamentos para los cuales se ha hecho nueva licitación, pues, la primera fue declarada desierta.
Entre esas medicinas están la inmunoglobulina antitetánica humana, el concentrado de complejo protrobinico humano, eritropoyetina beta, multivitaminas para adultos…
En el hospital Saldaña no hay aspirinas.
De acuerdo con documentos proporcionados por varios médicos, a finales de marzo de este año, sólo el hospital nacional de San Bartolo contaba con un nivel de abastecimiento considerado como óptimo. Tenía el 95.91 por ciento. De su cuadro básico de medicamentos, sólo le hacían falta once.
El cuadro básico de medicamentos es la cantidad de medicinas indispensables en un centro hospitalario, de acuerdo a las necesidades de la población que atiende.
No obstante, el 5 de abril, el Ministerio de Salud emitió un comunicado en el que negaba que hubiese desabastecimientos en los hospitales públicos. En el mismo boletín, se invitaba a la población a continuar usando los servicios de salud y “a no dejarse sorprender por comentarios malintencionados”.
De acuerdo con un médico, consultor externo de abastecimiento hospitalarios, para que se considere que un hospital tiene un abastecimiento normal, lo mínimo que debe tener es un 90 por ciento de su cuadro básico; lo ideal es un 95 o 96 por ciento. Más de esa cantidad se considera un nivel óptimo.
Sin embargo, el experto, que pidió no revelar su nombre, explica lo siguiente: que un hospital reporte que tiene cierto porcentaje de abastecimiento en medicamentos no significa que realmente tenga para hacerle frente a las necesidades de los usuarios. Puede ser que solo tenga una unidad de algunos medicamentos.
“Los encargados de las farmacias están obligados a mantener por lo menos una unidad en inventario, de tal manera que en los reportes se puede reflejar que hay abastecimiento, pero cuando llega un paciente no le pueden entregar esa unidad porque son sancionados. Sería bueno que se investigara bajo qué nivel de coacción las farmacias se ven obligadas a mantener números que no reflejan lo que el paciente necesita pero que estadísticamente se miran bien”, indicó.
Otro médico, quien trabaja en el ministerio de Salud y que también pidió no mencionar su nombre, añadió: “Por eso es que ve usted que la gente sale con las recetas a comprarlas afuera; no le pueden dar esa unidad que tienen las farmacias, porque los sancionan”.
Los médicos tienen que recetar las medicinas que el paciente requiere para su enfermedad, aunque sepan que no hay en el hospital.
Eso se pudo constatar en el hospital Saldaña (Planes de Renderos), la tarde del 30 de abril.
El médico que atendió la consulta, extendió cuatro recetas de las cuales sólo una medicina había en farmacia. Sin embargo, no estaban disponibles ciprofibrato, ni ácido acetilsalicílico (aspirina), ni verapamilo. Todos esas medicinas las toman los pacientes con problemas de hipertensión.
Al preguntar al dependiente de la farmacia cuándo habría de esas medicinas, recomendó comprarlas. Advirtió que costarían alrededor de 40 dólares. La más cara sería el verapamilo. Poco más de 30 dólares en el tratamiento para 30 días.
Pero al cotizar las tres recetas en dos farmacias reconocidas, el costo total ronda los 60 dólares. El más carro es el verapamilo: 28 dólares la caja de 20 pastillas. Y la receta prescribía 30.
Hospitales más desabastecidos
En términos porcentuales, a finales de marzo, los cinco hospitales con menos abastecimiento de medicinas eran en su orden: El hospital Santa Teresa, de Zacatecoluca, con 35 por ciento; el hospital José Antonio Saldaña, en los Planes de Renderos, con 38; el hospital San Rafael, de Santa Tecla, con 42; el hospital Rosales, en San Salvador, con 52; y el hospital Jorge Mazzini, de Sonsonate, con 53
En términos más claros, el cuadro básico de medicamentos del hospital de Zacatecoluca es de 244 medicamentos, pero de estos sólo tenía 86, es decir que le hacían falta 158.
El pasado jueves 9 de mayo, en la tarde, en ese mismo hospital no había acetaminofén, sólo ibuprofeno, un medicamento que no se puede recetar a pacientes que padecen de úlceras gástricas, un problema muy común; si se les recetase, podrían sufrir complicaciones, aseguró un médico.
Ese mismo día tampoco había ciprofloxacina ni trimetoprim, antibióticos que son recetados a diario para varias infecciones.
El trimetroprim también había escaseado en el hospital San Rafael, de Santa Tecla, a mediados de marzo. El 13 de marzo, después de una cirugía de la vesícula por cálculos, a un paciente le dieron varias recetas. Al reclamarlas en farmacia, le dijeron que no había trimetroprim.
En las farmacias particulares hay de varios precios. Hay una pastilla que vale 20 centavos y otra que vale 75 centavos. Obviamente, la más cara es la mejor y para un tratamiento de tres pastillas diarias durante 10 días, se requiere un desembolso de más de 20 dólares.
La semana anterior, el viceministro de Políticas de Salud del Ministerio de Salud (Minsal), Eduardo Espinoza, aseguró que la red de salud pública tenía un abastecimiento de entre 60 a 70 por ciento.
Sin embargo, documentos en poder de El Diario de Hoy indican que el desabastecimiento es más grave y que las cifras reveladas por Espinoza, en algunos hospitales son al revés. Por ejemplo, en marzo el hospital de Zacatecoluca, de 244 medicamentos que conforman su cuadro básico, le hacían falta 156, lo que es igual a decir que en ese hospital sólo había un 35.25 por ciento de abastecimientos.
Algo similar ocurría en el hospital Saldaña.
Y conforme pasa el tiempo, el desabastecimiento se va agravando, afirmaron médicos que aseguran estar preocupados por la escasez de medicamentos y los gastos en que deben incurrir sus pacientes para comprarlos. O en el deterioro de la salud de quienes no tienen dinero.
Con este panorama, muchos pacientes salen de los hospital con pocas o ninguna medicina. Con una preocupación más, en medio del dolor y las complicaciones que generan las enfermedades.
Unidades de salud, mismas carencias de los hospitales
La primera vez que fui a la unidad de salud que funciona en el Mercadito de Merliot, me extrañó que el enfermero no se pusiera mascarilla ni guantes para curarme la sutura de una operación de vesícula. Mientras me curaba, el joven hablaba con sus compañeras. Lo hacía a escasos centímetros de la herida.
Al siguiente día iba decidido a decirle que no hablara cerca de la herida. Pero no tuve que hacerlo porque en esa ocasión sí se puso guantes y mascarilla. Una enfermera le preguntó extrañada dónde los había hallado. Me sorprendió: la señora que hace la limpieza les había regalados una caja de guantes de látex y una de mascarillas.
Marzo estaba a la mitad. En la puerta de la sala de curaciones de Fosalud de Santa Tecla está pegado un aviso: “Pacientes que vienen a curación o inyección, deben traer su bolsita”. Creí irrelevante preguntar por aquel rótulo. Cuando fue mi turno lo entendí. La enfermera me dijo que en los días siguientes tendría que llevar una bolsa para echar en ella las torundas, gasas y esparadrapos utilizados. Dos meses después, el aviso sigue en la puerta.
Otro tanto ocurre en la unidad de Salud de San Antonio Abad, donde a finales de marzo, en el lugar donde está el reloj donde marcan entrada y salida los médicos, estaba un largo listado de medicinas que no hay.
Al 29 de abril, el listado había cambiado. Incluso, no había suficientes preservativos masculinos, por lo que en el mismo aviso había una indicación “para poder beneficiar a más usuarios”: reducir la cantidad a entregar.
En esa misma clínica no hay tensiómetro para que las enfermeras puedan tomar la presión arterial a los pacientes. Desde hace varios meses se arruinó, me dijo un médico. No le creí.
El martes 7 de mayo fui a constatar. Observé que a los pacientes no les tomaban presión arterial y en la mesa de la enfermera no había tal equipo. Para confirmarlo, fingí sentirme mal y le pedí a una enfermera que me tomara la presión arterial.
“No hay tensiómetro”, me respondió. Fingiendo que no había escuchado bien, le pregunté ¿que no hay qué?. “No hay tensiómetro, reiteró, vaya a algún consultorio y pídale a un médico que le haga el favor de tomarle la presión”, añadió.
Así está el sistema de salud público en estos días.