En esta pandemia, los datos han sido los grandes protagonistas. La crisis ha resaltado la importancia de generar estadísticas oficiales oportunas y confiables para monitorear el avance de la enfermedad, detectar grupos vulnerables, medir el impacto de las políticas de aislamiento en la vida de las personas y en la economía, y proyectar las necesidades a futuro.

La crisis también ha evidenciado que las oficinas nacionales de estadística no contaban con la infraestructura tecnológica necesaria para trabajar de manera remota. Esta súbita transición ha tenido serias repercusiones en la generación de estadísticas oficiales, pues muchos datos se recolectan a partir de entrevistas cara a cara. Aún cuando algunos países han incursionado en el uso de tabletas electrónicas para recolectar información, el trabajo fundamental sigue siendo en persona.

¿Es posible continuar con la producción estadística en tiempos de confinamiento y distanciamiento social? Sí es posible, aunque parcialmente.

Sistemas basados en entrevistas cara a cara

Las entrevistas telefónicas y los cuestionarios vía web son alternativas que están permitiendo mantener cierta continuidad en la recolección de estadísticas oficiales.  Algunas oficinas ya contaban con los números telefónicos de los hogares provenientes de su muestra para las encuestas de hogares. Sin embargo, en los casos donde no hay un número de teléfono vinculado a una dirección, el levantamiento de datos estadísticos está prácticamente paralizado.

La recolección de datos estadísticos de empresas se ha visto, en general, menos afectada. Por un lado, las muestras son de menor tamaño. Además, antes del brote del Coronavirus ya se empleaban cuestionarios vía web y por correo electrónico. Eso sí, todavía se desconoce cómo el cierre de comercios, temporal o permanente, impactará en la precisión o frecuencia de los datos levantados.

Las limitaciones en la cobertura de telefonía e Internet y en la disponibilidad de los números telefónicos de los hogares implican que hay sectores de la población, tal vez los más vulnerables, que corren el riesgo de quedar fuera de las estadísticas oficiales. Eso es justo lo opuesto que se necesita en el contexto actual de propagación del Coronavirus. Ahora, más que nunca, se requiere de un panorama completo para identificar zonas y poblaciones con mayor riesgo para atenderlas de manera oportuna.

Modernización de los procesos estadísticos: el camino a seguir

El reto urgente para las oficinas nacionales de estadística es desarrollar herramientas para llegar de manera remota a un número representativo de hogares y empresas. La mayoría de las innovaciones en estadísticas oficiales se ha visto en el levantamiento de información para el censo. En la ronda censal del 2010 varios países europeos recopilaron datos a través de Internet con tasas de uso que fueron desde el 1% en Suiza hasta el 67% en Estonia. Estados Unidos está utilizando esta tecnología por primera vez para el censo 2020 .

En América Latina y el Caribe, Colombia fue pionera en el uso de Internet para recopilar datos del censo del 2018 con una tasa de utilización de alrededor del 12.5%. Brasil también hizo pilotos para explorar el auto llenado vía web para su próximo censo (ahora pospuesto al 2021). México ofreció la opción “Cénsate tú mismo” para aquellas familias ausentes de su domicilio el día que los encuestadores del censo se apersonaron en su casa. El gran obstáculo para el uso de este método es que requiere que el país cuente con un inventario de direcciones que permita hacer llegar los cuestionarios con una clave única a los hogares y georreferenciar las respuestas.

Encuestas por teléfono

El caso con las encuestas de hogares es distinto. Los cuestionarios son extensos y complejos porque sirven como principal fuente de información de muchos indicadores (mercado laboral, salud, educación, pobreza multidimensional, etc.). La crisis actual ha forzado a las oficinas de estadística a revisar el contenido de estas encuestas, enfocarse en lo esencial y buscar métodos alternativos de recolección. Una herramienta que se ha empezado a usar de manera extendida son las entrevistas telefónicas. Sin embargo, para realizar las entrevistas a los hogares se debe contar con un número de teléfono de contacto (Uruguay ha levantado encuestas casi en su totalidad vía telefónica).

Un producto clave de las estadísticas oficiales para la economía es el Índice de Precios al Consumidor (IPC). En Argentina y Chile, el IPC está siendo levantado mediante entrevistas telefónicas y el uso de técnicas de recolección de precios publicados en las páginas web de los establecimientos que son parte de la muestra.

Las mejoras también han incluido un mayor uso estadístico de los registros administrativos para fines estadísticos. Se están aprovechando las bases de datos administrativos para complementar la información de censos y encuestas. Un ejemplo de esto lo hizo Colombia con sus mapas de vulnerabilidad a nivel de manzana. El reto continúa siendo la interoperabilidad, es decir, que exista coordinación entre las instancias gubernamentales y estandarización en los datos que se intercambian.

La buena noticia es que las oficinas de estadísticas oficiales no están solas. Pueden unir esfuerzos con la comunidad estadística internacional, el sector privado y las ONG para intercambiar experiencias y datos. Dos iniciativas interesantes son la Red de Transmisión del Conocimiento de la Conferencia Estadística las Américas de la CEPAL, y la alianza entre la Comisión Estadística de Naciones Unidas y ESRI. Este tipo de alianzas han permitido la mayor incorporación de fuentes no tradicionales de datos, como los teléfonos móviles, para visualizar las dinámicas de movimiento de las personas durante la cuarentena, siempre mediante el uso de datos anonimizados y agregados que protejan la privacidad de las personas.

Estadísticas oficiales fortalecidas

La crisis sanitaria del COVID-19 ha hecho que la demanda de datos confiables sea más elevada que nunca. Paradójicamente, los productores de estadísticas oficiales enfrentan recursos económicos limitados, metodologías basadas en entrevistas cara a cara, y operaciones restringidas por la cuarentena de empleados. Ante esto, las oficinas nacionales de estadística están trabajando para seguir con el levantamiento de datos esenciales y cumplir con los calendarios de publicación. En paralelo, hay un gran esfuerzo por comunicar el impacto que los ajustes metodológicos tendrán sobre las principales series estadísticas.

Es crucial que estas oficinas cuenten con el respaldo gubernamental y de la población para seguir operando de manera remota durante la pandemia. Esta coyuntura también ofrece oportunidades que no se deben desaprovechar: los avances logrados y lecciones aprendidas en el contexto de la emergencia pueden tener implicaciones positivas a futuro para modernizar la producción de estadísticas oficiales.

José Antonio Mejía

José Antonio Mejía Guerra es Especialista Líder en Modernización del Estado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde trabaja en temas de fortalecimiento de capacidades estadísticas. Durante 2008 a 2012, fue Vicepresidente de la primer Junta de Gobierno del Instituto Nacional de Estadística y Geográfica (INEGI) del 2008 al 2012. Con anterioridad, fue coordinador del Programa MECOVI en el BID. José Antonio es maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Georgetown y maestro en Economía por la Universidad George Washington.

Karla Yee Amézaga

Karla Yee Amézaga es consultora sobre temas estadísticos en la División de Innovación para Servir al Ciudadano del BID. Anteriormente, trabajó en el Banco Mundial en proyectos de medición de pobreza y monitoreo de deuda externa soberana, así como en la OCDE, Ashoka Changemakers y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. Karla es maestra en Asuntos Internacionales por la Universidad de California – San Diego (UCSD), y tiene una licenciatura en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

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