DOCTOR HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

 

En mis años de estudiante de pregrado en la UNAH me tocó estudiar el modelo Keynesiano que no es la panacea porque se basa en variables macroeconómicas, pues para saber la realidad económica de un país cualquiera que este sea, basta y sobra la opinión de una ama de casa que a diario experimenta las consecuencias reales en carne propia; sin embargo, me interesé sobre la vida de John Maynard Keynes, obviamente, connotado economista inglés educado en Eton, Cambridge e integrante de Los Apóstoles de Cambridge, además influyente personaje en el New Deal del Presidente de la Unión Americana Franklin D. Roosevelt. (hace algunos años impartí una conferencia en la UNIMETRO sobre este tópico)

Mi interés se incrementó cuando me di cuenta vía internet que el 10 de junio de 1930 es invitado por el Comité Hispano-Inglés y dicta en la Residencia de Estudiantes de Madrid la conferencia: “Posible situación económica de nuestros nietos” vaticinando que, como consecuencia del incremento de la productividad, nuestra jornada laboral no se extendería más allá de las 15 horas semanales a partir de 2030, me pregunto yo ¿ Keynes avizoró que un día estaría en boga la robótica?.

Bill Gates en una entrevista a BBC Mundo el 21 febrero 2017 opinó que los robots deben pagar impuestos y la misma  llegó a la Organización Internacional del Trabajo (OIT).durante el foro El Futuro del Trabajo; para Eric Manzi, Secretario General del Sindicato Central de Trabajadores de Ruanda, consideró que frente a la robotización, es necesario avanzar en una renta básica universal para proteger a las personas que se queden desempleadas por la entrada de robots a sus empresas, “tiene que ser una transición justa porque va a haber desigualdades”. “Hay que abrir el debate de poner impuestos a los robots para que cueste más que contratar personas o, en otras palabras, gravar menos el trabajo humano que la mano de obra robótica”, expuso el experto en conferencia magistral. Los recursos que se reúnan de ese impuesto servirían para crear un fondo con dinero disponible para invertirse en capacitación de trabajadores que podrían ser sustituidos por los humanoides, indicó. Consideró que el impuesto lo tendrían que pagar los empleadores quienes justamente han echado mano de los robots. Robert Skidelsky, catedrático de la Universidad de Warwick (Reino Unido), planteó fijar un impuesto a los robots, que no debe verse como represalia, más bien se trata de que los recursos recaudados se utilicen, por ejemplo, en la capacitación de los trabajadores que serían desplazados por una máquina.

Sobre el impacto de la robótica y el futuro del trabajo Jesús R. Mercader Uguina Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Carlos III de Madrid su opinión es que “la robótica tiene el potencial necesario para transformar las vidas y las prácticas laborales. Su impacto será cada vez mayor, a medida que se multipliquen las interacciones entre los robots y las personas. Aunque no existe un consenso sobre los efectos que ello tendrá sobre el empleo y nuestros futuros mercados de trabajo, lo que sí es indiscutible es que su impacto será muy importante. Son muchas las dudas que se plantean como consecuencia de ello: ¿Soportará nuestro modelo de trabajo la disrupción digital? ¿Cómo deben distribuirse los beneficios de la robótica? ¿La renta básica universal dejará de ser una posibilidad y pasará a ser una obligación? ¿Debemos seguir inventando? Son preguntas que lejos de resultar ciencia ficción ya esperan respuestas pues la digitalización del mercado laboral y la robotización constituyen dos de las grandes preocupaciones de nuestra sociedad. Los problemas laborales que plantea la economía bajo demanda (“on-demand economy”); es la evolución de la economía colaborativa. Consiste en generar el producto o servicio sólo una vez realizada la compra por parte del consumidor: los efectos de la cada vez menos utópica idea de la empresa panóptica; el impacto de las redes sociales sobre una sociedad en la que los propios individuos se hacen transparentes; la creciente importancia de las técnicas del Big Data, el “internet de las cosas” y de las “nano cosas” y el tsunami que supone el irrefrenable desarrollo de la robótica o, en fin, los avances de los últimos años en el campo de la Inteligencia Artificial, son cuestiones que ponen de manifiesto una auténtica disrupción tecnológica.

Pero la mayor preocupación viene de la mano de los veloces procesos de robotización y de su impacto en unos debilitados mercados de trabajo marcados por la precariedad laboral y los altos índices de desempleo. La robótica tiene el potencial necesario para transformar las vidas y las prácticas laborales. Su impacto será cada vez mayor, a medida que se multipliquen las interacciones entre los robots y las personas. Aunque no existe un consenso sobre los efectos que ello tendrá sobre el empleo y nuestros futuros mercados de trabajo, lo que sí es indiscutible es que su impacto será muy importante. Son muchas las dudas que se plantean como consecuencia de ello: ¿Soportará nuestro modelo de trabajo la disrupción digital? ¿Cómo deben distribuirse los beneficios de la robótica? ¿La renta básica universal dejará de ser una posibilidad y pasará a ser una obligación? ¿Debemos seguir inventando?.

Aunque inicialmente los robots fueron construidos para realizar tareas sencillas, en la actualidad incorporan cada vez más funciones cognitivas derivadas de la inteligencia artificial. Los robots, al igual que otros tipos de automatización, pueden convertirse en complementos necesarios y, en muchos casos, sustitutos de la mano de obra convencional. La Estrategia 2020 de la UE para la robótica define la evolución actual del modo siguiente: “La tecnología robótica llegará a ser dominante durante la próxima década. Influirá sobre todos los aspectos del trabajo y del hogar. La robótica tiene el potencial necesario para transformar las vidas y las prácticas laborales, para elevar los niveles de eficiencia y de seguridad, para ofrecer mejores servicios y para crear empleo. Su impacto será cada vez mayor, a medida que se multipliquen las interacciones entre los robots y las personas”.

Sus principales ventajas consistirían en reemplazar a las personas que trabajan en ambientes insalubres o peligrosos. En la industria aeroespacial, de defensa, de seguridad y nuclear, pero también en los sectores de logística, mantenimiento e inspección, los robots autónomos resultan útiles para sustituir a los trabajadores que llevan a cabo labores insalubres, tediosas o inseguras, evitando de este modo exponer a las personas a las sustancias y condiciones peligrosas, y reduciendo los riesgos físicos, ergonómicos y psicosociales. Noticias tales como “un robot mata a un trabajador en una planta de Volkswagen” (El País, 2 de julio de 2015). Algunos países europeos están incluyendo la robótica en sus programas nacionales, y tratan de promover la cooperación segura y flexible entre los robots y los operadores para lograr una mayor productividad. Por ejemplo, en Alemania el Instituto Federal para la Salud y Seguridad en el Trabajo (BAuA) organiza anualmente seminarios sobre el tema “cooperación entre los humanos y los robots”.

Me viene de inmediato a la mente el artículo del número de diciembre (2016) de National Geographic, “Apocalipsis blanco”. En el mismo se relata la vida en Norilsk, uno de los mayores núcleos de población situados en el círculo polar Ártico. La mina a cielo abierto de Medvezhii Ruchei opera las 24 horas del día e incluso con temperaturas de-50º grados. En la fundición, los operarios trabajan con mascarillas y respiran con tubos conectados a botellas de oxígeno. La esperanza de vida es de 50 años. Buen espacio para el trabajo de los robots pero no de los seres humanos.

El desarrollo de la robótica está poniendo sobre la mesa importantes problemas que se ligan con las complejas consecuencias que plantean en materia de responsabilidad. Muestra de ello es la Propuesta de resolución de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo con recomendaciones para que la Comisión Europea establezca una normativa de Derecho Civil a los diferentes tipos de robots que ya son una realidad, desde drones hasta robots asistenciales, médicos y vehículos autónomos, y los que se desarrollen en el futuro. En su exposición de motivos, la ponencia toma en consideración que “entre las cuestiones que suscitan preocupación, se halla también la de la seguridad física, en caso, por ejemplo, de que la programación de un robot falle, así como la de las posibles consecuencias de un fallo del sistema o de ataques informáticos contra robots interconectados y sistemas robóticos en un momento en el que empiezan a usarse, o están a punto de usarse, aplicaciones cada vez más autónomas, ya sea en relación con automóviles y drones, robots asistenciales o robots utilizados a fines policiales y de mantenimiento del orden público”. En el nivel actual de desarrollo de los diferentes tipos de robots, resulta procedente, en opinión de los juristas del Parlamento, “empezar por las cuestiones de responsabilidad civil”. En la propuesta presentada, se aboga por crear una personalidad jurídica específica para los robots, de modo que al menos los robots autónomos más complejos “puedan ser considerados personas electrónicas con derechos y obligaciones específicos, incluida la obligación de reparar los daños que puedan causar”.

A los anteriores se unen problemas tales como las obligaciones de los trabajadores respecto de los robots humanoides y las posibles sanciones en caso de agresión o destrucción, la posibilidad de atribuir derechos o incluso personalidad a entidades que no son humanas en ciertos casos, lo que nos llevaría a una reformulación y adaptación de ideas como la de la personalidad jurídica y la propia idea de autonomía. En los últimos años se viene desarrollando también lo que se ha denominado la fiebre del oro para la inteligencia artificial y que tiene su más clara representación en los vehículos autónomos. Google ha estado trabajando en su proyecto de auto-conducción desde 2009, que está dirigido a desarrollar un vehículo totalmente autónomo. Actualmente está llevando a cabo pruebas en carretera en California y Texas utilizando tanto vehículos convencionales modificados como Prototipos específicos. A finales de 2015, sus vehículos de prueba habían recorrido más de 1,3 millones millas en modo autónomo. Todos los vehículos tienen un conductor a bordo que reanuda el control del vehículo como sea necesario. Los vehículos Tesla son más conocidos por sus motores eléctricos y tecnología de baterías, sin embargo, su vehículos también incluyen una función de “piloto automático”, que semi-automatiza la tarea de conducción bajo condiciones de la carretera. Permite que el vehículo guíe dentro de su carril, cambie de carril cuando el indicador se presiona y mantiene la velocidad usando el control de crucero activo. Volvo también está desarrollando camiones sin conductor en el marco del proyecto Sartre de la Unión Europea (trenes de carreteras seguros para el medio ambiente). Este sistema de piloto de autovía revalorizará de manera significativa el perfil profesional de los conductores. Les evitará la realización de tareas monótonas y les ofrecerá más tiempo para llevar a cabo tareas que antes. El impacto de la robótica y el futuro del trabajo eran realizadas por los oficinistas de las compañías de transporte. Es decir, “los conductores podrán acceder a nuevos cargos de gestores de transporte, lo que hará más atractiva su profesión. De esta manera, la conducción autónoma podría contribuir a solucionar la carencia de conductores de camiones”.

Algunos autores argumentan que los llamados puestos de trabajo de cualificación media son los que encuentran un riesgo mayor de desaparición. Esto dará lugar a que los trabajadores menos cualificados se encuentren abocados a desarrollar actividades con un más bajo nivel de competencias, lo que se traducirá, en el medio y largo plazo, en menores salarios y en unas mayores posibilidades de perder su empleo. Por el contrario, empleos altamente cualificados que implican las capacidades de resolución de situaciones, la intuición y la creatividad, y tareas que se realizan “en persona” y que precisan de ciertas destrezas y habilidades de comunicación social flexible para una mejor prestación de servicios (atención, trato, etc.), son más difíciles de convertir en rutina. Algunos autores señalan que los robots y la informatización no han sido capaces históricamente de replicar o automatizar estas tareas. Los grandes volúmenes de datos y aprendizaje automático harán que sea posible automatizar muchas tareas que eran difíciles de automatizar en el pasado. En un estudio específico sobre los robots y los puestos de trabajo se demostró que en las industrias el impacto de la robótica y el futuro del trabajo respuestas han sido contundentemente afirmativas, expertos coincidieron en que la incorporación de robots en la industria se acelerará en los siguientes años debido a que cada vez los procesos son más automatizados y que los trabajadores desplazados deberían ser retribuidos.

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