CAROLINA ALDUVIN

A finales de 1976, salió a circulación este prestigiado diario La Tribuna, bajo la dirección del abogado y periodista Oscar A. Flores Midence; desde las primeras ediciones, vi las columnas firmadas por el compañero Juan Ramón Martínez, siempre críticas, siempre propositivas y siempre en términos accesibles al gran público. Eran los tiempos de los gobiernos militares, la lucha se centraba entonces en retornar al orden constitucional, eventualmente ocurrió y desde 1982, se celebran elecciones cada cuatro años, pese a todos los intentos de los usufructuarios de turno, de quedarse en el poder. JRM siempre ha estado al pendiente para señalar yerros, reconocer aciertos y, sobre todo, orientar a la opinión pública y a los mismos gobernantes.

Nunca simpatizó con la ideología de izquierda, pero defendió el derecho a la vida y a la libertad de quienes las esgrimieron y, como consecuencia fueron encarcelados, desaparecidos o exilados. Se enfrentó con gallardía a un psicópata en uniforme, declinó toda oferta de exilarse por su convicción de pertenencia a este país y a esta sociedad. Ha sostenido sus puntos de vista y su visión de conjunto, pese a todas las críticas. Como toda persona, tiene preferencias políticas y no son difíciles de determinar para sus lectores; a lo largo de todas estas décadas, por lo general ha honrado el nombre de su espacio Contracorriente. A principios de los 90s, integró el gabinete de gobierno del presidente Callejas, quien le confió el manejo de los asuntos agrarios. Sus críticos personales opinaron que el nombre debería haber cambiado a “Con la corriente”. 

 Fueron los tiempos de la Modernización del Estado, la icónica reforma agraria impulsada por liberales con inclinaciones de corte socialista tres décadas antes, se había tornado un obstáculo para el desarrollo del país y para la prosperidad de los mismos beneficiarios. Se efectuaron ajustes legales y formales; eventualmente, hubo discrepancias entre el presidente y el funcionario con rango de ministro, quien puso su cargo a disposición, sin afectar el respeto y la amistad que siempre se dispensaron. Más adelante, asumió la presidencia del entonces Tribunal Nacional de Elecciones, recibió todo el apoyo del presidente para el proceso que devolvió el poder a los liberales. Su principal crítica entonces, fue que el presidente Reina y su gabinete, en vez de atender las necesidades de desarrollo del país, se dedicó a perseguir a su antecesor.

Luego ascendió el Ing. Flores, quien recibió un país con muy pocos avances, mellado por las secuelas de la crisis energética del 94; encima, debió afrontar el reto de un huracán de categoría 5 que devastó el país, rompió la columna vertebral de la economía y causó un número elevado y aún indeterminado de bajas. Contó con la capacidad y colaboración necesaria para concertar voluntades y todo tipo de ayuda para la reconstrucción. Mientras tanto, depositó en el Lic. Martínez la tarea editorial; durante la misma, tampoco renunció a su labor crítica hacia los demás colaboradores del presidente. No escucho demasiados elogios a esa administración, tampoco críticas demoledoras; en general, se hizo lo mejor que se pudo, dadas las circunstancias.

Y volvieron los nacionalistas; en opinión de muchos, el mejor gobierno desde el retorno al orden constitucional, lograron luego de hábiles negociaciones, el alivio de la deuda externa para destinarse al desarrollo. Fondos que el actual usurpador se dedicó a dilapidar en tontería y media, a satisfacer sus caprichos de buen acomplejado, hasta que lo pusieron de patitas en un avión. Nuestro compañero no cesó de orientar con las mejores intenciones, la causa del desarrollo del país, la defensa de la liberta y la construcción de la democracia. En ese período, logró un grupo de trabajo junto a otros formadores de opinión, dentro del cual se compartía información y puntos de vista alrededor de las ocurrencias durante la primera gestión del hoy coordinador del PLR.

Luego del evento que salvara a la imperfecta democracia, se buscó una transición ordenada hacia los comicios que inevitablemente llevaron al PN de nuevo al poder, hubo que tragar desagradables remedios, abusos y reiteradas violaciones a la Constitución, todo denunciado en su momento, como una de las pocas voces beligerantes de este medio. Hemos continuado manifestando desaciertos, las grandes amenazas a la libertad, a la propiedad privada que los empresarios creerán sólo cuando sea demasiado tarde y sobre todo a la vigencia de nuestra Constitución, amenazada de muerte. JRM auténtico discípulo y continuador de Flores Midence.

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