Dr. HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

Emborrono estas cuartillas para que propios y extraños no olviden a mi Padrino Literario don MARIO HERNÁN RAMÍREZ (+) quien fue un defensor a ultranza y luchó con denuedo exponencial pero, sin apoyo gubernamental para sacar del anonimato al Vate que fue delegado al Congreso Panamericano en 1906 en Río de Janeiro con el Poeta Niño, uno nicaragüense y otro hondureño ¡Sin embargo, qué universales en sus concepciones, qué completos en sus realizaciones líricas, qué humanos! como dijo Asturias.

Este 17 de abril de 2023 se cumplen 148 años que vino al mundo en Comayagüela el bardo  Juan Ramón Molina poeta gemelo de Rubén Darío catalogado así no por un perico de los palotes sino que por el premio Nobel de Literatura (1967) el Guatemalteco Miguel Ángel Asturias y de todos los que estamos en el ajo sabemos que la obra del poeta hondureño fue reunida no sin muchas dificultades, por Froylán Turcios, quien la publicó en 1913 bajo el título de “Tierras, Mares y Cielos”; ya en contexto dilectos ciberlectores este año lo recordaremos siempre, aunque con un enfoque distinto pero, que no se aleja de la realidad episodios de la vida del otrora Teniente Coronel cuya vida se extinguió súbita y prematuramente un atardecer del 2 de noviembre de 1908 en la aldea de Aculhuaca de El Salvador (Hoy municipio Delgado), del corazón decía el parte médico, debido a los excesos de alcohol y morfina, sin embargo, fue el autoexilio por los vejámenes recibidos del Presidente de la República de aquel entonces [1]exaltado por algunas copas de champaña”,  a quien apodaban el Tamagás de Coray sin importarle que el porta lira fue un panegirista en los clubes políticos del 1898 año de la dizque campaña política.

Y es aquí donde los quiero llevar del dominio público es el hecho que los autores escriben de los que saben,  en el caso de Juan Ramón Molina y Edgar Allan Poe, estos dos genios literarios conocieron dolor, angustia y pérdida en el sentido más visceral de la palabra como diría [2]Charles Pierre Baudelaire el [3]spleen de los poetas del Romanticismo del siglo XIX y  su brillante legado es uno que nos lleva a conocer el trágico y breve paso de ambos por esta tierra. Si bien es cierto que Juan Ramón Molina nació muchos años después de la muerte de Edgar Allan Poe, los paralelos en sus vidas son inconfundibles. De hecho, la influencia del postrero se ve en muchos autores de habla hispana y Juan Ramón Molina escribió un prefacio a la novela de Froylán Turcios Annabel Lee en Paris un 12 de octubre de 1906 y si este nombre les resulta familiar es porque es el título de uno de los poemas emblemáticos de Edgar Allan

Juan Ramón Molina

Poe el cual contiene matices autobiográficos y de la misma manera en que Poe plasmó su vida en sus poemas, Molina por su parte inmortalizó su propia vida con poemas como: Ojos Negros, Fue mi Niñez un Jardín Risueño, Salutación a los Poetas Brasileros, Una Muerta, Después que Muera etc. En éste último Molina presagia su propia muerte “Tal vez moriré joven…” como efectivamente sucedió, a cortos 33 años de edad.

Por su parte, Edgar Allan Poe partió de este mundo a sus 40 años de edad, hombre joven aún con mucho que más por escribir y cuya muerte está sumida en el más completo misterio de tal forma que a la fecha nadie sabe la causa exacta de su muerte. Sin embargo, de ambos sabemos que sus muertes prematuras están relacionadas con las adicciones que plagaron sus vidas y que marcaron su legado literario.

La tragedia acompañó a estos dos poetas y su legado refleja en qué medida. Ambos se inclinaban a escribir poemas elegíacos en honor a sus amores perdidos. En el caso de Poe, perdió a su madre y a su esposa y la causa de sus muertes, la tuberculosis, es tema recurrente tanto en sus poemas como en sus cuentos cortos; sin embargo, es la muerte de Virginia Clemm, su esposa,  la que vemos con mayor frecuencia en el trabajo de Poe: Annabel Lee, Lenore, El Cuervo, Eleonora, etc. Por su parte, Molina escribió el extenso poema “Una Muerta”, dedicado a doña Dolores Hinestroza, su primera esposa quien falleció tres años antes que él. Dilectos ciberlectores, si no ha leído este poema, tómese el tiempo, para así conocer la profundidad de sentimiento de Molina al escribir estas líneas. Y es que Molina, como Poe, escribían con el corazón en la mano, y al leer sus poemas podemos sentir el dolor inefable que ambos sentían por la pérdida de las mujeres que se convirtieron en sus musas.

Edgar Allan Poe

Las vidas de ambos poetas estuvieron marcadas por el infortunio, de tal manera que es difícil saber qué evento en particular los llevó a la adicción: al alcohol, opio, u otra droga de su elección. Lo que sí sabemos es que la suma de las circunstancias dolorosas de sus vidas los llevó a un fin muy prematuro, misterioso (en el caso de Poe) e infausto. Es penoso imaginar que estos genios literarios pasaron sus últimos momentos en la tierra en lugares de dudosa reputación: Molina reitero en un estanco de mala muerte (el “Estados Unidos”), pobre, humillado y exiliado en El Salvador y Poe, tirado en una cuneta fuera de una taberna, con ropas que no eran de él y sin recobrar la conciencia hasta fallecer 4 días después de su hallazgo, un triste 7 de octubre de 1849. Dice la leyenda que sus últimas palabras fueron “Señor, ayuda a mi pobre alma” y es lastimoso pensar qué llevó a ese extremo a este brillante autor.

A pesar de estas tristes circunstancias, hoy recordamos al genio, al poeta, al hondureño que prometió amar aún después de su propia muerte y escribió:

“Después cuando tu mueras, una noche

de calma y silencio,

arrojaré con las huesosas manos

la tierra de mi féretro;

y a la luz de un doliente plenilunio

contemplarán los muertos,

con los brazos en cruz y de rodillas,

orando un esqueleto!”

(Después que Muera…última estrofa)

Poe hace lo propio y relata en versos la historia de una pérdida, de su amada Lenore, y con hermosas palabras, una despedida.

“Si el vaso se hizo trizas, su eterna esencia libre

¡Se va, se va!

¡callad, callad campanas de acentos plañideros,

que su alma inmaculada del cielo en los linderos

Tocando está!”

(Lenora…última estrofa)


[1] Memorias y apuntes de viaje de Froylán Turcios página 126

[2] Charles Pierre Baudelaire fue un poeta, ensayista, crítico de arte y traductor francés. Paul Verlaine lo incluyó entre los poetas malditos de Francia del siglo XIX, debido a su vida cultura bohemia y de excesos, y a la visión del mal que impregna su obra. Wikipedia

[3] En francés, “spleen” representa el estado de melancolía sin causa definida o de angustia vital de una persona.

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