“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”

Filipenses 4:6

Introducción

Cierto día una madre llevo a su hijo con ella al mercado, cuando ella estaba haciendo las compras correspondientes en el área de las frutas el vendedor le regalo una naranja a su hijo, cuando el niño la recibió su mamá lo queda viendo y le dice al niño ¿cómo se dice hijo?, el niño agacha su cabeza, queda viendo la naranja y le dice al vendedor ¡me la pela!

Esta madre esperaba que su hijo agradeciera por el regalo que acababa de recibir, pero todos nosotros no somos agradecidos por naturaleza y por esa razón no nos damos cuenta de la importancia del agradecimiento.

La gratitud deberá ser el estado normal de nuestro corazón. Sin embargo, tantos de nosotros vivimos agobiados por la preocupación, la amargura, y la decepción que es como si nuestra alma viviera constantemente enferma.

Quizás nunca hemos pensado en la importancia de la gratitud, pero veamos que nos dicen las Escrituras al respecto.

  1. La gratitud le complace a Dios

Lectura: Salmo 69:30-31

69:30 Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, Lo exaltaré con alabanza.

69:31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, O becerro que tiene cuernos y pezuñas;

¿Qué cosa más le agrada a Dios? Podemos pensar que lo que más le agrada es que tratemos de cumplir sus mandamientos, o que vayamos a la iglesia, o que leamos su Palabra y oremos. Todas estas cosas son muy importantes.

Sin embargo, había algo que correspondía a ellas en días del Antiguo Testamento. Me refiero al sistema de sacrificios. Este sistema no fue inventado por los hombres; Dios mismo dio instrucciones para los sacrificios cuando Moisés estaba con él en el monte Sinaí.

Era seguro que Dios deseaba que su pueblo lo adorara con sacrificios de animales en ese tiempo. Sin embargo, el Rey David reconoció que había algo que Dios deseaba mucho más que esas prácticas externas; era el sacrificio de un corazón agradecido a él.

Hoy en día hay prácticas que corresponden a esos sacrificios. Podríamos mencionar todas las prácticas que se ven; todas las cosas que nos marcan exteriormente como cristianos. Son cosas como ir a la iglesia, dar la ofrenda, orar públicamente cuando comemos, y se podría mencionar más. Todas estas cosas son buenas.

Pero Dios desea algo más importante; él quiere que le ofrezcamos nuestros corazones llenos de agradecimiento. Con este sacrificio él se complace. Por el otro lado, si nuestra vida religiosa sólo consiste en lo exterior, pronto nos volveremos como el pueblo del cual Dios se quejó: Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. (Isaías 29:13)

Por eso tantas personas viven vidas amargadas, yendo a la iglesia por costumbre, sin disfrutar de la alabanza, sin gozo en su vida cristiana, sin fruto, porque no están viviendo en gratitud. Se infectan con una enfermedad del alma, pero no saben cuál es – y piensan que tantas cosas diferentes les van a traer la solución.

La mejor protección contra una religión de rutina, una religión que ha perdido su sabor y que no satisface ni a Dios ni al que la práctica, es un corazón agradecido.

Si te das cuenta de que has dejado de agradecerle a Dios y que no le has complacido con un corazón agradecido, déjame darte una sugerencia: Cuando sirves a Dios, hazlo con gratitud. Cuando vayas a la iglesia, piensa en las razones que tienes para darle gracias a Dios. Cuando oras, no sólo le pidas a Dios por tus necesidades; dale gracias a él por lo que te ha dado.

Busca razones nuevas para darle gracias. El salmista nos invita a cantar una nueva canción al Señor; lo nuevo es una parte importante de nuestra alabanza a Dios. No digamos siempre lo mismo; encontremos nuevas razones para darle gracias. Nuestro Dios se complace en esto.

  1. La gratitud te hace firme en Cristo

Lectura: Colosenses 2:6-7

2:6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;

2:7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.

¿Cómo podemos vivir firmes, edificados en Cristo, sin tambalear? La respuesta es que estemos llenos de gratitud. Creo que pocas veces pensamos en la necesidad de la gratitud para nuestra salud espiritual.

Sin embargo, la atmósfera de enfermedad espiritual – la crítica, el desánimo, el chisme, la flojera – estas cosas florecen cuando hay una falta de gratitud. La gratitud es como un desinfectante que nos protege de los gérmenes de la amargura, el desaliento, y la distracción.

La razón es que la gratitud, en realidad, es el fin de nuestra existencia como humanos. Es una de las cosas más importantes que podemos hacer. A fin de cuentas, nuestro trabajo, nuestras posesiones, nuestras diversiones se acabarán. Pero para siempre, si somos creyentes, viviremos en gratitud ante la presencia de Dios.

Por el otro lado, si nos falta esa sensación de gratitud ante la misericordia de Dios, entonces nos exponemos a la duda y el error espiritual. Fuimos creados para vivir en agradecimiento. El Catecismo de Westminster dice que el fin mayor del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de él por siempre. Si no estamos llenando ese vacío con gratitud, entonces buscaremos alguna otra cosa para llenarla.

Por eso muchos se meten en problemas espirituales. Ahora no me refiero solamente a una falta de ánimo en su caminar con Dios, aunque eso fácilmente puede pasar; también se pueden meter en las sectas, en el espiritismo, en ideas raras que están conformes con la verdad de Dios, porque saben que algo les falta en la vida – saben que hay un hueco que no se está llenando – pero no saben cuál es ese hueco.

Sería como alguna persona que dejara de comer comida sana, y se empezara a alimentar de pura chatarra. Pronto se da cuenta de que le falta energía, que se cansa fácilmente, que se enferma mucho. Dice, ¿qué me pasa? Creo que me hace falta más cafeína para tener energía. Entonces toma más café – y ahora no sólo le falta energía, sino que también sufre de nervios. Puede probar cualquier cantidad de remedios – pero lo que le hace falta no lo incluye – la comida sana. De igual modo, podemos ir tras tantas cosas exóticas en el mundo espiritual, cuando lo que realmente nos hace falta es una buena dosis diaria de gratitud.

Si quieres evitar este problema, Cuando te sientas desalentado, cuenta tus bendiciones. Si quieres estar firme en tu fe, si quieres mantenerte firme en Cristo, no dejes de ser agradecido. No dejes de contar las bendiciones que tienes, de mirar cuántas veces Dios te ha ayudado, de recordar las proezas que ha hecho nuestro Señor. La gratitud te hace firme en Cristo.

III: La gratitud te ayudará a vivir en paz

Lectura: Filipenses 4:4-7

4:4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!

4:5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Nuevamente vemos una palabra clave para que la paz de Dios cuide nuestros corazones. Alégrense siempre en el Señor, dice; esto incluye vivir en gratitud. Si nos alegramos en el Señor, tendrá que ser con agradecimiento por las maneras en que él nos ha ayudado y mostrado su gracia vez tras vez.

Los versos 6 y 7 son aún más claros: dicen que la gratitud es clave para que la paz de Dios reine en nuestro corazón. Si nos falta paz, podría bien ser porque no somos agradecidos.

Esta idea de estar agradecidos en toda situación puede parecernos rara. Podríamos pensar que es una especie de escape, de fingir que las cosas son diferentes de lo que son.

Se cuenta la historia de una señora que siempre expresaba su gratitud. Pase lo que pase, siempre decía: ¡Estoy tan agradecida! Un día, cayó una gran cantidad de nieve, y llegó al trabajo mojada y congelada de frío. Una de sus colegas le preguntó qué le había pasado, y ella respondió que se le había quedado el carro al pie de una colina, y había tenido que llegar al trabajo gateando en la nieve para no resbalarse. Como resultado, estaba empapada con agua y casi muerta del frío – “¡Y estoy tan agradecida!” agregó.

Su colega no lo podía creer. “Se te quedó el carro en la nieve, tuviste que gatear en la nieve para llegar al trabajo, estás empapada y fría – y ¿estás agradecida? ¿Qué razón en el mundo tienes para estar agradecida?

Respondió la mujer: “Estaba oscuro. Nadie me vio.”

Podemos creer que vivir en agradecimiento es tener esta clase de actitud, que niega la realidad de las cosas negativas que nos suceden y siempre encuentra algo bueno. Es muy recomendable tener esta actitud, hasta cierto punto; pero no tenemos que fingir que el dolor no existe, que no nos suceden cosas que no entendemos, o que “todo saldrá para bien”. Podemos reconocer que hay cosas que no entendemos, que los caminos de Dios a veces están ocultos a nuestros ojos.

Lo que significa estar agradecidos siempre es recordar lo que Dios ha hecho por nosotros, recordar lo que realmente merecemos, y recordar lo que él nos ha prometido. Es desarrollar una actitud que ve más allá de lo actual, que ve la bondad de Dios brillando por encima de la oscuridad que nos rodea. Cuando esa gratitud está en nuestro corazón, entonces la paz de Dios reinará allí también.

Cuando nos encontramos atrapados en una tempestad, no tenemos que estar agradecidos sólo porque está oscuro y nadie nos puede ver. Podemos estar agradecidos porque Dios ha prometido estar con nosotros siempre, porque él ha prometido que algo bueno saldrá de la situación, porque, aunque la situación temporal sea negra, nuestro destino eterno está asegurado. Cuando todo se ve oscuro, dale gracias a Dios por su luz.

Podemos cantar en la noche más tenebrosa, si tenemos un corazón de gratitud.

Conclusión

Déjame preguntarte: ¿Cómo está la salud de tu corazón? No me refiero a la condición de tus arterias; me pregunto si estás viviendo en gratitud, si estás protegiendo tu vida con agradecimiento a Dios, si la paz de Dios reina en tu corazón.

Si no es así, no te sientas mal. Más bien, empieza el proceso de cambio. Puedes comenzar dándole gracias a Dios por el mensaje que te ha dado su Palabra, el mensaje de que la vida es mejor con gratitud. Una calcomanía dice así: Dios permite vueltas en U.

Si no has estado viviendo en gratitud, da esa vuelta y comienza a expresarle tu gratitud a Dios por las bendiciones de la vida, del compañerismo, del perdón, de la salvación. Verás que empieza el cambio.

Dios les bendiga

Denis A. Urbina Romero
Licenciado en Ministerio Pastoral
Email: daurbinar@gmail.com

 

Loading

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuar!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here