En el infierno hay un río, el Aqueronte, que cruza todo irresoluto pecador sentenciado a sufrir para siempre por una falta que es tanto subjetiva como social: la indiferencia, particularmente política. En el canto tercero (‘Infierno’) de su libro ‘La Comedia’ (al que más tarde agregaron ‘divina’), Dante Alighieri cuenta cómo, asistido por el poeta Virgilio, ve al ingreso del averno un rótulo que advierte: ‘¡Perded toda esperanza los que entráis!’, lo que significa que carecen de salvación los condenados pues está por consumirlos lo eterno en su eternidad.

Una copia del cartel que en italiano lee Dante (Lasciate ogni speranza) debe situarse a la puerta del paraíso terrenal político de Honduras pues aún hay ingenuos ––incautos, bobos, crédulos, inocentes–– que imaginan que el cachurequismo va a entregar el poder en 2022; ello es falacia. Y la razón para deducirlo es sencilla, elemental. Los actores del desastroso gobierno presente, que ha hundido a Honduras en las peores cifras de deterioro durante el curso todo de su biografía republicana, jamás van a arriesgar que se conozca sus delitos.

Han robado tanto, contrabandeado, corrompido, pirateado, falseado, engañado, sobornado, falsificado, evadido fiscalmente, hurtado, extorsionado, usurpado, forzado, violentado, mal apropiado, infraccionado, ilegalmente lucrado, encubierto criminalmente, manipulado en lo contable, practicado el ciberfraude, defraudado, espiado, estafado, blanqueado, abusado, perjurado tanto, que dejar el mando implica no sólo cárcel prolongada o absoluta, multas y penas civiles sino riesgo de instantánea defunción; con la narca no se juega. Se han creado más enemigos que habitantes tiene la patria, han roto todas las reglas de la civilidad, viciado, ensuciado y emputecido tanto a su mismo partido y al país que para sobrevivir van dispuestos a lo que sea, a ‘hacer lo que se deba hacer’, no importa su resonancia moral.

Con los abundantes millones que acumularon Juancito y sus cercanos adláteres, con la medida que han tomado al pueblo de que no aguanta más que cuatro días de protesta, o a los líderes de oposición ––príncipes, émulos o próceres de incapacidad y desorganización subversiva estratégica, cada uno en su propio mundo personal electorero––, sin potencia para reflexionar políticamente, que es decir con teoría (planes, proyectos, programas de acción presta tras acceder al mando) la cachurecada ríe, más con el apoyo hipócrita del gringo, que si tuviera a mano un títere más cómodo, propio a su placer, le darían vuelta al plató escénico de toda esta burundanga medio operático y ridículamente social que es el país.

Convenceos, es inútil. Por más que jueguen a la democracia del sufragio, a reformar la ley de participación, ya dispusieron eternizarse gobernando y nadie, absolutamente nadie va a erradicarlos en 30 años, lo predijo en imperdonable lapsus el chafarote. De esta cueva de Alibabá y 400 ladrones si no es por la fuerza ––exacto mediante un paro absoluto y nacional que cierta cobardía de la resistencia ni se atreve a mencionar–– va a pasar nada…

Así es que o te atreves o empiezas a leer, cual Dante, aquello de perded la esperanza, flojos esclavos mentales, sentenciados a perdición.

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