(Por: Filiberto Guevara Juárez) “Samuel Zemurray, nació el 18 de enero de 1887, en Kishinev actualmente Chisnáu, Besarabia, antiguo Imperio Ruso. Falleció a los 84 años de edad, el 30 de noviembre de 1961, en Nuevo Orleans, EEUU. Pertenecía a una familia pobre, de origen judío, que emigró hacia EEUU, cuando contaba con 14 años de edad. No tuvo educación formal. Entró en el comercio del banano en Mobile, Alabama en 1895, a la edad de 18 años. Su riqueza temprana se debió principalmente a una empresa muy exitosa iniciada en Nueva Orleans, Luisiana. Allí compraba los plátanos que habían madurado en los barcos de transporte, y luego los vendía a nivel local. A la edad de 21 años, ya había producido, $100,000.00. Más tarde compró un barco a vapor y se vino a Honduras”.

Resulta realmente asombroso cómo un muchacho pobre, que había trabajado de vendedor ambulante a los 14 años de edad, ganando tan sólo $1 a la semana; se convirtiera años más tarde, en un exitoso empresario capaz de transformar con su iniciativa empresarial, gran parte del paisaje en la costa norte de Honduras, en los Departamentos de Cortés, Yoro y Atlántida.

Cuando Zemurray llegó a Honduras, dichas tierras eran en su mayor parte pantanosas y, debido a la abundancia de mosquitos y zancudos su población era diezmada por la fiebre amarilla y el paludismo endémico. Zemurray, con visión e intuición empresarial, tenacidad, audacia, y con enorme voluntad de poder; entró al negocio del banano, atreviéndose a competir, nada menos, que con la ya poderosa empresa transnacional, United Fruit Company. Resulta que, donde algunos miraban fracasos; Zemurray, miraba oportunidades de éxito.

Es así que, a inicio del siglo XX (1902), año en el cual, se le había otorgado una concesión por parte del gobierno de Honduras, al ciudadano estadounidense William Frederick Streich; consistente en 5,000 hectáreas de tierras nacionales en la costa de Omoa, Departamento de Cortés, a ambos lados del río Cuyamel. Zemurray aprovechó esto, y compró a Streich poco tiempo después todos los derechos que éste había adquirido, asumiendo a la vez, el riesgo de todos los compromisos contraídos por Streich.

Zemurray, poco años atrás, se había asociado con Hubbard (ashel), en la comercialización del banano en EEUU; organizando la Hubbard-Zemurray Company, de la cual la United Fruit Company, era dueña en un 60%, del total de las acciones. Dentro de los compromisos heredados de Streich, estaba, el de tener completamente cultivadas 1,000 hectáreas de tierra, para el año 1908. Compromiso éste, difícil de cumplir, debido sobre todo, a la escasez de mano de obra; porque una epidemia de fiebre amarilla, había azotado a la costa norte de Honduras, en los años 1905-1906.

Ante el inminente fracaso que se veía venir, la United Fruit Company, decide deshacerse de sus acciones de la compañía, Hubbard-Zemurray, y, emprende retirada en 1907. El voluntarioso, tenaz, y visionario empresario Samuel Zemurray, no se da por vencido y, consigue del gobierno de Honduras, una prórroga concesionaria por 2 años; para así dar cumplimiento al contrato ya contraído por la compañía Hubbard-Zemurray. El gobierno de Honduras, accedió a conceder dicha prórroga, teniendo en cuenta, primordialmente, los trabajos que ya Zemurray, había tenido que desarrollar, tales como: apertura de carreteras, iniciación del ferrocarril al punto de embarque…etc. Zemurray, al igual que los hermanos Vaccaro de origen italiano, -que dicho sea de paso-, habían iniciado el cultivo y comercialización del banano a gran escala, también a inicios del siglo XX, en el fértil valle del Aguán, en el Departamento de Colón, costa norte de Honduras.

Él, también al igual que los hermanos Vaccaro, había comprendido que, el transporte del banano; era el factor clave para el éxito empresarial en dicho rubro; ya que esto, le permitiría además, comprar bananos a los pequeños y medianos empresarios bananeros e independientes; en condiciones muy favorables, para venderlos en los EEUU. Negocio éste, en el cual Zemurray, ya había tenido gran éxito.

Así fue que, habiendo cumplido con el compromiso contraído por Streich, logra también, liberarse de los compromisos económicos contraídos con la United Fruit Company y, con un capital semilla de 5 millones de dólares, funda su propia compañía, la Cuyamel Fruit Company (1911). Llegado hasta este momento crucial de su historia personal; la visión empresarial, audacia, tenacidad, y voluntad de poder de Zemurray, estaba definitivamente comprobada. Es por eso que, al año siguiente (1912) Hubbard y Zemurray traspasan todos sus derechos y acciones, a la recién fundada Cuyamel Fruit Company. ¡El éxito estaba garantizado! De aquí en adelante, ya nada ni nadie detendría a Zemurray, para convertirse en el gran magnate del negocio del banano a nivel internacional.

Todo lo expuesto anteriormente, no sucedió por simple casualidad. Zemurray, muy agudo observador de las circunstancias políticas que atravesaba Honduras allá por 1910, supo apreciar el descontento popular contra el entonces presidente Miguel R. Dávila, logrando sacar ventaja de dicha circunstancia coyuntural política. En ese entonces, Honduras atravesaba una fuerte crisis económica, derivada del compromiso de la cancelación de la vieja deuda externa, con ciudadanos ingleses, que habían comprado bonos al Estado de Honduras, como producto del proyecto de construcción del ferrocarril interoceánico; proyecto ambicioso éste, que conectaría al océano Atlántico con el Pacífico.

Lo cual lamentablemente, no pudo llevarse a cabo por muchas razones; entre ellas la corrupción administrativa y, probablemente, por la mala concepción de dicho megaproyecto en aquel momento histórico de Honduras. Dicho proyecto aún sigue en pie. Hoy más que nunca se hace necesario; porque esto pondría a Honduras en el mapa del comercio mundial.

Producto del fallido proyecto anteriormente aludido. El gobierno de Dávila, se vio en la urgente necesidad de comprometer todos los ingresos aduaneros del país, a favor de banqueros estadounidenses para cancelarles la deuda a los ciudadanos ingleses. Lo cual naturalmente, no convenía a Samuel Zemurray; porque éste, previamente había conseguido concesiones aduaneras. Zemurray, aprovechando dicho descontento popular, se traslada a Nueva Orleans, EEUU, donde se encontraba en condición de exiliado político, el ex presidente Manuel Bonilla, el cual había sido derrocado en 1907. Todo con un sólo objetivo: derrocar al presidente Miguel R. Dávila. Es así, que llega un acuerdo con el General Manuel Bonilla; le brinda todo el apoyo económico posible, trasladándolo a Honduras en un barco junto con los mercenarios estadounidenses: Guy “Machine Gun” Molony y Lee Christmas. Conjuntamente, logran formar una tropa dotada de armas modernas, con la cuales Bonilla, pudiera retomar el gobierno de Honduras.

El retorno de Bonilla a Honduras, se hizo de forma oculta. Para ello, trajeron de Nueva Orleans, una caja de fusiles, 3,000 cartuchos de municiones, y una ametralladora moderna para ése entonces. La operación tuvo éxito, logrando derrocar al gobierno de Dávila, en diciembre de 1911.
Aproximadamente 5 meses después (1912), Zemurray, cosecha los primeros frutos de su audaz jugada política; consiguiendo ampliar sus concesiones de tierra, exenciones de impuestos aduaneros…etc. Con esto, la Cuyamel Fruit Company, llega a convertirse en la gran competidora de la United Fruit Company en el cultivo y comercio del banano, en Honduras. Es entonces que, el visionario y audaz, Zemurray, logra amasar la fortuna de 32 millones de dólares en tan sólo 18 años (1918-1930).

Momento éste, en que decide inteligentemente, comprar 300,000 acciones a la United Fruit Company, producto del traspaso de la Cuyamel Fruit Company a dicha empresa transnacional; convirtiéndose primero, en parte del cuerpo de directores de dicha empresa y, pocos años después, en Director General; porque sus acciones que en 1929, tenían inicialmente un valor individual de $158; en 1932, llegaron a valer tan sólo $10. Por lo tanto, la fortuna de Zemurray había disminuido a 2 millones de dólares en acciones. Reclamó la dirección de dicha compañía con las siguientes palabras: “ustedes, caballeros, han estado jodiendo este negocio el tiempo suficiente. Voy a arreglarlo”.

Después de esto, fue elegido para el nuevo puesto de director general a cargo de las operaciones. Continuó en este puesto hasta en 1938, cuando se convirtió en presidente. “Zemurray, renunció como presidente de la United Fruit Company, por un año, en 1948; para atender asuntos de negocios privados, luego se convirtió en presidente de nuevo hasta su retiro en 1951”, y dedicarse posteriormente, junto a su familia, a realizar obras de filantropía entre las cuales destacan: creó la escuela agrícola Panamericana, Zamorano, en Honduras, en 1942.

También estuvo detrás de los proyectos que protegían las Ruinas Mayas en Honduras. Estableció un centro para el estudio del arte Maya y la investigación centroamericana en la universidad de Tulane, y creó el jardín botánico Lancetilla en Honduras, también dio considerables donaciones en obras de caridad en EEUU. Dio el regalo que permitió la apertura de la clínica de orientación infantil en Nueva Orleans; ayudó a financiar la revista liberal, “La Nación”. Financió una cátedra en el Departamento de Inglés de Radcliffe sólo para mujeres. También hizo otras obras de filantropía.

Todo lo anterior, ha sido escrito para hacerle un poco de justicia histórica, a ese personaje influyente de nuestra nación: Samuel Zemurray. Lamentablemente en Honduras, él, prácticamente sólo es conocido por la famosa expresión: “en Honduras vale más una mula que un diputado”. Es triste admitirlo; pero actualmente comprobamos que, a muchos diputados hondureños (no todos), deberá golpearles en el rostro dicha aseveración. Ha hecho falta más dignidad y amor a Honduras.

Zemurray hizo lo suyo. Naturalmente todo empresario busca ganancia. Las compañías transnacionales a veces solicitaban un favor a los gobiernos de turno, y estos les daban tres. No supieron negociar con las transnacionales bananeras.  Zemurray, con su espíritu emprendedor, logró hacer productivas gran parte de las tierras pantanosas de la costa norte de Honduras. Generó miles de empleos y, con ello trajo el desarrollo socioeconómico a dicha región de nuestro país. Podrá objetarse que se sometió a sacrificio a muchos compatriotas hondureños. Sí, en parte eso es cierto. Pero si no hubiera sido por el espíritu emprendedor de Zemurray y el sacrificio de muchos campeños; la costa norte de Honduras, no sería lo que actualmente es: el principal polo de desarrollo de nuestro país.

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