Por: SEGISFREDO INFANTE

            He seguido con cierta atención los acontecimientos penúltimos del mundo en general y de los países de América Latina en particular, focalizando tal atención en algunos estallidos de violencia que van más allá de los intereses de la clase media. Incluso más allá de los intereses de los más pobres que sufren a veces marginalidad extrema. Durante décadas he venido expresando, en forma verbal y escrita, que algo funciona mal en nuestro mundo contemporáneo. Lo he publicado de distintas maneras y en diferentes tinglados de observación, ya sean históricos, filosóficos, económicos o políticos.

            Para empezar debo, moralmente, retomar el problema del neoliberalismo (conocido también como neomonetarismo neoconservador), por tratarse de una ideología triunfante en la década del noventa del siglo próximo pasado, con varias posibilidades de perpetuarse hasta la estrepitosa caída del año 2008, con antecedentes innegables en los años anteriores, sobre todo durante la crisis de títulos valores en el Sudeste Asiático, y luego en la crisis de las tecnologías volátiles. El triunfalismo aplastante de una ideología de mercado unilateral a nivel global, cerró los ojos de algunos ideólogos del neoliberalismo, y por consiguiente encegueció también a algunos tecnócratas seguidores del mismo, en tanto que fueron incapaces de detectar los profundos malestares que estaban creando en los mercados nacionales y regionales de diversas partes del planeta, mediante la desintegración de Estados, de economías de bienestar social e incluso de naciones.

Los neoliberales, convencidos que podían manejar la realidad real colocándose por encima de ella, les abrieron las puertas y ventanas de par en par, inconscientemente, a los adversarios de la “Civilización Occidental”. Ya he publicado en otro artículo que a partir del famoso decreto ideológico del “Fin de la Historia”, crecieron pavorosamente otros nuevos fenómenos. El primero de todos fue el del terrorismo internacional extremo, condimentado con algunos fundamentalismos religiosos. Seguidamente se robusteció el crimen organizado transnacional, relacionado con las drogas. Un nuevo tipo de corrupción apareció en el horizonte, que yo he bautizado como neocorrupción, y es aquella que se ha apoyado en la desregulación extrema de los mercados financieros nacionales y mundiales, y en el desmantelamiento de algunas instituciones básicas del Estado. Por último, el neopopulismo mixturado ha crecido, sobre todo en América Latina, como nunca antes de la historia reciente, debido a los vacíos de poder dejados por el triunfalismo neoliberal.

El neopopulismo es una ideología contraria al neoliberalismo, que permite la mezcla de diversos submodelos ideológicos rezagados como el estalinismo y el trotskismo, que en décadas recientes habían sido “enemigos jurados”. A eso se suma algo de las resacas fascistoides y la nueva ideología pujante “de género”. Es tan rara la cosa que algunos jóvenes universitarios adoran, simultáneamente, los escritos de juventud de Karl Marx y los de Friedrich Nietzsche, que son como el agua y el aceite, aunque a veces coinciden por lo menos en el ateísmo. De lo que pareciera tratarse en de socavar la “Civilización Judeo-Cristiana Occidental” a como dé lugar, aprovechando la permisibilidad de la democracia, sin ningún horizonte futuro. Sin  saber hacia dónde se quiere viajar realmente.

Dentro de este fuego cruzado los más afectados han sido los miembros ambivalentes de las clases medias de diversos países del mundo; incluyendo a los segmentos medios de los países desarrollados como Chile. Nadie sufrió tanto como la clase media de Estados Unidos, Islandia, España, Irlanda e Inglaterra, con la crisis de las hipotecas durante el año 2008 y los subsiguientes. Los fondos de pensiones de los jubilados fueron destruidos, de la noche a la mañana, por una de las élites más irresponsables de que se tenga historia. Es increíble que los dirigentes del capitalismo actual hayan sido incapaces de advertir ideológica, política y económicamente, que en ausencia de las clases medias, el capitalismo es simplemente imposible. Hoy por hoy tales segmentos medios se han resentido por la desigualdad y la marginalidad social a las cuales se les somete, especialmente los emprendedores y microempresarios de Chile. Fenómeno que ha sido aprovechado al máximo por los nuevos vándalos, que han crecido con posibilidad de leer algunos folletos.

Soy contrario al bestialismo venga de donde viniere. Rechazo la persecución en contra de los pastores de las iglesias evangélicas en Bolivia. Pero también que le hayan destruido la casa a Evo Morales y una biblioteca de uno de sus funcionarios. Repudio la destrucción de los bienes patrimoniales de la Iglesia Católica en Chile, que son bienes del pueblo y del Estado. La democracia debe ser amorosa. Sin amor, todo pierde sentido.

Respecto de los neoliberales debo agregar que algunos son moderados y poseen capacidad de autocrítica. Pero hay otros que son ideológicamente incorregibles. Se parecen a ciertos estalinistas que sólo han leído el “Manifiesto Comunista” de 1848. De repente vamos a experimentar un reacomodo del capitalismo en favor de la clase media mundial.

Tegucigalpa, MDC, 24 de noviembre del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el  jueves 28 de noviembre de 2019, Pág. Cinco). (Reproducido en el periódico digital “En Alta Voz”).

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