Señora ex rectora, me dirijo a usted con nombre y apellido, como siempre lo he hecho cuando me refiero al accionar de personas concretas se trata.

Usted publicó hace algunos días un documento que hace alusión a la dirigencia de lo que en su momento se conoció como el “movimiento Indignados”. Ese texto me hizo ver con qué superficialidad se siguen difundiendo falacias en torno a un movimiento social que aún trasciende y repercute en nuestro devenir social. Por ello, yo, Gabriela Blen, fundadora y dirigente del movimiento de “Indignados” o “Marchas de las antorchas” del 2015, más que responderle a usted, he considerado aclarar a la sociedad lo que considero tergiversaciones al respecto, aprovechando la publicación de sus erradas apreciaciones. Me referiré a lo que concierne a mis acciones, ya que soy responsable únicamente de ellas. De paso le recomiendo que antes de meter en un costal a individuos abismalmente diferentes, indague acerca de las acciones de cada uno, para no emitir opiniones que terminan siendo fuente de desinformación ¡Basta ya de que otros que no se desgastaron ni dieron la cara agotadoramente en este esfuerzo se atrevan a interpretar lo que este sacrificio ciudadano ha significado para el país!

Las antorchas no surgieron por arte de magia, tampoco alguien nos “colocó” al frente de ellas, fue un arduo trabajo de meses, en el que, un grupo de jóvenes del PAC que yo lideraba, junto a un grupo de jóvenes del movimiento 5 de julio de libre, que lideraba Ariel Varela, nos reuníamos cada semana y planificábamos estrategias para despertar a la ciudadanía, estudiamos movimientos como el de Ayotzinapa 43 en México, la primavera árabe, y movimientos en América latina que nos sirvieron de inspiración. Comenzamos a convocar desde 2014 contra el alza a los impuestos y denunciando el plan continuista de JOH, pero fue hasta el plantón de las velas, que convocamos en honor a los muertos del IHSS, en mayo del 2015, que el pueblo comenzó a acompañarnos de forma multitudinaria. Al mismo tiempo, en Guatemala las protestas exigían justicia por el caso denominado “La Línea” que la CICIG llevó ante los tribunales, investigamos de que se trataba la tan sonada “CICIG” y decidimos exigir la instalación de una “CICIH” para Honduras.

Al final de 2015, ni las antorchas se apagaron ni los indignados nos callamos. Después de 24 semanas consecutivas de organizar y dirigir movilizaciones masivas, quizá las más grandes de la historia del país, o por lo menos las más prolongadas, el agotamiento era inevitable. Sin recursos económicos, más que las aportaciones personales, además de otros factores determinantes que influyeron; la naturaleza de todo movimiento social con las características de éste, que surge con un objetivo específico, y siendo honestas, con las adversas condiciones de aquella época, logró a pesar de todo forzar al gobierno a instalar un mecanismo al que se oponía totalmente. Consulte, sino, a sus colegas, que propusieron una Comisión Nacional, que rechacé categóricamente porque carecería de la fuerza e independencia necesarios en un Mecanismo Anticorrupción. Mi lucha, mejor dicho, la lucha de todo un pueblo dio como resultado la MACCIH, que no es un logro pequeño para un país secuestrado por mafias. Otro aspecto: fracasaron las estrategias que buscaban desarticular el movimiento, orquestadas por grupos políticos y criminales, que, desde el entonces oficialismo, y desde la misma oposición, sentían cómo el poder de la ciudadanía, unida y pacífica, les restaba relevancia a sus desfasadas consignas, y arrinconaba a los grupos de poder y los obligó a instalar un mecanismo internacional en contra de su voluntad. Así que, Dra. Julieta, el movimiento indignado requiere de un análisis profundo e informado y no es un tema que pueda citarse a la ligera y sin contexto.

Las tácticas en mi contra fueron terribles y muy variadas, las propias que aquel narco estado practicaba contra los luchadores sociales. En mi caso, oscilaron desde campañas de desprestigio, intimidación, ataques a viviendas, vehículos, persecución por carros sin placas, pago de lobistas internacionales para desacreditarnos, convocatorias paralelas a marchas, grupos de choque, pago a periodistas para no cubrir nuestras demandas, incluso llegaron a utilizar a la FUSINA para tratar de manchar mi nombre y criminalizarme, (como ejemplo, operativo paz y democracia del 19 de noviembre 2017), entre otras.

Tanto fue el riesgo que enfrenté por amenazas de muerte e intentos de criminalización, que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos me dicto medidas cautelares por el peligro inminente a mi integridad y mi vida. Los vejámenes que he soportado durante todos estos años están documentados ante la CIDH. Aun así,

decidí continuar en Honduras, no desde un cómodo escritorio en un fastuoso edificio, sino en las calles, en las comunidades, en los barrios junto al pueblo responsable de sus luchas y derechos.

En octubre del 2015 presentamos al secretario de la OEA, Luis Almagro y al subsecretario para asuntos del hemisferio occidental, del gobierno de Estados Unidos, Francisco Palmieri, una propuesta para mejorar el instrumento que daría vida a la MACCIH. La propuesta inicial era intencionalmente muy débil, y logramos influir en tal manera, que el entonces presidente inconstitucional Hernández, no quiso firmar el convenio cuando se enteró que era mucho más fuerte de lo que él pensaba. Solo las presiones internas y externas posteriormente le obligaron a firmar.

Desde que se instaló la MACCIH, me reuní con Juan Jiménez y otros miembros de su equipo, pusimos a su disposición nuestro apoyo y compromiso, apoyamos la creación de la “Ley de Política Limpia”, denunciamos el manoseo de ésta, así como la “fe de erratas” que maliciosamente modificaba su contenido.

A pesar de enfrentar ataques de diversos sectores que no creían en la MACCIH por considerarla “débil”, la Misión sacudió y desnudó las estructuras de corrupción como nunca en la historia de Honduras. Son esos sectores escépticos, los que hoy tienen la posibilidad de instalar una CICIH mucho más fuerte que la MACCIH que tanto criticaron.

Desde el Observatorio Ciudadano de Justicia Penal, realizamos propuestas y denuncias y apoyamos ya “Ley de Colaboración Eficaz”, tanto mediante acciones de incidencia como de campañas dirigidas a orientar la opinión pública. En lo sucesivo, estuvimos al lado de la MACCIH y la ahora UFERCO apoyando constantemente, visibilizando sus logros y denunciando los ataques que estas entidades han recibido y siguen recibiendo.

Mi participación en política comenzó en 2012. Fui de las primeras integrantes del Partido Anticorrupción, coordinadora nacional de la juventud del PAC, coordinadora de comunicaciones y miembro del comité de planificación estratégica del mismo, fui asistente legislativa, y finalmente decidí aspirar al congreso nacional en 2017, cerrando con ello un ciclo de mucho aprendizaje. Pero la principal lección fue tomar conciencia de la grave corrupción que afecta a nuestro sistema político y que exige ser flexible en los valores, principios e ideales, cosa a la que no estoy dispuesta y razón por la que decidí retirarme de la política partidista.

Pero no sin antes luchar contra el fraude electoral, en las calles nuevamente, rompiendo el silencio del toque de queda y de la represión de la PMOP con cacerola en mano, juntamos un grupo de lideres de diferentes barrios y colonias, y con tambores, antorchas y vuvuzelas enfrentamos el miedo y recorríamos las calles al comenzar la prohibición para circular. Al mismo tiempo, interpuse una impugnación de mas de 1,200 actas en las que me restaban votos, pero el fraude fue tan masivo y descarado, que el entonces TSE rechazo arbitrariamente mi impugnación.

Transité de la política partidista al movimiento social, y finalmente a la sociedad civil organizada, transición poco común en Honduras, ya que usualmente es al revés.

Funde una organización con el objetivo de realizar una permanente auditoria social, promoviendo la participación ciudadana y empoderando a líderes jóvenes y mujeres. Hemos logrado así capacitar a decenas de docentes de Centros Educativos Básicos, y a través de ellos hemos alcanzado a centenares de jóvenes, formándolos contra la corrupción y los valores y derechos ciudadanos.

En 2018 integramos la red de observación “Ojo Público” que, junto a la OACNUDH, MACCIH, COHEP y el apoyo técnico del NDI, auditamos el proceso de selección del Fiscal General. Las artimañas de última hora del malogrado Congreso Nacional de aquel entonces echaron por tierra tan valiosa labor.

He construido una red de incidencia regional e internacional para visibilizar violaciones a los DDHH, abusos de autoridad y corrupción, he participado en audiencias ante la CIDH contra el Estado de Honduras, entre otras.

En las elecciones de noviembre pasado apoye y lideré procesos de veeduría, capacite cientos de jóvenes y observamos las elecciones junto a otras organizaciones y ciudadanos, contribuyendo a la Transparencia electoral.

Actualmente, formo parte de un selecto grupo de ciudadanos y organizaciones conformadas en la Articulación Ciudadana por la Transparencia y la Justicia, que, desde enero, a iniciativa de la organización que dirijo, convocamos a organizaciones nacionales e internacionales, para impulsar una serie de acciones orientadas a incidir en la instalación y establecimiento de la CICIH y el proceso de selección de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia.

Hasta la fecha hemos elaborado documentos técnicos y socializado su contenido con tomadores de decisiones en Honduras y Estados Unidos, así como con la ONU y la Misión Técnica que visito el país en mayo, ente los documentos presentados:

1. Borrador de un Mecanismo Internacional Anticorrupción basado en la Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción.

2. Elementos Mínimos para la Instalación de la CICIH.
3. Leyes que deben ser derogadas, aprobadas o revisadas para la instalación y funcionamiento de la CICIH.

4. Propuesta de mejora al proyecto de Ley de Organización y Funcionamiento de la Junta Nominadora, a lo que se debe el artículo 6, y otros de la nueva Ley aprobada.

Entre otros. Se los adjunto a esta carta para que se entere. Es un buen consejo hablar con fundamentos, ¿no cree?

Para los procesos electorales primario y general del 2021, recibí múltiples ofrecimientos de movimientos internos de los partidos Libre, Liberal y PSH para participar como candidata al congreso y a corporaciones municipales. Ofrecimientos que agradecí, pero que a su vez comuniqué de mi decisión de no volver a participar en política partidista. Así qué, si mi intención fuera un cargo público, créame, que lo hubiese obtenido.

Y finalmente, para la información de cualquiera que ha emitido opiniones desinformadas o malintencionadas, o que simplemente repiten como loras las falacias y calumnias de que he sido objeto durante tantos años, escribo lo siguiente:

Aquí estoy, en mi amada Honduras, luchando sin descanso por más de 10 años, a pesar de recién cumplir 34, de tener derecho a construir una familia, un patrimonio, una carrera, como seguramente usted lo hacía a mi edad. Y además de luchar contra el cáncer de la corrupción, he luchado y vencido un cáncer tiroideo, que no ha logrado mermar mi fuerza y mi lucha por una Honduras mejor. Y todo ello sin buscar protagonismo, en la mayoría de los casos con muy bajo perfil, en otros con inevitable notoriedad, pero sin victimizarme, a pesar de seguir siendo el blanco de ataques despiadados de los grupos criminales, así como, siendo una ciudadana normal, proviniendo de una familia muy luchadora y estudiosa, pero con el deseo y la convicción de que un individuo con voluntad inquebrantable puede mover montañas.

Mi anhelo es contribuir a sentar las bases de un país decente, digno y justo para las nuevas generaciones, y sí, aunque muchos no lo crean, existimos personas que vivimos por nuestros ideales, y que nada ni nadie nos hacen renunciar a ellos.

A quienes hicieron las valientes luchas del 2015 les rindo mi gratitud y mi admiración. Pocos tienen idea de los monumentales sacrificios que algunos hicimos entonces. La sociedad en general suele ser ingrata, y exige más una ciudadana común como yo, que a funcionarios electos que devengan y administran nuestro dinero, el dinero que debería permitirnos tener sistemas de salud, educación y seguridad decentes, en lugar del remedo de sistemas de derechos sociales que tenemos.

La sociedad, como colectivo es capaz de exigir más incluso a la selección de fútbol que a sus diputados, ministros y otros, que con promesas vacías llegaron a esos cargos públicos, y hoy fingen amnesia con demandas como la CICIH, por la cual yo, una simple ciudadana, sigue luchando. Y antes de juzgar. Pregúntese, usted que me lee, ¿cuánto he hecho yo por las luchas sociales en Honduras? ¿He hecho más que esta persona? ¿Con qué derecho exijo cuentas a otra ciudadana o ciudadano que lucha por justicia?

“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”. (Francisco de Quevedo)

Atte. Gabriela Blen

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