Juan Ramón Martínez
La mayoría de los políticos – Nasralla, Asfura, Tomé, Maldonado, Cálix y Moncada—no conocen a profundidad, los retos que tendrán que enfrentar si participan en un proceso electoral; y obtiene, uno de ellos, el mandato popular. Porque hay fallas acumuladas que heredáramos de JOH, además de lo que se ha dejado de hacer el régimen del segundo gobierno Mel. En su conjunto se podría hablar de un huracán, más destructivo que el Mitch, que afectara a Honduras durante el gobierno de Flores. A finales de 2021, el país estaba paralizado en términos económicos, el sistema jurídico sometido a una sola persona; y, la población, solo tenía la esperanza que sacando a JOH, las cosas cambiarían de manera rápida y sostenida. Pero la nueva administración, en forma de otro huracán caótico, no entendió la continuidad de las tareas, descuidó sus obligaciones; y echó a correr, haciendo competencia con quienes creen que todos estamos condenándonos irremediablemente. De allí que, en estos dos años, hemos perdido puestos de trabajo, el clima empresarial no es positivo; y la mano de obra del país, huye hacia el exterior. El resto, tiembla de miedo.
Adicionalmente, los miembros del grupo gubernamental, “refundador”, en la cresta de un discurso elemental, anti capitalista; sin verificar si tenemos una economía capitalista, han desarrollado la idea que solo hay futuro en un modelo económico basado en la supremacía del gobierno, eliminando la libertad para que, vía la iniciativa individual, todos concurramos a los mercados a vender; y, comprar. Esta falsa dualidad, fomentada con voz estridente por Rixi Moncada, ha dividido al país. Nunca antes – ni siquiera en la polarización que animó Rodas Alvarado en 1963— nos habíamos confrontado tanto como ahora: “socialistas” y “demócratas”. Ganaderos y agricultores. “Caínes” y “Abeles”. Los “socialistas” ganaderos, creyendo que, de la destrucción, mecánicamente surgirá dialécticamente una nueva realidad, han provocado ansiedad, miedo y crecientes manifestaciones de espanto entre los “demócratas” desconcertados. Los jóvenes huyen del país y la burguesía, creadora de empleo, ha empezado a mover capitales hacia el exterior. Han disminuido las reservas, las exportaciones decrecido, afectando la demanda interna y el comercio exterior. Y para completar el panorama negativo, la capacidad operativa del régimen, refractario la cooperación, — porque la lealtad esta antes que la competencia–, reduce la capacidad del sector público. El sectarismo, la discriminación del otro, la incomunicación, han vuelto imposible el diálogo para conciliar visiones; y, crear una base de compromiso para la actividad colectiva. Ello explicaría la afirmación que el gobierno se afilia con “la resistencia”, no en favor de la reconstrucción, fortaleciendo la orfandad de los funcionarios que, desde visiones imperiales, no respetan a nadie. La presidente del COHEP, no ha sido recibida por Xiomara, ratificando su rechazo a la iniciativa privada.
Los servicios públicos no eran satisfactorios en 2022. Ahora, no muestran mejoría. La salud exhibe una imagen hospitalaria, más precaria que Gaza, bajo el asedio de Israel. Las carreteras, fuera la del peaje que une Tegucigalpa con SPS, son una tragedia. Se trabaja en alguna de ellas, pero en forma tan lenta que aumenta el disgusto de los usuarios que esperaban algo mejor de la actual administración. Y los sistemas de seguridad, no muestran mayor eficiencia que en el gobierno de JOH. Ahora mueren más personas por accidentes de tránsito, más mujeres pierden la vida; y los jóvenes amanecen tiroteados, convirtiendo la existencia, en un ajedrez sangriento donde las madres se limpian, rencorosas, sus lágrimas resecas.
En conclusión, el huracán, se ha estacionada sobre nuestras vidas y cabezas. Creando expectativas que, no creemos que ninguno de los aspirantes presidenciales pueda responder. Porque tampoco tienen soluciones, respuestas o alternativas, para reparar los daños que provoca la inacción gubernamental, atendiendo las demandas que tal cosa ha provocado entre la población.
La población es, más individualista ahora; y, más mezquina. La mayoría dice ser evangélica, confiada en un “Dios proveedor”, disputando su “lealtad” con los “hermanos”, creyendo que el gobierno hará todo. Y que su actividad no es importante para resolver problemas. Basta creer, para “ser salvos”. Lo que, nos da una población arrodillada, acobardada
Continuar con un gobierno enorme, ineficiente, es suicida. La crisis será mayor. Un huracán, más destructivo que el Mitch, dañará el futuro nacional. Mel sigue, cultivando vientos, sin que nadie lo detenga. Y acumulando escombros que, habrá que remover, urgentemente. Sin tener, fuerzas para hacerlo.