Médicos y enfermeras de San Pedro Sula realizan protesta nocturna contra despidos masivos a personal de primera línea en Sala Covid-19. Foto: En Alta Voz.

Redacción En Altavoz

San Pedro Sula. Honduras. – Tras las puertas de los hospitales hondureños existen miles de historias.  Un día se es parte de los equipos de salud en primera línea que siguen luchando contra el Coronavirus (Covid-19) y, al día siguiente, éstos médicos, intensivistas, técnicos y enfermeras están a un paso de ser pacientes. El agotamiento emocional, el cansancio físico y el desgaste psicológico conocido como Síndrome de “Burnout” o Síndrome del “Quemado”, que han venido sufriendo hace 22 meses, los ha vuelto más vulnerables.

La licenciada en Enfermería, Waleska Fajardo, se desempeña en el Hospital Cardiopulmonardel Tórax y es parte de ese personal comprometido con rescatar de las garras de la muerte a miles de personas afectadas por el Covid. Sin embargo, sabe que el desgaste físico y psicológico los afecta a ella y a sus colegas en todos los centros asistenciales del país.

“El síndrome de Burnout siempre ha estado presente desde muchos años atrás, principalmente en el personal de salud, ahora se ha evidenciado con mayor magnitud por lo que está sucediendo con la pandemia de la Covid 19”, nos dijo en una entrevista.

La profesional expresó: “Estamos enfrentándonos a una enfermedad desconocida, sin cura, y desde allí eso causó un impacto al personal de salud y se vio reflejado en los niveles de toma de decisiones en estrés e incertidumbre”.  ¿Cómo ha afectado?  “Ha provocado una pérdida dramática del rendimiento emocional, social, intelectual y físico. Este deterioro trae un efecto dominó, que genera problemas en el entorno laboral y familiar”.

“Es algo dramático y preocupante porque trabajar con la vida de las personas requiere de elementos muy concentrados, capacitados para este tipo de labor”. La mala praxis o mala atención en los pacientes son consecuencias que observamos muy frecuente, señaló.

Para mejorar esa situación, considera que el Covid-19 debe normatizarse como una enfermedad y, bajo esa premisa, tomar acciones preventivas como ambientes laborales adecuados, ofrecer salarios justos de acuerdo al nivel de responsabilidad y normatizar que no deben laborar más de ocho horas por turno.

Otra acción debe estar enfocada a dar entrenamiento y acompañar por un período de tiempo al personal que labora en áreas de mayor estrés y complejidad. “Es importante respetar las vacaciones profilácticas y hacer evaluaciones de desempeño para valorar la rotación de personal en puestos más adecuados a sus capacidades”, subrayó.

De reciente reconocimiento

Según el doctor Luis Manuel Pérez H Pantoja, médico especialista en medicina del trabajo, el síndrome de Burnout es de reciente reconocimiento por la Organización Mundial de la Salud, a finales del 2020. Los factores por los cuales se identifica son a través de pruebas, test y cuestionarios. El doctor Pantoja, docente de la Universidad Autónoma Metropolitana, forma parte de un equipo de investigación que realiza estudios en Honduras sobre salud en el trabajo.

Normalmente no es un diagnostico estrictamente médico, se puede hacer por medio de entrevistas con personal capacitado y es lo que lleva a detectar eso que se llama Síndrome de Burnout o síndrome del quemado. ¿Por qué no se dice enfermedad?, porque no hay signos ni síntomas bien definidos y claros que se presenten en la mayoría de los casos. Cuando los signos y síntomas son variables, que en ocasiones se pueden presentar en unos casos y otros no, es cuando se llama síndrome, porque es un conjunto de molestias, de signos y de síntomas que no están totalmente definidos.

“Yo considero en mi punto de vista, que se oye muy bonito decir “síndrome de burnout”, pero no es nuevo, es viejísimo y lo conocíamos como la fatiga industrial, los médicos que nos dedicamos a este tema. Es un trastorno que se identifica más bien, por una fatiga crónica, porque la fatiga en ocasiones puede ser de tipo agudo, que simplemente con el descanso después del trabajo, o el descanso semanal, o el descanso vacacional desaparece. En este caso, lo que antes se conocía como fatiga industrial crónica es lo que ahora le dicen el síndrome de estar quemado o síndrome burnout”, detalla el médico Pantoja.

Actualmente, en el contexto de la pandemia por el Covid19 es el personal sanitario el que sigue permaneciendo en la línea de fuego, atendiendo a los pacientes con un grado moderado o grave de la enfermedad, lo que implica para ellos una enorme carga física y mental. “Imaginen lo que sentimos cuando se nos han muerto los pacientes, nos impacta emocionalmente. ¿Cuál será el impacto de esos médicos que se les han muerto 10 o 15 pacientes o más durante la pandemia? Es un impacto en la salud mental tremendo”, agrega el investigador.

Para Pantoja, además, de la fatiga física, influye estar siempre con la bata quirúrgica, con el gorro, los lentes, los guantes, con altas temperaturas y luego no poder salir del área Covid19, porque significa que hay que cambiarse toda la ropa y a veces no hay disponibilidad de tantos equipos y tener que estar al pendiente. “Hay muchos casos, que he conocido en México, que los médicos que están en área del Covid19, no han podido ir a su casa a ver a su familia por el temor de llevar el virus a su casa. Definitivamente, es un problema del personal de salud que está en las áreas Covid19, no solamente el médico, las enfermeras, también el personal de limpieza, entre otros”.

Antes éramos “héroes”, ahora ya pasamos de moda”

Tras veinte meses trabajando en Sala Covid-19, las experiencias del médico general a quien llamaremos Jesús, han sido innumerables: Podría escribir un libro entero. Al horario variable que tiene, guardias de 12 horas nocturnas y turnos cada 5 días, suma un segundo trabajo, porque uno solo no le alcanza para cubrir todas las necesidades de su familia. En ese otro trabajo algunas veces se queda 24 horas; otras, 18 horas y usualmente, 12 horas, en cualquier día de la semana. En estos 20 meses no ha tenido vacaciones nunca.

El personal médico en los hospitales públicos como el Hospital Mario Rivas de San Pedro Sula o descentralizados como el Leonardo Martínez Valenzuela, no han contado con todas las condiciones para atender a los pacientes. “En mis primeros dos turnos, en una institución pública, no me dieron ni siquiera una mascarilla, tuve que usar una mascarilla quirúrgica para entrar a la sala Covid-19, ya después se fue normalizando, aparte yo tuve que comprar mi propio equipo de protección personal con máscara, lo hice para protegerme yo mismo, pero la institución para el hospital público, ni siquiera nos daba mascarillas”, explica el galeno.

La presión para el personal médico no solo se debió a la falta de insumos para atender a los pacientes y no contar con todos los equipos de bioseguridad necesarios, sino también la impuntualidad en el pago de sus salarios, lo que llevó a que realicen protestas públicas y denuncien ante los medios de comunicación para presionar a las autoridades de Salud Pública. Los tres primeros meses del 2021 no recibieron sus pagos, recién al cuarto mes les pagaron, detalló Jesús, quien también participó en las protestas para reclamar su salario.

“En los momentos más álgidos de la pandemia en el hospital público me tocaba atender 12 pacientes en estado delicado, pacientes críticos, de alto flujo e intubados. Los días de menos trabajo he atendido de dos a tres pacientes graves por guardia en el hospital público, pacientes críticos que tengo que dedicarles más de una hora continua a cada uno para ver la condición del paciente y ver qué decisiones tomar”, detalla el médico.

La presión por salvar la vida de pacientes con Covid19 no es exclusivo de los hospitales públicos, en las clínicas privadas también se viven momentos álgidos, “también he atendido hasta 12 a 13 pacientes por guardia” agrega.

Centro de Triaje para remisión hospitalaria en San Pedro Sula, Foto de Héctor Gómez para En Alta Voz.

La ayuda psiquiátrica oportuna

Jesús experimentó el síndrome de burnout a finales del 2020, aceptando que tenía la necesidad de recibir tratamiento psiquiátrico, tomando medicamentos durante cuatro meses, “me ayudó bastante, el estrés y el cansancio me estaba causando mucha irritabilidad, con un carácter bastante feo y agresivo, me molestaba hasta que las personas me hablaran, fue cuando supe que tenía que ir al siquiatra y mejoré bastante”, reconoce.

Ver morir a los pacientes en sala Covid19 se volvió rutinario para los médicos y enfermeras, que, como Jesús, perdieron la cuenta de cuántos pacientes han visto morir. Mientras luchaban por la vida de sus pacientes, también luchaban por su propia vida, tratando de evitar el contagio, por miedo a llevar el virus a su familia y porque han visto morir a colegas dentro de los mismos hospitales.

Extremaron medidas de seguridad ante el desconcierto inicial ante la pandemia. “Compré máscaras de cara completa que filtran el 99.9 % de las partículas, al inicio de la pandemia me quitaba toda la ropa antes de entrar a mi casa, siempre tratando de cuidarme mucho, usaba mascarilla todo el tiempo. Es difícil lidiar con la familia, porque ellos no saben la magnitud de los alcances del virus, creen que los médicos exageramos, no están conscientes de las dimensiones de un paciente crítico que fallece por Covid-19. También como médicos somos vigilantes de la familia, porque tenemos que cuidarnos en la calle para exponernos al mínimo y entonces sentimos una doble carga”, detalla Jesús.

Pese a todas las medidas que tomó, y que admitió eran incluso exageradas, se contagió y no sabe cómo adquirió el virus. “Me enfermé en abril de 2020. En mi cumpleaños comencé los síntomas. Pasé un Covid-19 leve, en ese momento todavía no se sabía nada de la enfermedad y eso fue lo más difícil de poder sobrellevar la infección, porque pensaba que me iba a morir, era complicado porque toda mi familia estaba contagiada, todos estábamos contagiados, era la época que se estigmatizaba a las personas que tenían Covid-19, contaba los días. Fue una enfermedad larga y por dos meses y medio estuve aislado y no podía ir a trabajar, aunque quisiera, el examen seguía saliendo positivo en los hisopados”, describe.

La falta de experiencia en la atención a un virus tan agresivo creaba confusión de manera constante, porque muchas personas salían persistentemente positivas y rondaba el temor a que siguieran contagiando. Si bien aún sigue conociéndose más en torno al virus, ya hay más certezas con respecto a varios aspectos de la pandemia que al inicio. “Pasaba haciéndome exámenes de laboratorio infinidad de veces, pensando que podía morir, tuve neumonía, pero nunca necesité intubación, a Dios gracias, pero conozco colegas del gremio médico y de salud en general que se han re infectado, aun teniendo ya la vacuna, pero ahora están bien, pero también han muerto médicos incluso más jóvenes que yo”, lamenta Jesús.

Según el médico, en varios casos se pudo mejorar y se pudo modificar la enfermedad de una manera que fuese más benigna para el paciente. La falta de medicamentos para ellos si ha afectado. Otro porcentaje de pacientes, de cualquier forma, independientemente los recursos con los que se contara, siempre iban a fallecer, aquí en Honduras o en cualquier hospital público del mundo iban a fallecer.  “Digamos que un 50% de los pacientes, cada paciente es un mundo, cada paciente es una individualidad, son tantos factores que intervienen en esto, pero si tuviéramos fármacos que ya han mostrado evidencia, que pueden modificar el curso de la enfermedad del paciente, morirían menos y hay otros pacientes que llegan demasiado tarde buscando ayuda, la respuesta inflamatoria es demasiado violenta y ya no se puede hacer nada” describe el Galeno.

Me tocó decidir sobre la vida de las personas

“Para ser honesto, a mí me ha tocado decidir sobre la vida de las personas y creo que es una de las cosas que me afectó bastante. Ahora entiendo que no es mi responsabilidad. Siempre que me presentaban un paciente para ver si le daba un cupo de intermedios, mi pregunta era: ¿cuántos años tiene?, ¿tiene posibilidad de vivir? y de acuerdo a eso le daba el cupo o no. Uno lo toma en base a que la persona mayor ya vivió, amó, tuvo familia, vivió experiencias. Y el paciente joven tiene niños pequeños en la casa, tiene que luchar para poder sacar a esos niños que tiene en casa. A quién le voy a dar el ventilador, creo que la pregunta se responde sola”, reflexiona Jesús.

De acuerdo al relato del médico, llegó un momento en que llegaban los pacientes en pailas de los vehículos, con los cilindros de oxígeno al máximo nivel, llegaban al hospital para ser ingresados y no había posibilidad porque no había como atenderlos. Les decían a los familiares que se los llevaran a casa y que estuvieran llamando al hospital al día siguiente para preguntar si había un cupo. Pero en el fondo los médicos sabían que estaban mandándolos a morir a casa, porque tal vez esa misma noche iban a morir, cuenta. “Antes eso me martirizaba, me torturaba pensar en eso, pero ahora ya no. Porque sé que no es mi culpa, que no es mi responsabilidad y he tratado de ayudarle a todas las personas que he podido”

Los términos calificativos contra el gobierno de Honduras por la forma deficiente en que se administró la pandemia son múltiples. Los médicos que han estado en la línea de enfrente atendiendo a los pacientes en las salas Covid, consideran que la coordinación de la pandemia ha sido “Fatal, terrible, deplorable, aplazados, recontra aplazados, pésimo, ha sido un chiste el manejo de la pandemia por parte del gobierno y ellos se han dedicado a solo hablar de números y hablar de cifras que no son ciertas, porque las conozco, las veo, estoy en contacto con ellas, es una falacia completa, es algo terrible y atroz , han sido cómplices de las muertes de muchos pacientes por no suministrarnos como se debe, por no dar los insumos que han faltado , por no dar los cupos, no se esforzaron en abrir más cupos, en conectar más ventiladores  y el suministro de oxígeno ha sido insuficiente,  durante los 20 meses que llevamos en pandemia no lo han mejorado”, detalla Jesús.

Uno de los factores que más afecta al personal médico es cuando tienen que decirle a los familiares de pacientes sobre la gravedad de la enfermedad “En muchas ocasiones me ha tocado dar la noticia, no recuerdo la cantidad de veces que me ha tocado dar la noticia a un familiar y prácticamente, para ser honesto, uno siempre dice, este es el momento incomodo, tener que  hacer la llamada, pero ya se ha vuelto tan común, con tanta costumbre y con tanta cotidianidad, que ya ni siquiera lo piensa uno tanto, en lo personal trato de ser empático, pero tampoco le doy tanto rodeo antes de decirlo, con prudencia, pero sin querer tampoco adornarlo mucho”, describe.

Unas vacaciones que no llegan

El personal médico reclama la falta de vacaciones, ante el agotamiento físico y mental, no han tenido vacaciones en 20 meses, las autoridades les han prometido que, a partir del mes de enero 2022, les comenzarán a programar las vacaciones. Otro aspecto que afecta al personal de salud es la inestabilidad laboral, siempre con el temor de la cancelación de los contratos de trabajo, con el pretexto reciente de la disminución de casos. Al haberse incrementado el número de vacunados, ha disminuido los niveles de contagio “se nos hicieron muchas promesas de darnos una plaza en el gobierno a los que hemos estado en primera línea, pero eso no ha sucedido, las autoridades firmaron un acuerdo, firmaron un documento, pero no sabemos con quienes, porque no es con los representantes de los médicos de primera línea, creo que es una injusticia, con las personas que hemos estado en primera línea, solo son promesas y largas y largas, pero eso no va suceder”  reclama Jesús.

“Entendí que es importante relajarse lo más que se pueda y cualquier momento libre que tenga, trato de salir, para no caer en el cansancio extremo que hemos estado. Me da pesar y lamento mucho que las personas que han tenido la oportunidad de vacunarse y no lo están haciendo y están muriendo. Es importante hacer un llamado a la población, que acuda a la vacunación, la vacuna no es la varita mágica que nos va a llevar a solucionar este problema, pero si nos va ayudar a controlarlo y a evitar las muertes por covid19, que sean reducidas a su mínima expresión, hay personas que la vacuna no va evitar que mueran, pero será un porcentaje mínimo” afirma.

El personal en sala Covid19 está desgastado, los galenos aseguran que los pacientes no reciben ningún maltrato, pero que se ha vuelto un trato automatizado, “antes éramos más emotivos con el paciente y esa emotividad se ha perdido y ese es el agotamiento que tenemos, no hemos tenido vacaciones regulares, mucho menos vacaciones profilácticas, lo que si tratamos de hacer siempre, con los pacientes que están más delicados, es hacer una video llamada con la familia, sino, decirle a los familiares la situación del paciente que tiene posibilidades de fallecer, para que no le tome con sorpresa, tengo un compañero de turno desde el inicio que hemos desarrollado dentro del hospital, hablamos de nuestras vidas, él se quiere ir para Alemania. Hay turnos que llegamos tan desmotivados y tan cansados que hasta platicar nos cansa. Hay veces que hay fricciones con el personal de enfermería, tal vez no peleas, pero la relación se pone tensa hasta por tonterías, pero es por el mismo cansancio que tenemos”, finalizó Jesús.

Dentro de las condiciones de trabajo precarias que enfrentan los médicos, es no contar con un seguro médico completo para ellos, mucho menos para su familia, ven como una debilidad de parte del Colegio Médico de Honduras.

Hospital Mario Catarino Rivas, San Pedro Sula, Honduras. Foto de Denis Árita para En Alta Voz.

Una publicación de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), titulada “Alto impacto de SARS-CoV-2 o COVID-19 en el personal de salud hondureño”, y publicada en la revista Journal of Medical Virology, recopila el impacto del virus y la situación de la precaria infraestructura hospitalaria que influyó de forma negativa durante la pandemia.

Los investigadores determinaron que el enorme peso mental y físico que involucra ver a un número significativo de pacientes y colegas muriendo de Covid, causa un impacto psicológico en el personal de la salud. En adición al riesgo de exposición y el síndrome de burnout, las patologías psicológicas pueden surgir o verse exacerbadas en esta situación. Ante la pandemia, la asistencia psicológica debe ser continua con el fin de evaluar y garantizar un buen estado psicológico de los empleados de la salud, recomiendan los expertos.

Agregado a ello, la pandemia ha puesto un peso significativo en el servicio de la salud, que es insuficiente ante la demanda de la población. La mayoría de la infraestructura de salud a nivel nacional fue construida entre 1960 y 1970, por lo que la implementación de espacios exclusivos para la evaluación y admisión de pacientes con el virus representó un reto, ocasionando infecciones cruzadas entre el personal de la salud. El sistema de salud hondureño se ha visto sobrecargado con falta de equipamiento, medicinas, insumos y recurso humano.

Según los expertos, la falta de equipo de protección personal ante el virus, asociado con la sobrexposición, causó un alto índice de contagio en el personal expuesto en el 2020. Además de un ambiente de alto riesgo, se destacó la urgente necesidad de desarrollar un mayor número de pruebas de detección, en comparación a las 1,300 que se realizaban de forma diaria. Asimismo, una cultura deficiente en el manejo de riesgos y la contaminación de materiales fue un peso adicional al sistema de salud.

“Debido a la falta de exámenes y diagnósticos de laboratorio, solo el personal con factores de riesgo de sufrir enfermedad grave o con signos y síntomas compatibles con el Covid, fueron retirados del trabajo, por lo que más estudios sobre el impacto físico y psicológico del virus en los trabajadores de la salud, especialmente en Latinoamérica, son necesitados”, determinaron los investigadores.

Según una publicación de Lachiner Saborío Morales y Luis Fernando Hidalgo Murillo, el síndrome de Burnout es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como un factor de riesgo laboral por su capacidad para afectar la calidad de vida, la salud mental e incluso poner en riesgo la vida. Sus principales rasgos son el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal.

El Doctor Carlos Umaña, presidente de la Asociación de Médicos de San Pedro Sula, expresó que, casi dos años de la pandemia pasan factura al personal de la primera línea; enfermeras, técnicos, médicos y paramédicos que ya están cansados de esta situación que acontece con la Covid-19 y con enfermedades de las que ahora hay repuntes como el dengue, entre otras. “Realmente este síndrome del cansancio es típico del personal que ha estado trabajando incesantemente, atendiendo a pacientes en esa condición. Es un síndrome que no sólo es de cansancio físico. También es psicológico”, reitera el galeno.

“Hemos dicho, en varias oportunidades, que el personal de primera línea ocupará una terapia ocupacional diferente para poder sobrellevar tanto sufrimiento causado por quienes murieron al atender la pandemia. Es un síndrome que se caracteriza porque la persona ya no quiere ir a trabajar, se siente mal, para revertir esto, deben mejorarse situaciones como rotar al personal, tratar de que no tengan turnos tan extenuantes y, por supuesto, que sus condiciones de trabajo sean aceptables y con su salario justo y puntual, porque es injusto que el personal médico trabajamos extensas jornadas bajo un alto riesgo de contagio y tengamos la preocupación de no cumplir con nuestros compromisos económicos porque los pagos no son puntuales. Este es un síndrome muy conocido que tendrá que ser solucionado a través de la terapia ocupacional, psicológica que puede ser dada en los diferentes centros una vez que la curva epidemiológica tenga un descenso sostenido producto de la vacunación”, afirmó el doctor Umaña.

La disponibilidad de vacunas reduce los casos de Covid19

La disponibilidad de vacunas crece en Honduras, aun así, muchas personas se niegan a vacunarse. Foto SESAL

Honduras comenzó a vacunar sistemáticamente al personal sanitario en la segunda semana de marzo de 2021 y en octubre 2021 incluyó población mayor de 12 años de edad sin restricciones, con una cobertura de aplicación de dos dosis en población elegible para vacunación, aún baja (aproximadamente 33%). Las vacunas aplicadas en el país incluyen Johnson&Johnson, Moderna, Oxford/AstraZeneca, Pfizer/BioNTech y Sputnik V.9 Actualmente se está aplicando la tercera dosis en el personal de salud y población vulnerable. 

En el mes de noviembre se inició la aplicación de dosis de refuerzo contra el COVID-19 a empleados de la Secretaría de Salud (SESAL) que recibieron su esquema de dos dosis. Personal médico ha comenzado a recibir una dosis de reforzamiento o tercera aplicación, para aquellas personas que recibieron primera y segunda dosis de la vacuna Pfizer, AstraZeneca y Moderna. Este refuerzo es aplicado seis meses después de haber recibido la segunda dosis, con el objetivo de reactivar los anticuerpos en el organismo de las personas.

A excepción de los hondureños que se aplicaron la vacuna de Johnson & Johnson en el extranjero, que deberán recibir la dosis de refuerzo 2 meses o más después de la dosis única de dicha vacuna. María García se presentó en la Universidad Católica de San Pedro Sula con su comprobante de la vacuna Johnson, se la aplicó junto a su familia en Estados Unidos en el mes de mayo de 2021, cuando todavía no contaba el país con suficientes vacunas para que se pudiera vacunar la población de forma masiva, “yo me vine a vacunar porque no puedo estar viajando a gastar dinero a Estados Unidos, así que estamos muy contentos todos en mi familia de poder tener acceso a la dosis de refuerzo, no puedo creer que hay personas que no se quieren vacunar porque se dejan llevar por informaciones falsas, ya podemos ver en Honduras que están bajando los números de contagios y es por la vacunación” explicó García.

Según los datos oficiales en el país existen 4.5 millones de personas vacunadas solo con la primera dosis, y más de 3.2 millones de vacunados con la segunda dosis de los inoculantes disponibles contra el virus. En cumplimiento a los lineamientos técnicos emitidos por el Programa Ampliado de inmunización (PAI), el esquema establecido en Honduras para la aplicación de la dosis de refuerzo y tercera dosis en inmunocomprometidos moderados y severos.

Los casos de covid-19 en Honduras ascendieron hasta el 18 de noviembre a 377.360 desde el inicio de la pandemia, con la confirmación de otros 67 contagios, mientras que los pacientes recuperados se incrementaron a 119.108, informó el Sistema Nacional de Gestión de Riesgo (SINAGER). Para diagnosticar los nuevos casos, el Laboratorio Nacional de Virología efectuó 1.208 pruebas, de las que 67 resultaron positivas. Se confirmó el fallecimiento de 13 hondureños más por covid-19 (dato correspondiente a varios días), con los que sumaron 10.386 los muertos.

Los datos oficiales, indican que, 149 hondureños están hospitalizados a causa de la covid-19, de los que 84 se encuentran en condición estable, 51 graves y 14 en unidades de cuidados intensivos.

Salud mental y Burnout

Durante una exposición, José Luis Cruz, docente de la Especialidad en Psiquiatría, se refirió a la nueva realidad que está creando la pandemia, enfermedad considerada por algunas personas como un evento apocalíptico que tomó por sorpresa tanto a los países desarrollados como a aquellos en vía de desarrollo. “El Covid está generando en la sociedad estilos de vidas diferentes, de distanciamiento social, este es un escenario propicio para el aumento de problemas de ansiedad como de depresión en la población en general y en especial en el personal de salud”, apuntó.

“El personal de salud que está en la primera línea de batalla es más vulnerable en desarrollar cansancio y fatiga, síntomas depresivos y ansiosos, incluso de riesgo suicida para estos tiempos; quiero compartir una frase de Víctor Frankl, psiquiatra y filósofo existencialista, que dice: ‘Quien da luz debe soportar las quemaduras’, frase que va acorde a estos tiempos, probablemente los que decidimos estudiar medicina desde la niñez, desconociendo las repercusiones que podríamos enfrentar tanto para nuestra salud física y mental, y es en este momento ambas se pueden ver descerrajadas frente a lo que estamos viviendo en el mundo”, señaló.

Ante la llegada del Covid al país, el expositor recordó que esta enfermedad vino a poner en evidencia la precariedad del sistema de salud de Honduras, y que, en la actualidad, ha dejado hospitales resquebrajados, con personal de salud agotado (médicos, enfermeras, microbiólogos, radiólogos, químicos farmacéuticos, técnicos especializados, personal de limpieza, cocina y seguridad hospitalario, entre otros).

“La salud de los profesionales sanitarios ha sido alterada durante esta pandemia en todas sus áreas, es decir, a nivel profesional, laboral, a nivel familiar; estábamos viendo las dificultades que enfrenta el personal. En esas instituciones donde se está brindando la atención de pacientes con el virus es necesario que este personal que se está sacrificando día con día tenga ayuda emocional y psicológica”, indicó.

Frente a la atención de esta pandemia, señaló que los principales estresores que ha enfrentado el personal de salud son: la escasez del Equipos de Protección Personal (EPP), condiciones laborales inadecuadas, discriminación y aislamiento, pérdida de contacto con la familia y amigos, agotamiento físico y mental, así como el tema de bajos salarios.

“Aproximadamente 7,000 personas del personal de salud han fallecido por el COVID-19 en el mundo, de estos en Honduras se habla que 70 médicos y 38 enfermeras han fallecido por estar en la atención de la actual pandemia. Esto lleva a un estresor muy importante: el ascenso de casos y riesgo de contagio, sumado a esto escuchar noticias de la habilitación del 100% del transporte público aumentó el estrés”, señaló el especialista.

Impacto psicológico

Sobre el impacto psicológico de la ciudadanía en general, surgen varios temores como el del comportamiento de la pandemia, problemas de insomnio, y a estas dificultades se suman la ira por el temor a ser infectado, en algunos de los casos se presentan el aumento del consumo de alcohol o de cigarrillos, como de trastorno depresivo, trastorno de ansiedad, de estrés postraumático, de somatización y de percepción de la pérdida de la salud.

Sobre este aspecto, el galeno resaltó los problemas psicológicos que enfrentan aquellas personas que sufren alguna enfermedad respiratoria por alergia o una simple gripe, cuya mente le juega una mala experiencia pensando que se está enfrentando al coronavirus. Así crea otra problemática del abarrotamiento de los triajes u hospitales donde se están atendiendo los casos de Covid-19.

“¿Cómo afecta la salud mental del personal de salud? Lamentablemente el insomnio, el agotamiento, la preocupación, el aislamiento social y familiar provocará que se deteriore la calidad de atención de las personas que llegan a los hospitales… Esto va a alterar la calidad de atención y compresión clínica, afectará las habilidades a la hora de tomar decisiones, como la reducción de la satisfacción y la productividad, el bienestar individual y calidad de vida”, indicó.

Datos estadísticos

Algunos hallazgos obtenidos por una serie de estudios realizados, a nivel mundial, reflejan que se registraron problemas de ansiedad en un 44.6% del personal de salud, alteraciones del sueño como el insomnio y reacciones de estrés. Algo que rescatar de estos datos es la presencia del trauma vicario y estigma, donde los médicos probablemente no van a poder atender a sus papás, a sus hijos, a sus sobrinos, pero el estar atendiendo a pacientes con diferentes niveles o grados de salud y estar expuestos a la muerte y agonía de los pacientes los acerca aún más a adquirir problemas mentales”, expresó el doctor Cruz.

 “Dentro de las conclusiones de esta investigación es que el personal de salud está expuesto a mayores niveles de ansiedad y de estrés, es decir, que se necesitan estrategias que puedan ayudar a proteger su integridad física y emocional, y así evitar que pueda presentar el síndrome de Burnout (trastorno emocional de creación reciente que está vinculado con el ámbito laboral, el estrés causado por el trabajo y el estilo de vida del empleado)”, enfatizó.

Esta es una temática que está afectando significativamente al personal de salud, por lo que se requiere investigar más. Asimismo, se ha solicitado el involucramiento de diferentes equipos de trabajo de la Facultad de Medicina (FCM) para el diseño de un plan estratégico orientado en atender este tipo de problemáticas, catalogándolas como complejas y multifactoriales.

“Debemos buscar opciones de relajación, para realizar actividades lúdicas, recordemos que en los hospitales campea la muerte, son ambientes tétricos, tristes, pensando que tenemos 10 muertes diarias en el Hospital Escuela, eso impacta en todo el personal y debemos generar espacios para descansar, de entretenimiento, para ejercer algún tipo de deporte, y en la actualidad no existen, tal como lo hemos observado en centros asistenciales de otros países… tenemos muchas necesidades que cumplir, tenemos también que tener otro enfoque”, puntualizó.

La manera de prevenir es identificar rápidamente cuando se empiezan a presentar síntomas en el grupo de salud y hacer recambios, permitiendo que las cargas se puedan llevar de una manera equitativa. El reto es apoyar a las personas que tienen más riesgos y que son las que han tenido ya algunas manifestaciones depresivas o ansiosas.

Lo cierto es que la depresión y ansiedad es una condición subyacente en la población hondureña y mundial, y quienes trabajan en el área de la salud, deben ser manejadas de manera cuidadosa, sin exponerlas en forma excesiva a una situación de carga laboral que realmente las haga colapsar.

Los médicos también cuentan sus muertos

Plaza de La Esperanza, en honor al personal médico fallecido por Covid19. Foto El Libertador.

Según datos de la Secretaría de Actas y Correspondencia del Colegio Médico de Honduras (CMH), desde el informe de los primeros casos de Covid-19 en el país, desde el mes de marzo de 2020 hasta el 23 de octubre 2021, fallecieron 166 médicos, incluyendo tres estudiantes del último año de la Carrera de Medicina (médicos en servicio social); en el 2020 murieron 82 y, hasta el 23 de octubre de 2021, 84 habían perdido la vida.

La mediana de la edad de los médicos fallecidos en 2020 fue de 61 años (rango 30-91) y en 2021 fue de 64 años (rango 27-94). Con relación al sexo, para el año anterior, la relación sexo masculino a femenino de los fallecidos era 4.1:1 y para 2021, fue de 3.4:1. En el periodo de tres años de 2017 al 2019, perdieron la vida respectivamente 31, 29 y 40 médicos, un promedio anual de 33 + 6 fallecidos.

 Los datos de muertes en el año 2020 completo fue 95 colegas, y las cifras hasta el 23 de octubre de 2021, llegaron a 84 colegas, que representan un incremento mayor que 2.5 veces de muertes por año para cada uno de los años mencionados. Este incremento se relaciona directamente a Covid-19 o, de manera indirecta, a las condiciones de precariedad sanitaria y social imperantes en tiempos de pandemia en nuestro país.

El Colegio Médico ofreció un homenaje a los médicos fallecidos y a sus familiares, se extendió a todo el personal sanitario de Honduras que continúa trabajando en la primera línea de atención, así como desde los diferentes niveles de atención clínica y administrativa, para contribuir a la salud de la población. Demandaron nuevas oportunidades para fortalecer la atención en salud y promover un ambiente sanitario con mayor seguridad para el desempeño del personal de salud y por ende mejor atención para los pacientes y sus familias.

Esta investigación se realizó en el marco del curso “Informar sobre Inmunización que desarrolló la Fundación Thomson Reuters y Sabin Vaccine Instituto”.

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