La Tribuna

“Mi papá murió, murió”… Estas palabras eran pronunciadas, en medio del llanto, por una niña de solo cuatro años de edad, que permanecía agachada en una estación de buses, mientras abrazaba una maleta.

Una mujer que pasaba a prisa por el lugar, detuvo el paso al oír que la pequeña repetía: “Mi papá murió, murió”; y al ver que se encontraba sola, la llevó a las instalaciones de la Dirección de la Niñez y la Familia (Dinaf). Esta “chiquitina” es solo una de los más de 200,000 menores huérfanos en Honduras, de los cuales, el 40.7 por ciento, igual que ella, perdió a su padre por la violencia.

La coordinadora del programa de restitución de derechos de la Dirección de Niñez, Nolvia Herrera, recordó que esa pobladora que les llevó a la menor, y comentó que la encontró llorando “solita, en una parada de buses”, por lo que decidió llevarla a esta institución.

Herrera relató que “cuando recibimos la niña, traía una maletita, y no tenía aspecto de que la niña mendigara, parecía que iba de viaje, pero no sabíamos qué había pasado, por qué quedó ella sola en ese lugar”.

De inmediato, pusieron el aviso en medios de comunicación, haciendo un llamado a algún familiar que se presentara a recoger a la menor. Fue así como una anciana lloró de alegría al reconocer a la pequeña y se trasladó hasta las oficinas de la Dinaf.

“Después que se dio a conocer el caso de la niña, su abuela llegó angustiada y dijo que su hijo había sido asesinado y que no sabían qué había pasado con su nieta”.

Algunos niños cuyo padre fue ultimado, se ven obligados a trabajar para ayudarles a sus madres con el sustento del hogar.

UNA FAMILIA ADOPTIVA

Herrera, explicó que en el caso de los niños que quedan desprotegidos, en primera instancia se busca el lugar más adecuado para que vivan, como con algún familiar cercano, para que él pueda crecer dentro del círculo de su familia genética.

En el caso de no encontrar algún adulto al que le puedan otorgar la custodia paterna, el niño pasa a ser declarado en situación de orfandad, y es incorporado a una casa hogar donde pueda vivir, mientras alguna familia hace la solicitud de adopción.

Herrera subrayó que “es un proceso de declaratoria de abandono para que un niño goce del derecho de tener una familia, no va tener una familia biológica, va tener una familia adoptiva. Pero cada caso que se atiende debe ser un caso individualizado, para tener una respuesta a los derechos de estos niños”.

En algunos casos, los parientes han tenido que rescatar a los menores de las propias escenas del crimen.

DOLOROSAS CIFRAS

El documento “Niñas y Niños de 0 a 17 años huérfanos en Honduras”, elaborado por el Sistema de Indicadores Sociales de Niñez, Adolescencia y Mujer Honduras (Sisnam), indica que en Honduras hay 202,032 huérfanos, de los cuales el 40.7 por ciento perdió a su padre a causa de un homicidio, mientras que un 8.9 por ciento se quedó sin madre por este mismo flagelo. Dichos porcentajes, en total, suman casi un 50 por ciento.

La investigación, realizada en el 2010 por un equipo interinstitucional, señala que más de 6,000 menores son huérfanos de padre y madre, más de 30,000 perdieron a su madre y más de 165,000 tienen muerto al padre.

Del total de huérfanos, más de 102,000 son niños y más de 99 mil son niñas, mientras que el 57 por ciento reside en el área rural y el 43 por ciento en la zona urbana.

Cabe destacar que no todos los menores han quedado huérfanos debido a la violencia, pues en el estudio se añade que a las causas de muerte, tanto de padres como de madres, se suman los accidentes de tránsito, las muertes durante el embarazo o parto, el VIH-Sida, cáncer, suicidio y enfermedades cardiovasculares.

Gracias a los esfuerzos del gobierno por frenar la violencia, asestando duros golpes al crimen organizado, el panorama, ahora, muestra una tendencia esperanzadora. Un informe presentado por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), registra que el primer trimestre de 2017 cerró con 67 homicidios menos, en comparación al del año pasado.

En Honduras, el 57 por ciento de los infantes huérfanos residen en las zonas rurales.

VÍNCULO IRREMPLAZABLE

Para la especialista en psiquiatría infantil, Jessica Barahona, el vínculo que un niño tiene con su madre es irremplazable, por ser la primera figura de apoyo que vio desde su nacimiento.

“Las figuras parentales son el principal apego, las cuales van a representar las relaciones que van a tener posteriormente; los padres son los ejemplos, los padres adoptivos pueden ser una figura de apoyo, pero nunca van a reemplazar el primer vínculo que el niño tuvo desde su nacimiento”, opinó la doctora.

Añadió que cuando un niño pierde a sus padres a una edad muy temprana, enfrentan cuadros depresivos que afecten sus estados de ánimo y cambios de conducta.

La especialista aconsejó que en este caso, si el niño queda bajo tutela de los abuelos, hay que explicar lo ocurrido, para que puedan ir asimilando la pérdida, ya sea con palabras o con fotos.

Recomendó que cuando los casos son abordados clínicamente, no hay que suministrar tratamiento farmacológico en edad temprana, sino que debe ser abordado terapéuticamente.

ATENCIÓN TEMPORAL

El gobierno, junto a la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf), han habilitado cuatro centros de protección temporal para la niñez, denominados “centros de paso”.

Los albergues son un espacio habilitado para que los niños y niñas en situación de vulnerabilidad social puedan ser atendidos, venir a este centro mientras se siguen los procedimientos legales en cada uno de los casos.

Estos centros brindan atención psicológica y cuidados médicos dignos que serán administrados en la modalidad descentralizada, a través de la institución “Asociación Amiga de los Niños”, liderados por “Sor María Rosa”, quien colaborará en las acciones inmediatas para los menores que lo necesitan.

La Dinaf es responsable del acompañamiento técnico y funcionamiento de los Centros de Paso, los que están disponibles las 24 horas del día, con capacidad para atender a 25 niños.

Estos centros cuentan con varios módulos para asegurar el cuidado personalizado a cada uno de los infantes que llega al albergue, tomando en cuenta su edad, sexo y condiciones especiales.

Por: María Elena Ferrufino
Fotos: Henry Carbajal

SEGÚN DIRECTOR
20% de niños de Casa Alianza sin sus papás
En Honduras, cientos de niños y niñas no pueden borrar de su memoria el amargo recuerdo de haber perdido a sus padres violentamente, y quedar bajo la tutela de una institución del Estado, para encontrar cuidado y protección.Estos infantes son las víctimas “invisibles” de la violencia, protagonistas del dolor, pero en silencio, cada uno cargando a cuestas con su propia historia.

Según estimaciones del director de Casa Alianza Honduras, José Guadalupe Ruelas García, un 20 por ciento de los niños que esta institución acoge ha perdido a uno de sus padres en circunstancias violentas, y tienen que afrontar la dura realidad, vivir sin aquellos seres que les dieron la vida.

“Hay que decir que la labor de crecer y proteger a un niño es un trabajo encomendado a la familia o a la tutela del Estado, cuando la familia bilógica está ausente; por cualquier motivo, entonces, el Estado establece, digamos, caminos o vías para que este niño no quede en la desprotección”, explicó, Ruelas García.

GENERACIÓN VULNERABLE

A criterio, de Ruelas García, los infantes enfrentan dos realidades: una, la de ser abandonados por sus progenitores, y otra es que lamentablemente uno o ambos padres perdieron la vida en algún hecho violento.

También expresó que “hay una generación de niños que va creciendo sobreexpuesta a la violencia y la inseguridad, niños que además de no tener padres, tienen una herida profunda en su corazón, porque perdió a uno de sus progenitores y que solo puede ser sanada con apoyo profesional que necesitan para sanar ese dolor”.

Por otro lado, lamentó que existe un grado de apatía de la sociedad hacia estos niños, impulsada por el miedo, cuando algunos de ellos deambulan en los semáforos y se les estigmatiza como “peligrosos”.

Exhortó ver a los niños y jóvenes como un tesoro que cuidar para ver crecer una nueva generación con valores y principios para afrontar los desafíos que la vida les pondrá en el camino.

SUPERAR EL DOLOR

Ruelas García recordó el caso de uno de los jóvenes que ingresó a Casa Alianza, para superar su adicción al consumo de sustancias alcohólicas; sin embargo cuando se gestionaba el permiso para ir a visitar a su madre, en el interior del país, ella fue asesinada brutalmente.

“No sabíamos qué hacer, si era prudente que él fuera, pero se acordó que tenía que ver a su madre por última vez. Este joven regresó con tanto dolor y tantas heridas… Se sentía culpable de estar aquí, estudiando, y no haber estado con su mamá”, detalló el director de Casa Alianza.

A pesar que el joven volvió al lugar que lo vio partir y encontró a su madre en una condición que nunca se imaginó, tuvo que atravesar el duro proceso de asimilar la realidad del caso. La institución realizó un arduo trabajo para que pudiera aceptar que la vida es difícil, pero que las pruebas se pueden superar

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