Elsa de Ramírez

En el desaparecido periódico sampedrano Correo del Norte (17 de octubre, 1959), encontramos lo que a la letra dice: “Bueno, magnífico, está todo lo que dice el editorialista del periódico “Correo del Norte”, al referirse a los continuos robos que se observan en las principales ciudades de la República.

Señala el editorialista: “aquí en Honduras nadie roba por necesidad…” Sin embargo sugiere en su apreciación. En otras épocas sí se podía apreciar así esa descomposición social, por cuanto entonces Honduras no había llegado al estado de postración económica que ahora se encuentra.

En otras épocas no muy lejanas por cierto, en nuestro país no pudo robarse “por necesidad”, porque el mundo tenía que comer, tenía dónde trabajar y cómo ganarse el pan de cada día honradamente; pero en la actualidad no se puede decir lo mismo; si el ser humano no tuviera que alimentarse, siquiera, a base de frijoles y tortilla… es muy seguro que esa plaga no sería tan prolija en nuestro medio como lo fue antes. Pero desgraciadamente, la inflación ha elevado a la estratósfera el precio de los víveres de primera necesidad y, para alivio de males, los trabajos escasean, prácticamente no hay, y si se encuentran es a base de salarios de hambre; importándoles un bledo el respeto al Código del Trabajo en relación al salario mínimo. Por eso el hambre y la necesidad campea en todos los ámbitos de la república…”

A manera de réplica al editorialista del mencionado diario quien se responsabiliza por lo anterior, sigue expresando: “Si éste señor, tuviera por necesidad que llegar a sentarse a un parque de cualesquiera de las ciudades más o menos populosas del país con el estómago pegado al espinazo, porque no tuvo el cinco para engullirse un poquitín de café y escuchara la protesta sorda de los centenares de menesterosos; si él tuviera necesidad de salir con las herramientas de su oficio al hombro a mendigar una chambita, para ganar algo con que llevarle el puchero a la prole que quedó llorando de hambre en la covacha y, en todas partes que tocó le contestarían “por ahora no hay”, teniendo que regresar a casa con las manos vacías; si tuviera por necesidad que calzar la sandalia del peregrino para ir de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, buscando algo en que ocupar sus brazos y su talento y en todos los lugares se le respondiera negativamente, estamos seguros que no afirmaría que en Honduras “nadie roba por necesidad”… Pero no, él no tiene necesidad de preocuparse por el sustento diario; cuando el pito de la fábrica suena a la hora de salida, el corazón le brinca de contento porque allá en casita le espera el apetitoso manjar, mientras que al miserable proletariado le brinca el estómago de lo vacío que está, y si tiene hijos, ese pito campanero, es una puñalada al espíritu… Que exageramos? No, no exageramos, si lo estamos sintiendo en carne viva, si lo estamos viendo con nuestros propios ojos. ¡Oh! señor editorialista, dichosos los ojos que no ven, corazón que no siente…”

“Extermínese la plaga de ladrones y facinerosos, persígaseles a sangre y fuego; pero antes, ese vocero del Gobierno, debiera decirle si no por sus columnas, al oído, a los hombres que están allá arriba, a los señores de cuello duro: ábranse fuentes de trabajo, páguese equitativa y cumplidamente el salario de los trabajadores, excítese al capital privado inactivo a que se ponga en evolución, déjense de política contemporizadora con los malandrines de la república, estabilícense las rentas nacionales poniéndole coto a las erogaciones onerosas, a las filtraciones sospechosas; reajústense los fabulosos sueldos de los altos puestos públicos, renúnciese a tanto burócrata que no va a hacer nada a las diferentes dependencias, preséntese a Honduras tal cual es, no con esas ostentaciones fastuosas de que hace gala en diferentes actos públicos. Désele al pueblo dónde trabajar y como trabajar… Y ya verá como esa plaga desaparecerá por encanto. Ahí, en los altos poderes del estado está la maravillosa Lámpara de Aladino que transformará a nuestra patria en algo tan bello, tan pródigo que entonces podremos gritar a todo galillo “AQUÍ EN HONDURAS NADIE ROBA POR NECESIDAD…” Mientras tanto, no se olvide que el hambre es la peor de las consejeras y que más piensa un hambriento que cien letrados…”

Y hoy como ayer, solo así y nada más así, podemos salir del enorme hoyo en que nos encontramos inmersos y sacar a nuestro país del inframundo en que desgraciadamente hoy se encuentra, evitando de esta forma las migraciones masivas que huyen del desasosiego que nos envuelve a todos.

A lo anterior habrá que agregarle, como lógica consecuencia del crecimiento demográfico, el aumento de cárceles en el país y la saturación de las mismas, con tantos malvivientes, en ocasiones, no por ociosidad o por voluntad propia, sino por necesidad; con esto no queremos justificar la presencia de tanto malandrín en las calles y ahora hasta en las montañas de nuestra querida Honduras, sino simplemente advertir de ese peligro que por estar politiqueando baratamente en el Congreso Nacional, no quieren aceptar la realidad viviente en el país actualmente, y legislar con auténtica vocación patriótica en favor del llamado pueblo, pueblo, que grita a mandíbula batiente, justicia, por favor, justicia.

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