Por: SEGISFREDO INFANTE

            En el curso de los últimos veinte años me he referido a este tema en algunos artículos y ocasiones. Pero es durante la presente crisis cuando se ha hecho más notorio el gran vacío de los liderazgos fuertes a nivel mundial. Esto tiene que ver, en primera instancia, con el submodelo económico e ideológico predominante que se eligió a partir de la década del ochenta del siglo pasado, con énfasis en la década del noventa. La conducta ideológica y política que se ha seguido desde entonces, ha sido la de la frivolidad ante todo, por encima de todo y frente a todo. Hoy estamos cosechando los frutos estériles de aquella ideología superficial, y de su contraparte: una rencorosa ideología del siglo veintiuno.

            Cuando era niño e incluso un preadolescente, tuve la oportunidad de escuchar los nombres, aun subsistentes, de grandes líderes mundiales, principalmente occidentales, entre ellos el del británico Winston Churchill; el del francés Charles de Gaulle; los nombres de los dos hermanos Kennedy (John y Robert); el del Papa Paulo Sexto; el del judío-estadounidense Henry Kissinger y de otros personajes heterogéneos. Desde el “Mundo Oriental” se dejaban escuchar los nombres de Nikita Kruschev; Mao Tse-tung; Chou Enlai; Josip Broz Tito; Pandit Jawaharlal Nerhu; el de Chiang Kai-shek; y el de Golda Meir; todos diferenciados entre sí, con grandes virtudes y quizás varios defectos, pero con fuertes personalidades, preocupados por sus propios pueblos y por los destinos vitales del mundo contemporáneo. Todos trabajaban con perseverancia y firmeza, ajenos a las frivolidades, ambigüedades y malacrianzas actuales. Por eso después de la muerte física de casi todos, tal vez se podría añadir el nombre, como líder mundial, del Papa Juan Pablo Segundo.

            Después me introduje en las páginas históricas del siglo veinte y me encontré con grandes personajes como el presidente de Estados Unidos Mr. Woodrow Wilson, y su mensaje de libertad y democracia para todos los pueblos del mundo. En el contexto de la recesión económica de la década del treinta y de la Segunda Guerra Mundial, encontramos  personalidades de líderes singulares como Franklin Delano Roosevelt, Dwight Einsenhower y Douglas MacArthur, quienes se sumaron a la lucha solitaria del mencionado Winston Churchill, quizás el más grande británico después de William Shakespeare.

            Conviene reparar en el caso de Franklin Roosevelt, un paralítico, quien desde su silla de ruedas fue cuatro veces presidente de Estados Unidos, y que jamás mostró debilidad o impotencia ante sus aliados o frente a sus adversarios. Impotencia que notamos en algunos científicos actuales que hacen vaticinios desastrosos frente a la pandemia que estamos padeciendo. Mientras que otros científicos y laboratoristas trabajan día y noche por elaborar la esperada vacuna, que ojalá resulte barata.

            Los dirigentes de las potencias del “Mundo Occidental” de los días que corren, apenas han evidenciado algunas preocupaciones por sus propias sociedades. Y una casi absoluta indiferencia ante las desgracias de sus países aliados. Las decisiones tardías que han adoptado serán juzgadas imparcialmente por los historiadores del futuro. A la par de la indiferencia algunos comerciantes de esos países han aprovechado la ocasión para vender productos de “bioseguridad” incompletos o inservibles, valiéndose del pánico o de la ignorancia de los compradores. En América Latina los ejemplos de esta clase se multiplican por doquier, como una evidencia más de la ausencia de un fuerte liderazgo mundial.

Creo que en el caso de Honduras uno de los principales proveedores directos de aparatos y mascarillas de “bioseguridad” debiera ser Taiwán, habida cuenta de la fidelidad de la República de Honduras en la zigzagueante historia diplomática de los taiwaneses, y de su experiencia comprobada frente a las epidemias recientes. En el plano personal esperaba unos tres aviones procedentes de Taiwán, en vuelo directo hasta Toncontín o Palmerola, cargados con aparatos confiables de bioseguridad. Pero hasta este momento nada he sabido al respecto. Tal vez en los próximos días y semanas.

La mayoría de los dirigentes del “Mundo Occidental” de los tiempos actuales, se han caracterizado por un ciego triunfalismo del mercado global, el cual ha beneficiado predominantemente a unos pocos archimillonarios occidentales y, sobre todo, a los dirigentes y a la clase media de China Popular. Algunos de los jefes padecen de fijaciones mentales y se embrocan en un solo tema, obligando a sus aliados a que sigan sus propias agendas internacionales aunque choquen con las realidades internas de cada país.

No he percibido, hasta este momento, a ningún dirigente que se alce sobre el horizonte para inyectarles ánimos y esperanzas a los pueblos del mundo. Por eso casi todo pareciera negativo en esta hora crucial. Apenas las religiones hacen esfuerzos por inyectarnos ánimos. Por otro lado estoy convencido que no es, de ningún modo, con palabras altisonantes ni mucho menos con pencadas rencorosas o revanchistas como vamos a salir de esta grave crisis individual y colectiva.

Tegucigalpa, MDC, 26 de abril del año 2020. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el jueves 30 de abril del 2020, Pág. Cinco). (También se reproduce en el diario digital “En Alta Voz”).

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