Por Elsa de Ramírez

La doctora en medicina doña Lucila Gamero de Medina es considerada como la primera novelista de nuestro país y una de las pioneras del feminismo en Honduras, nació en la pintoresca e histórica “Ciudad de las Colinas”, Danlí, El Paraíso, el 12 de junio de 1873 y falleció el 23 de enero de 1965 a los 91 años de edad. Fueron sus padres Manuel Gamero y Camila Moncada de Gamero. Contrajo nupcias con el señor Gilberto Medina con quien procreó a Aída Cora y Gilberto Gustavo.

Doña Lucila desde muy joven peleó por los derechos de la mujer, y la lucha continúa. Asimismo perteneció a varias asociaciones literarias de Centroamérica y fue miembro de la Academia Hondureña de la Lengua. También ejerció con gran acierto la profesión de la medicina.

Sus obras: Páginas del Corazón, Adriana y Margarita, Aída, Betina, La Secretaria, Amor exótico y Blanca Olmedo y algunas que no fueron publicadas entre ellas, Pétalos sueltos y prosas diversas.

La autora de Blanca Olmedo, la obra más divulgada relata que el estudio de la vida real y los ejemplos, harto dolorosos, que de injusticia ella vio cometidos, siendo víctimas, algunas veces, su familia y ella misma, fueron los que la indujeron a escribir esta obra y que desde niña trabajó por el mejoramiento social y porque imperara la justicia, sin prerrogativas de dinero o linaje; por eso, sin eufemismos, puso los ejemplos al desnudo y se consideró feliz de que su esfuerzo contribuyera en algo, a la gran obra de regeneración moral, intelectual y material a la que ella dedicó todas sus energías y los mejores años de su vida.

“Quien ha vivido suficiente número de años,  ha visto la vida con todo el realismo que encierra, sabe que los  sucesos más ridículos y los sufrimientos más crueles descritos en las novelas palidecen ante esa sinfonía en tono mayor, con más  de un clímax de tragedia, sus andantes de drama y sus allegros propios de una zarzuela cómica, que es la vida diaria. Blanca Olmedo hace vivir al lector la nobleza de un corazón puro, víctima de los prejuicios sociales, de la injusticia y de la calumnia, pero que en la vida vibró con los más nobles sentimientos. Trabajadora infatigable, amiga fiel, amante tierna y apasionada, de serena belleza, se ve sumergía en la atmósfera fétida de una alta sociedad en la que reinan la intriga, la falsedad, la hipocresía, las envidias y el odio. Sin embargo, a pesar de todo, ella personifica la máxima nobleza de que puede ser capaz el ser humano aun en las circunstancias más adversas. Blanca Olmedo es más que una novela. La protagonista y los que la rodean ayudan al lector a descubrir lo bueno y lo malo que todos llevamos dentro, y lo invitan a convivir con sus semejantes en un clima de compresión sin resentimientos.”

Organizando nuestra biblioteca, encontramos esta extraordinaria novela, adquirida por una de las hijas el 9 de noviembre de 1994, lectura obligada para las adolescentes y niñas de por entonces, la cual se generalizó y cuentan que aun señoras serias no pudieron contener el llanto al cerrar la última página de esta obra que engrandece la literatura nacional.

Nos ha fascinado Blanca Olmedo de manera, pues, que la leímos de un solo tirón, misma que está cargada de romanticismo, dolor, intriga y pasión. Libro que debiera leerse en todos los hogares, porque pocas son las residencias donde no se desarrollen las escenas en ella descritas.

Compartimos algunas expresiones de escritores contemporáneos en relación al tema que nos ocupa.

José D. Morales, Nicaragua, A.C.  “Y, lágrima o estrella, que se quedará asida del alma que se incline sobre la tristeza de sus páginas para sorber el sentido íntimo de la pena, como en el ala de la mariposa, el gránulo de polen, o la gota de rocío de las flores a que desciende.”

La opinión de Inocente Mata – Diario Latino, El Salvador: “Libro de sentimiento, Libro de infortunio”, reza al principio, y de verdad que es un libro sentimental, un libro psicológico que revela el esclarecido talento de la autora…”

Gilberto Gonzales y Contreras se refiere en estos términos: “… Podrán cambiar los gustos, lo romántico podrá estar a contragolpe de nuestra sensibilidad, la moda reclamará otros atractivos, pero Blanca Olmedo, subsistirá como subsiste María, la del idilio caucano de Isaac, y los versos dulzones y embelesados de Amado Nervo. Estos tienen libros que no sobrepasan, y Blanca Olmedo sobrepasó a doña Lucila Gamero de Medina…”

Más de un millón de hondureños, durante un siglo, se han deleitado con esta portentosa entrega, que no tiene parangón dentro de la literatura centroamericana, sobre todo las de mi género.

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