El primer periódico que se editó en Honduras fue la “Gaceta del Gobierno”, el 25 de mayo de 1830, que originariamente sólo publicó trece números. Me contaba el abogado olanchano Guillermo Emilio Ayes (QEPD), que aquellos primeros números se habían “extraviado” en el curso de las décadas. Pero que aún se conservaban en la Biblioteca del Congreso en Washington, tal como lo había constatado Heliodoro Valle. El abogado Ayes (amigo de Medardo Mejía) agregaba que él poseía la colección completa de tal “Gaceta”, incluyendo fotocopias de los números “perdidos” en Honduras.

            Redescubrimos, como si fuera un pie de página, lo que decía la primera “Gaceta del Gobierno” hondureño, bajo la inspiración de Francisco Morazán y de Liberato Moncada (Sic): “Un periódico que puede encerrar todos los objetos de interés general que basten a ilustrar al público, es obra únicamente del sabio que quiere inmortalizarse con sus escritos, o servir a la Patria con sus talentos. Un periódico que dé conocimiento de todas las providencias interesantes que dictan las autoridades de un Estado en uso de sus atribuciones, es la obra de un Gobierno libre, que no teme ver examinadas sus operaciones por los ciudadanos que lo crearon para su conservación y felicidad.”

            La información antepuesta se puede consultar, fragmentariamente, en los siguientes textos: A) “Estudios bibliográficos; el periodismo en Honduras (notas para su historia)”, por Rafael Heliodoro Valle, libro publicado probablemente en México, en diciembre de 1959. B) “Historia de la cultura hondureña”, por Rafael Heliodoro Valle, publicado en la vieja Editorial Universitaria de la UNAH, en septiembre de 1981. C) “La imprenta en Honduras 1828-1975”, por Miguel Ángel García, publicado por nosotros, en la misma Editorial Universitaria de la UNAH, en mayo de 1988. Llama la atención que, en el primer libro referenciado, aparecen notas manuscritas y tachaduras de Miguel Ángel García, corrigiendo probables errores, involuntarios, de fechas y de datos ofrecidos por Rafael Heliodoro Valle, fundador de la bibliografía y cronología catrachas.

            Dentro de la riqueza de datos aportados por los dos autores hondureños arriba citados, deseo destacar la opinión de Heliodoro Valle sobre dos periodistas hondureños en el siglo veinte, quienes previamente nacieron en un ambiente más o menos hostil contra las letras y el pensamiento profundo, por aquello de la herencia de las montoneras confrontativas, o sangrientas, en el curso del siglo diecinueve. Me refiero a Paulino Valladares y a Alfonso Guillén Zelaya. Leamos lo que dice Valle sobre los dos periodistas aludidos: 1) “Paulino Valladares (1881-1926). Honduras había producido periodistas, más bien editorialistas, de la importancia de Francisco Cáceres, José María Aguirre y Francisco Cálix, pero hasta que advino Paulino Valladares la prensa diaria en Honduras encontró las grandes posibilidades que tiene para ofrecer al público, desde el editorial, la opinión dirigente, expresada en estilo realmente periodístico, es decir, con amenidad y gracia. Valladares era fundamentalmente periodista, no importa que fuera del editorial no demostrara modernidad y técnica para presentar las noticias. Gracias a su cultura y a su instinto, hizo de su diario una tribuna que convocaba al gran número de lectores que seguían con gran interés la evolución de sus ideas y opiniones, sobre todo porque siempre se refería a los problemas nacionales, en forma concreta, al alcance de todos. Se explica la influencia indudable que ejerció sobre la opinión pública, no sólo como escritor que sabía expresarse en estilo peculiar sino como político que conocía muy bien hombres y circunstancias. Al revisarse su periódico se encuentra mucha sustancia que tiene que tomar en cuenta, principalmente, el historiador de las ideas.” 2) “Alfonso Guillén Zelaya (1888-1947). Fue uno de los periodistas mejor estructurados para continuar la obra que en el diario “El Cronista” emprendió Paulino Valladares. Tenía su ventana espiritual abierta a las nuevas corrientes del pensamiento político y gracias a ello pudo ser una antena receptora de numerosas emociones e ideas. De su capacidad para orientar a la opinión pública dejó muestras desde que fue editorialista de aquel periódico y de “El Pueblo” de Tegucigalpa, periódico que fundó en 1931. Supo mantener un diálogo constante con su pueblo desde un plano de serenidad y con franqueza hizo la crítica más constructiva de los errores de la administración pública, defendiendo siempre su credo pacifista y la conveniencia de dar una organización previsora a la vida económica del país. Era su opinión que el país necesitaba renovarse y que “el pasado caduco y asesino debería ser combatido” esperando la actitud generosa y comprensiva de la juventud para llevar un cambio total de ruta. Por motivos políticos se vio obligado a expatriarse en donde fue colaborador del diario “El Popular”, y en la revista “Futuro” de la capital mexicana, fundada por Vicente Lombardo Toledano.”  

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