Fuente; Managua Furiosa

El exilio no solo implica un duro proceso de adaptación y subsistencia; también significa sobrevivir con traumas y sobrellevar otras secuelas igual de dolorosas.

Este tema se ha abordado desde muchas perspectivas y con el testimonio de diferentes protagonistas, pero se ha dejado a un lado las historias de la niñez nicaragüense, la víctima principal en sufrir de primera mano esta amarga pesadilla.

Son ellas y ellos quienes junto a sus padres han tenido que salir del país de manera forzada como causa de la peor crisis que ha atravesado Nicaragua en décadas.

Una historia personal

Bajo el consentimiento de mi familia quiero compartir una historia de primera mano.

A sus 3 años mi hermana Ivana ha tenido que dejar su casa, sus juguetes, sus amigas y su mascota para exiliarse.

Antes de abril de 2018 llevaba una infancia normal y tranquila junto a la familia, pero todo en su entorno, y en ella, cambió abruptamente desde el inicio de la represión.

Ivana ha tenido que sufrir en carne propia la persecución que la policía y paramilitares emprendieron contra mis hermanos, mi padre y mi persona.

También está mi hermano Adán quien a sus 10 años tuvo que desplazarse internamente durante unos meses a una zona rural del país, todo por el terror que padeció durante ese tiempo, pero ahora dice sentirse más tranquilo debido a que salió del país.

Sin embargo mi madre comenta que los traumas en él son muy notorios: “Siempre que escucha un ruido fuerte, similar al de una explosión, piedra o lo que sea, se pone nervioso, cambia de color, se come las uñas, se le quita el apetito y le da mucho miedo estar solo. Pero cuando yo le digo que se acuerde que estamos en otro país se tranquiliza un poco”.

En mi familia nos tomamos muy a pecho las ganas y la lucha por tener un mejor país,y esa ha sido causa de nuestra persecución.

Siendo muy conscientes de lo que nos enfrentábamos, no medimos el riesgo de exposición de la niña y el niño.

Un proceso difícil

En la actualidad toda mi familia, incluyéndome, estamos en el exilio; mi padre, mi madre y mis cuatro hermanos, incluyendo Ivana y Adán, somos parte de la realidad que vivimos miles de nicaragüenses debido a la dictadura del país.

¿Qué ha sido lo más difícil que ha tenido que vivir desde que huyó de casa? — le preguntó a mi madre.

“Cruzar la frontera con la niña en brazos ha sido una de las cosas más difíciles que he vivido. En el camino íbamos llorando, con hambre y con un miedo indescriptible.

El Ejército de Nicaragua estaba desplazado por todo El Naranjal, que fue por donde caminamos más de 3 kilómetros, bajo lluvia, en unos llanos hasta la rodilla de lodo; nos detuvieron por más de media hora y nos apuntaron con sus armas, pero luego nos dejaron ir”.

¿Cómo ha llevado el proceso del exilio la niña, Ivana? — continúo.

“Ella venía con la idea de que íbamos a ver a su papá, porque el se había exiliado meses antes, pero a los pocos días de haber llegado a un lugar seguro comenzó a decirme que ‘ya teníamos que irnos a la casita’.

Desde entonces nos ha tocado dormir en el suelo y cuando ella me pregunta el porqué de eso yo le digo que tenemos que hacer un campamento como en los muñequitos”.

¿Cómo ha sobrellevado el proceso el niño, Adán? — finalizo.

“Como él está más grandecito entiende un poco mejor la situación. Él pudo pasar por un punto fronterizo regular en diciembre del año pasado gracias a una familiar.

Lo más difícil para Adán han sido los cambios de escuela y de actividades diarias, porque hemos tenido que trasladarnos de un lugar a otro en busca de refugio y alimento; en algunos lugares lo han tratado muy bien y en otros él comenta que lo han discriminado por diversas razones”.

Mi madre, a parte de cargar con sus propios traumas, ha tenido que ser la psicóloga de la familia.

Ella cuenta que a pesar de todo lo difícil que ha tenido que atravesar no deja de pensar en la innumerable cantidad de niños y niñas nicaragüenses que también están en el exilio y que viven una situación realmente dramática.

El impacto en la niñez

En junio de este año la Federación Coordinadora Nicaragüense de ONG que Trabajan con la Niñez y la Adolescencia (CODENI) denunció que en el contexto de la crisis el tema de la niñez y sus afectaciones es más grave de lo que se piensa.

Sobre todo porque está invisibilizado en muchos aspectos, entre ellos el hambre, la discriminación, el desplazamiento forzado, la orfandad, la pérdida de valores y la disminución de las posibilidades del éxito escolar.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidad para los Refugiados (ACNUR), a finales de 2017 había más de 25,4 millones de personas refugiadas en el mundo. Más de la mitad son niñas y niños.

De acuerdo a las cifras concedidas por la Cancillería de Costa Rica, hasta julio de este año han sido más de 70 mil nicaragüenses los que han solicitado de manera formal la condición de refugio.

Sin embargo, no hay datos clasificados de la cantidad exacta de niñas y niños que son parte de este proceso.

La niña siempre me dice que extraña sus juguetes, su camita, a sus amiguitas, a sus vecinos, a su perrita, y también me pregunta si ya no está la policía para que regresemos a la casa”.

Los traumas que Adán e Ivana pudieron haber adquirido debido a la represión y la persecución les podría marcar de por vida, al igual que el exilio, el cual es un proceso aún más difícil de sobrellevar.

Sin embargo se aferran a las ganas de sonreír cada día y nunca han perdido la esperanza de algún día regresar a su hogar.

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