Por: SEGISFREDO INFANTE
“Discursos y escritos políticos y científicos de José Cecilio del Valle” es un libro antológico publicado por Antonio R. Vallejo en la Tipografía del Gobierno, durante el año 1892. Varios autores hemos considerado que el padre Vallejo es el fundador, o cuando menos precursor, de la historiografía científica en Honduras. En este documento de 283 páginas se incluye la famosa “Memoria sobre la educación” que, en realidad, según mi humilde juicio, es más bien un riquísimo manifiesto teórico y político ilustrado del “Sabio Valle”, que él publicó o pronunció allá por junio de 1829, cuando en la capital de Guatemala se comenzaba a respirar un aire de libertad y de confianza, con las limitaciones de aquel momento. En tal discurso José Cecilio Díaz del Valle agradece, literalmente, que dos años antes (en agosto de 1827) había sido incorporado a la “Academia de Ciencias de París”, de antigua datación histórica. El detalle bibliográfico del padre Vallejo me lo facilitó el prestigioso neurocientífico Marco Tulio Medina. Pero también la información se puede prorratear en la monumental “Antología de José del Valle”, de Ramón Oquelí (Pág. 572), y en el folleto “Ideas sobre la educación de José Cecilio del Valle” del doctor en filosofía de la educación Oscar Soriano.
He iniciado este artículo con el nombre del hondureño José Cecilio del Valle, en tanto padre fundador de distintos campos del conocimiento (principalmente económico) en el proceso republicano de construcción de América Central y México, cuyo valor como estadista e intelectual fue reconocido por distintos pensadores, científicos, próceres y exploradores del trasmundo, como Jeremy Bentham, Alexander von Humboldt y Simón Bolívar. No es casual que la “Academia de París” lo haya incorporado como miembro de tan respetable institución científica nacional e internacional. Sería interesante indagar qué otras personalidades de América Latina fueron incorporadas a tal “Academia” en el curso del siglo diecinueve. En mi ensayo “El Cicerón de América Central y México” (abril de 2021) subrayo que José del Valle fue más apreciado en otras latitudes que en su propia región ístmica, que él tanto amaba, según consta, documentalmente, en México, Inglaterra, España, Francia, Suramérica e incluso en Alemania.
No me detendré, por motivos de espacio, en los nombres de otras personalidades hondureñas que han sobresalido en el exterior, durante el siglo diecinueve y buena parte del veinte, y quizás del veintiuno. Siempre se corre el triste riesgo de dejar a individuos importantes por fuera de las listas emblemáticas. Por otro lado, a personajes como Froylán Turcios, Heliodoro Valle, Medardo Mejía, Ramón Oquelí, Salvador Moncada, etc., les he dedicado varios artículos, ensayos y menciones en el curso de las décadas. Me limitaré, por ahora, a resaltar los nombres de algunos hondureños de actualidad, que a veces son ignorados o esquivados en su propio terruño, tal vez por enconada mezquindad.
Recomenzaré con el doctor en neurología Marco Tulio Medina, quien ha recibido, entre otros homenajes, por sus investigaciones científicas en el renglón de la epilepsia, una medalla de oro del Senado de Francia (2017) y, un año más tarde (2018), fue elevado a la categoría de “Caballero de la Legión de Honor”. (Anterior a Medina se le confirió este mérito al embajador Carlos Roberto Reina (QEPD)). Es curioso que se haga poca mención de tan especiales homenajes a Marco Tulio. Seguidamente resulta inevitable el nombre del doctor Pedro Morazán, un economista que reside en Alemania coordinando investigaciones económicas, y que jugó un papel extraordinario, a la par del cardenal Oscar Andrés Rodríguez, en el proceso de condonación de la deuda externa de los países pobres altamente endeudados como Honduras. Es llamativo, además, que estos hechos esenciales se olviden, en pocos años, en sociedades como la nuestra.
En el contexto de la pandemia ha sobresalido la epidemióloga hondureña María Elena Botazzi, cuyo nombre propuse, aquí mismo en LA TRIBUNA, para el doctorado honoris causa de la UNAH. No puedo ni debo dejar por fuera el nombre de Jorge Mejía Medina, quien estudió música clásica en Alemania. “Jorgito” es fundador de la Orquesta Filarmónica de Honduras y creador de piezas musicales de su propia inspiración. Tampoco debo dejar por fuera el nombre del biólogo e investigador Johan David Reyes Chávez, galardonado como uno de los científicos más jóvenes en pertenecer a la “Academia Mundial de Ciencias”, con sede en Trieste, Italia. Reyes Chávez también se desempeñó como curador del Museo de Liverpool, Inglaterra.
Por último, vale la pena enaltecer el nombre del joven extraordinario Wilder Guerrero Fuentes, físico teórico y doctorando en “Filosofía de la Ciencia”. Wilder acaba de participar en el “VI Congreso Iberoamericano de Filosofía”, realizado en la Universidad de Porto, República Portuguesa. Es escritor y miembro activo del “Círculo Universal de Tegucigalpa Kurt Gödel”.