TEGUCIGALPA, 17 de febrero de 2020 – Un alto porcentaje de empleos informales y la baja participación de las mujeres caracterizan al mercado laboral en Honduras, de acuerdo con el “Diagnóstico del trabajo”, publicado hoy por el Banco Mundial. Según el estudio, para el país centroamericano continúa siendo un desafío mejorar la competitividad y el clima de negocios, a fin de promover inversiones que puedan generar más empleos de calidad para los jóvenes.

“Los empleos son cruciales para fomentar la prosperidad compartida, para cerrar las brechas entre la pobreza rural y urbana, ampliar la clase media y, más importante, acabar con los ciclos intergeneracionales de pobreza. Es un tema que está al centro de los esfuerzos para lograr un mayor crecimiento inclusivo”, dijo Seynabou Sakho, directora del Banco Mundial para Centroamérica, quien días atrás lideró una presentación del reporte en un amplio conversatorio con el presidente Juan Orlando Hernández y su gabinete de gobierno. El estudio halló que un 58 % de los empleos en Honduras todavía son informales, uno de los niveles más altos en América Latina y el Caribe.

La informalidad laboral se encuentra en todos los sectores económicos: los servicios (28 %), la agricultura (19 %) y la industria (11 %). A su vez, los empleos formales son minoría en todos los sectores, con un 23 % en los servicios, un 8 % en la agricultura y un 11 % en la industria. De acuerdo con el reporte, no es sorprendente que predominen los empleos informales en la agricultura, pero ese patrón se repite también en la industria. Además, la informalidad laboral en Honduras no se limita al empleo por cuenta propia: aunque la mayoría de los trabajos en el país son asalariados, un 41 % de estos trabajos remunerados todavía son informales.

“La fuerza laboral hondureña crece rápidamente y el país ha logrado avances educativos, pero persisten las altas tasas de informalidad, lo que resulta en empleos de baja productividad y calidad. Además, el potencial de Honduras para crecer está siendo socavado por la inactividad de buena parte de su población, especialmente de mujeres”, dijo Ian Walker, gerente del Grupo de Trabajo del Banco Mundial y coautor del estudio.

Mientras un 38 % de la población hondureña en edad de trabajar es económicamente inactiva, el estudio destaca el desafío de aumentar la participación laboral de las hondureñas, pues solo un 47 % de las mujeres en edad de trabajar tiene un empleo, mientras que un 85 % de los hombres trabaja. De hecho, un 88 % de las personas que no estudian, ni se entrenan ni trabajan (NINI) son mujeres.

La escasez de trabajos de mejor calidad es señalada como una limitante importante para la participación de las mujeres. Aparentemente, los hombres son más proclives a aceptar los trabajos disponibles, mientras que muchas mujeres prefieren esperar para conseguir un trabajo de mejor calidad. El estudio también identifica barreras adicionales que desincentivan a las mujeres a entrar al mercado laboral, como el cuidado de los niños, la persistencia de normas sociales sobre tareas domésticas no remuneradas, la exposición a violencia en sus traslados al trabajo y prácticas discriminatorias en los lugares de empleo.

El reporte analizó además el crecimiento del empleo en el sector privado. Al respecto, señala que las empresas formales en Honduras han creado menos trabajos en los últimos años que en otros países de la región: el total de trabajos creció un 2,5 % entre 2012 y 2015, en comparación con un 10 % en Nicaragua y un 5 % en República Dominicana, Costa Rica y El Salvador. Las firmas formales hondureñas señalan varias restricciones para generar más empleo, como problemas para el acceso a financiamiento (18 %), la competencia que enfrentan de parte de empresas informales (16 %), las tasas de impuestos (11 %) y problemas con permisos y licencias (8 %). “Con este estudio, el Banco Mundial busca aportar insumos al diálogo nacional y la búsqueda de consensos para impulsar políticas que permitan generar más empleos de mejor calidad.

Ello ayudará a acelerar la reducción de la pobreza y a mejorar las condiciones de vida de todos”, dijo Boris Weber, representante residente del Banco Mundial en Honduras. El estudio identifica una variedad de opciones de políticas públicas para generar más y mejores empleos, con énfasis en trabajos remunerados para integrantes de hogares pobres y, especialmente, para jóvenes vulnerables y mujeres jóvenes. Para las zonas rurales, una prioridad es aumentar la productividad en las actividades agrícolas. Honduras puede mejorar los trabajos de agricultores independientes fortaleciendo el vínculo con los mercados, lo cual aumentaría su productividad e ingresos. El programa COMRURAL, financiado por el Banco Mundial, es señalado en el estudio como un ejemplo exitoso de este tipo de esfuerzos. El reporte recomienda también reformar el sistema de capacitación laboral para alinearlo mejor con las necesidades de las empresas y que los graduados tengan más oportunidades para obtener un empleo.

Para ello, la empresa privada puede tener una mayor participación en la definición de currículos. Se destacan además opciones para apoyar la participación laboral de las mujeres, por ejemplo, mediante la provisión de cuidado infantil, mejoras en la seguridad en el transporte público y un impulso para generar empleos de buena calidad que atraigan a mujeres jóvenes con educación secundaria. El reporte considera que los trabajos formales en el sector de servicios ofrecen muchas posibilidades. Finalmente, sugiere apoyar las inversiones en negocios intensivos en el uso de mano de obra y particularmente en sectores que generan empleos para los hondureños con primaria completa y secundaria incompleta, que son la gran mayoría de la fuerza de trabajo emergente.

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